Los ataques o derrames cerebrales constituyen la primera causa de muerte por enfermedad en mujeres y la segunda en hombres en todo el territorio español, llegando a registrarse entre 150 y 250 por cada 100.000 habitantes en tan solo un año. Asimismo, un 24,7% de las personas que sufren un derrame cerebral acaban con algún tipo de discapacidad.
Por fortuna, existen medios y tratamientos que pueden moderar drásticamente los daños causados por estos accidentes cerebrales; pero para ello es necesario identificar qué tipo de derrame cerebral ha sufrido la persona, puesto que cada uno de ellos se caracteriza por poseer diferentes causas y consecuencias.
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¿Qué es un derrame cerebral?
El derrame cerebral consiste en una alteración de la corriente de sangre hacia el cerebro. Cuando esto ocurre, el cerebro deja de recibir el oxígeno necesario para funcionar correctamente y las áreas de este que se ven afectadas comienzan a morir.
Los efectos que este tipo de accidente ocasionan pueden llegar a ser nefastos para la persona, llegando a afectar a la totalidad del cuerpo. Estas consecuencias pueden ir desde problemas de visión en diferentes grados, alteraciones en el habla, déficits cognitivos o problemas motrices, hasta la parálisis corporal también en diferentes grados.
Los derrames cerebrales también forman parte de una categoría amplia de alteraciones en el funcionamiento del encéfalo, como el accidente cerebrovascular, el accidente cerebral, la apoplejía, el ataque cerebral o el infarto cerebral.
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Tipos de derrame cerebral
Existen dos distinciones principales dentro de los derrames cerebrales. Uno de ellos es el derrame cerebral isquémico, el cual es el causante del 80% de los accidentes cerebrovasculares, mientras que el resto ataques son causados por el llamado derrame cerebral hemorrágico.
1. Derrame cerebral isquémico
El isquémico es el más usual de los accidentes cerebrales. La causa de este es la formación o llegada de un coágulo de sangre el cual bloquea o interfiere en el flujo de un vaso sanguíneo del cerebro, interrumpiendo la llegada de sangre al cerebro.
En el transcurso de pocos minutos las células cerebrales comienzan a morir por falta de oxígeno y nutrientes, causando cualquiera de las consecuencias nombradas anteriormente.
Los síntomas de que una persona está sufriendo un derrame cerebral isquémico son:
- Debilidad o adormecimiento de la cara, brazo o pierna
- Confusión y problemas en el habla o el entendimiento
- Problemas de visión repentinos
- Cefaleas severas repentinas sin causa aparente
Asimismo, existen los ataques isquémicos transitorios (AIT), también conocidos como mini-apoplejías. El ataque isquémico transitorios se caracteriza por tener los unos síntomas parecidos a los del derrame isquémico, pero sin los efectos persistentes de este. Sufrir uno de estos ataques puede puede constituir un preludio para un ataque isquémico de mayor gravedad, por lo que es de suma importancia saber identificarlo correctamente.
Asimismo, los derrames cerebrales isquémicos pueden dividirse en dos subgrupos y categorías: los derrames cerebrales trombóticos y los derrames cerebrales embólicos.
Derrame cerebral trombótico
Los derrames trombóticos son accidentes cerebrovasculares ocasionados por un coágulo de sangre llamado trombo, el cual se origina en las arterias que riegan la sangre en el encéfalo.
Habitualmente, los síntomas de este tipo de derrame aparecen de forma súbita, sobre todo durante las horas de sueño o por las mañanas. No obstante, en otras ocasiones los síntomas se presentan gradualmente durante horas o días, en cuyo caso es designado como ataque cerebral en evolución.
Esta subclase de derrame cerebral es común en personas de edad avanzada, que poseen elevados niveles de colesterol y con arteriosclerosis.
Derrame cerebral embólico
A diferencia del ataque trombótico, los derrames cerebrales embólicos son consecuencia de un émbolo. Se denomina émbolo a aquel coágulo de sangre originado en cualquier parte del cuerpo y que es transportado hasta el cerebro por la corriente sanguínea.
Estos ataques también pueden aparecer de forma repentina y son característicos en personas que padecen alguna enfermedad cardíaca o se han sometido a algún tipo de cirugía del corazón.
2. Derrame cerebral hemorrágico
Siendo el subtipo de accidente menos común, el derrame cerebral hemorrágico se produce por la fractura o desgarro de un vaso sanguíneo, con el consecuente sangrado en el interior del cerebro y la destrucción de las células del encéfalo.
Este tipo de accidente hemorrágico se suele dar en personas con presión arterial elevada, esta presión arterial tensa las paredes arteriales hasta romperlas.
Asimismo, otra causa bastante común es el llamado aneurisma, un punto frágil en las paredes arteriales que se va arqueando, debido a la presión con la que circula la sangre, hasta que finalmente se rompe y provoca el derrame. Estos aneurismas pueden ser congénitos y estar presentes desde el nacimiento, o deberse a alteraciones como la hipertensión o la arteriosclerosis.
Los síntomas de un derrame cerebrovascular aparecen de manera repentina. Entre estos síntomas se encuentran:
- Debilidad muscular y/o adormecimiento en una parte del cuerpo
- Problemas de visión
- Dificultades en el habla
- Agnosia
- Cefaleas repentinas y sin origen conocido
- Sensación de vértigo
- Desmayos y mareos
- Problemas de coordinación
- Dificultades en la deglución
- Somnolencia
Al igual que el derrame cerebral isquémico, existen dos subtipos de derrames cerebrales hemorrágicos: los hemorrágicos intracerebrales y los subaracnoideos.
Hemorragia intracerebral
La hemorragia intracerebral consiste en el sangrado de las venas o arterias en el interior del encéfalo. Por regla general, el sangrado se origina de forma súbita y evoluciona de forma muy rápida; sin producir ningún tipo de señal de aviso y siendo tan grave que puede llegar a provocar un coma o incluso la muerte.
La causa más común de este tipo de hemorragia intracerebral es la hipertensión, es decir, la presión sanguínea elevada.
Hemorragia subaracnoidea
En las hemorragias de esta clase el derrame o sangrado se sitúa en el espacio subaracnoideo. Esto es entre el encéfalo y las membranas que los recubren, llamadas meninges. Las principales causas de estos accidentes cerebrovasculares son dos:
- Existencia o aparición de un aneurisma.
- Malformaciones arteriovenosas (AVM). Estas malformaciones forman parte de una alteración congénita la cual provoca la aparición de tramas y redes enredadas de venas y arterias.