Los trastornos alimenticios pueden ser causados por un desequilibrio cerebral

Un desequilibrio químico en el cerebro puede ser una de las causas de los trastornos alimenticios.

Los TCA pueden ser causados por un desequilibrio cerebral en esta sustancia

Los Trastornos de la Conducta Alimentaria son afecciones complejas que afectan tanto la salud física como la mental de quienes los padecen. La anorexia nerviosa, en particular, se caracteriza por una restricción extrema de la ingesta calórica, un miedo intenso a ganar peso y una percepción distorsionada del propio cuerpo. Hasta ahora, se ha considerado que estos trastornos están influenciados principalmente por factores psicológicos y socioculturales, como la presión estética y la baja autoestima.

Estudios recientes han revelado que existen mecanismos neurobiológicos que podrían ser responsables de la persistencia de la enfermedad. Se ha identificado un desequilibrio en el sistema opioide del cerebro como un factor clave en la anorexia. Este sistema, responsable de regular el placer, el dolor y el apetito, presenta una actividad anormalmente elevada en pacientes con este trastorno. Este hallazgo sugiere que el cerebro podría estar reforzando la restricción alimentaria a nivel químico, dificultando la recuperación.

Comprender este proceso no solo ayuda a explicar por qué la anorexia es tan resistente a los tratamientos convencionales o exclusivamente centrados en el tratamiento terapéutico y la recuperación física, sino que también deben abrirse las puertas a nuevas estrategias terapéuticas basadas en la neurociencia.

¿Qué son los opioides cerebrales?

El sistema opioide en el cerebro es un conjunto de neurotransmisores y receptores que regulan funciones clave como la percepción del dolor, el placer, el estado de ánimo y el apetito. Estos neurotransmisores influyen endorfinas, encefalinas y endorfinas, sustancias naturales que generan sensaciones de bienestar y alivio del dolor, similares a los efectos de los opiáceos como la morfina.

Uno de los principales roles del sistema opioide es la regulación del placer y la recompensa. Cuando comemos alimentos que disfrutamos, los opioides se activan y generan una sensación placentera, reforzando el deseo de repetir esa acción. Este mecanismo es fundamental para la supervivencia, ya que motiva la ingesta de alimentos y la búsqueda de experiencias gratificantes.

Sin embargo, el sistema opioide también puede desequilibrarse, contribuyendo a trastornos como la adicción, la depresión y, según investigaciones recientes, los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). En el caso de la anorexia nerviosa, se ha encontrado que la actividad opioide en el cerebro es anormalmente alta, lo que podría explicar por qué estos pacientes experimentan una sensación de bienestar al restringir la comida, en lugar de sentir hambre o malestar.

Este hallazgo es significativo porque sugiere que la anorexia nerviosa no solo es el resultado de factores psicológicos y socioculturales, sino también de una alteración biológica en los mecanismos de recompensa del cerebro. Comprender este desequilibrio en el sistema opioide podría ser clave para desarrollar nuevos enfoques terapéuticos que ayuden a restablecer una relación saludable con la comida y la autorregulación del placer.

La conexión entre los opioides y la anorexia nerviosa

Los estudios recientes han revelado que el sistema opioide del cerebro juega un papel crucial en la anorexia nerviosa. Investigaciones del Turku PET Centre en Finlandia encontraron que los pacientes con anorexia presentan niveles elevados de actividad opioide en comparación con individuos sanos. Este hallazgo sugiere que la enfermedad no solo responde a factores psicológicos o socioculturales, sino también a un desequilibrio biológico en los circuitos de recompensa del cerebro.

El sistema opioide está estrechamente relacionado con la regulación del placer y el apetito. Normalmente, comer activa la liberación de opioides, generando una sensación de bienestar y reforzando la conducta alimentaria. Sin embargo, en personas con anorexia nerviosa, este sistema parece estar alterado: la restricción alimentaria no solo deja de producir malestar, sino que puede generar placer. Es decir, el cerebro de una persona con anorexia podría estar “aprendiendo” que evitar la comida es gratificante, lo que refuerza el trastorno y dificulta su recuperación.

Curiosamente, ocurre lo contrario en la obesidad. Estudios previos han demostrado que las personas con obesidad presentan una actividad opioide reducida, lo que podría llevarlas a buscar más comida para alcanzar la misma sensación de recompensa. En la anorexia, el exceso de actividad opioide suprime el hambre y refuerza la restricción alimentaria.

Este descubrimiento es clave para comprender por qué las personas con anorexia tienen una relación tan compleja con la comida y por qué el tratamiento suele ser difícil. Si el cerebro percibe la restricción alimentaria como placentera en lugar de dañina, el proceso de recuperación no solo requiere cambios de comportamiento, sino también la regulación de estos sistemas neuroquímicos. Esto abre la puerta a nuevas estrategias terapéuticas dirigidas al sistema opioide para tratar la anorexia nerviosa de manera más efectiva.

¿Por qué el cerebro prioriza su energía?

Uno de los hallazgos más sorprendentes en el estudio del Turku PET Centre es que, a pesar de la desnutrición severa que padecen las personas con anorexia nerviosa, su cerebro sigue utilizando una cantidad de glucosa similar a la de los individuos sanos. Esto sugiere que, incluso cuando el cuerpo está en un estado crítico, el cerebro se protege a sí mismo y mantiene su funcionamiento lo mejor posible.

El cerebro es uno de los órganos que más energía consume, representando alrededor del 20% del gasto calórico total del cuerpo. Normalmente, cuando el organismo recibe menos energía debido a una alimentación insuficiente, el metabolismo se ralentiza y las funciones corporales se ven afectadas. Sin embargo, en la anorexia, el cerebro parece priorizar el suministro de energía, posiblemente a expensas de otros órganos y sistemas.

Este fenómeno podría explicarse por mecanismos evolutivos. El cerebro necesita mantenerse operativo para garantizar la toma de decisiones y la supervivencia, incluso en condiciones extremas. Sin embargo, esta adaptación tiene un coste: el resto del cuerpo sufre las consecuencias del déficit energético, lo que puede llevar a la disfunción de órganos, pérdida de masa muscular, problemas cardíacos y otras complicaciones graves.

Además, este “blindaje energético” podría estar relacionado con el desequilibrio en el sistema opioide. La actividad opioide elevada podría contribuir a que el cerebro se mantenga funcional a pesar de la falta de nutrientes, reforzando la sensación de bienestar asociada con la restricción alimentaria.

Comprender cómo el cerebro regula su energía en la anorexia es fundamental para desarrollar tratamientos más eficaces. Si el cerebro prioriza su propia función a costa del cuerpo, los enfoques terapéuticos deberían considerar no solo la nutrición, sino también los mecanismos neuroquímicos subyacentes.

Implicaciones para el tratamiento de los TCA

El descubrimiento de que el sistema opioide está alterado en la anorexia nerviosa abre la puerta a nuevas estrategias terapéuticas. Hasta ahora, los tratamientos para los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) han estado enfocados principalmente en la psicoterapia, la reeducación nutricional y, en algunos casos, la medicación para tratar síntomas asociados como la ansiedad y la depresión. Sin embargo, la evidencia sugiere que abordar este desequilibrio neuroquímico del cerebro podría ser clave para mejorar la recuperación.

Una posible línea de intervención sería el uso de fármacos dirigidos al sistema opioide. Actualmente, algunos medicamentos bloqueadores de los receptores opioides, como la naltrexona, se han utilizado en el tratamiento de adicciones y podrían tener potencial en la anorexia. Al reducir la actividad opioide elevada, estos fármacos podrían disminuir la sensación de placer asociada con la restricción alimentaria y facilitar la recuperación del apetito.

Además, comprender cómo el cerebro prioriza su energía en la anorexia puede ayudar a desarrollar mejores estrategias nutricionales. La realimentación en pacientes con anorexia es un proceso delicado, ya que el cuerpo está en un estado de adaptación extrema a la escasez de energía. Un tratamiento más personalizado, que considere cómo el cerebro maneja los recursos energéticos, podría mejorar la eficacia de la recuperación y reducir el riesgo de recaídas.

Este nuevo enfoque también resalta la importancia de tratar la anorexia desde una perspectiva integral, combinando la psicoterapia con intervenciones médicas basadas en la neurociencia. Si el sistema opioide está directamente involucrado en el refuerzo del trastorno, tratarlo de manera específica podría ser un paso crucial para mejorar la calidad de vida y el pronóstico de las personas que luchan contra esta enfermedad.

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  • Pak, K., Tuisku, J., Karlsson, H.K. et al. (2025). Anorexia nervosa is associated with higher brain mu-opioid receptor availability. Mol Psychiatry.

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Javi Soriano. (2025, febrero 10). Los trastornos alimenticios pueden ser causados por un desequilibrio cerebral. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/clinica/trastornos-alimenticios-pueden-ser-causados-por-desequilibrio-cerebral

Psicólogo

Javi Soriano es graduado en Psicología por la Universidad de Valencia y está acabando un Máster en Investigación Psicosocial. Le interesa todo lo que tiene que ver con las personas y la sociedad, pero le encanta leer y escribir sobre temas relacionados con el género, la sexualidad y las minorías. Es una persona muy curiosa a la que le encantan los debates y aprender de los demás.

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