Detectar y diagnosticar un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) puede ser un trabajo arduo para cualquier profesional de la salud mental. En primer lugar, esto se debe a que se trata de un trastorno del neurodesarrollo muy heterogéneo. Bajo esta categoría diagnóstica se incluyen, de acuerdo al DSM-V, a todos aquellos pacientes que presentan un conjunto de síntomas de inatención, hiperactividad y/o impulsividad presentes desde los primeros años de vida, que generan un impacto negativo en su vida y permanece por un período de más de seis meses de duración.
Aunque manuales como el DSM-V son de gran utilidad para el abordaje de los trastornos de la salud mental, el acercamiento que ofrece al TDAH está centrado exclusivamente en la observación de los síntomas del paciente para realizar un diagnóstico. Esto relegaría a un segundo plano otro tipo de procedimientos para detectar el TDAH como la evaluación neuropsicológica, la cual busca mediante pruebas estandarizadas evaluar las capacidades atencionales o las funciones ejecutivas de un paciente y, así, arribar a un diagnóstico más preciso. A continuación, desarrollaremos las particularidades del TDAH desde un punto de vista neurobiológico y expondremos en qué consiste la evaluación neuropsicológica para detectar este trastorno.
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El TDAH: ¿qué es?
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad es un trastorno del neurodesarrollo que puede ser observado a partir de un patrón de inatención y un patrón de hiperactividad-impulsividad que interfiere en el funcionamiento de la persona. El diagnóstico puede ser realizado tanto a niños como a adultos, aunque la literatura relativa al TDAH es más exhaustiva en relación a los niños. Algunos de los síntomas más característicos de la inatención son las dificultades para concentrarse en actividades recreativas o tareas escolares de forma prolongada, la alta distractibilidad, la tendencia a omitir detalles en las tareas escolares o en el trabajo, perder objetos, no escuchar cuando alguien más habla y el poco entusiasmo a quehaceres que requieren un esfuerzo atencional sostenido en el tiempo.
Por su parte, la hiperactividad se refleja en síntomas como las dificultades para permanecer sentado y podría estar asociada a la impulsividad, la cual se traduce en un niño o adulto que se inmiscuye en conversaciones ajenas, que responde antes de que el otro haya concluido una pregunta, o que no puede esperar su turno en alguna actividad. Una persona puede tener trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad-impulsividad.
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El cerebro de la persona con trastorno por déficit de atención
Actualmente, se reconoce que los déficits atencionales característicos del TDAH poseen una raíz neurobiológica. La actividad neuronal de nuestro sistema nervioso puede ser estudiada en términos de las áreas cerebrales y de las redes y circuitos a las que pertenece cada neurona. Los procesos cognitivos que se encuentran alterados en una psicopatología —como la atención, la memoria, la percepción— estarían, entonces, asentados en el mal funcionamiento de su sistema neuronal correspondiente en nuestro cerebro. En el caso del TDAH, este sistema es fundamentalmente el de las redes atencionales.
El sistema de la red atencional del cerebro humano está compuesto por tres redes neuronales, cuyo funcionamiento se ve alterado en el TDAH. Por un lado, la red de alerta está compuesta por la corteza cerebral del hemisferio derecho, las estructuras subcorticales y el sistema reticular, y está implicada en los procesos de mantenimiento de la vigilancia. Por otra parte, la red posterior, en la que está involucrada la corteza parietal, el colículo superior y el núcleo pulvinar, se vincula a la habilidad de priorizar ciertos estímulos sensoriales por sobre otros y orientarse a una tarea. Como sabemos, éstas dos facultades se ven alteradas con claridad en el TDAH. Por último, la red anterior o ejecutiva, que se vincula a la región frontal, está implicada en la detección de estímulos y en las funciones ejecutivas, como el control inhibitorio o la memoria de trabajo.
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¿En qué consiste la evaluación neuropsicológica?
Reconocer todos los síntomas clínicos es fundamental para detectar si una persona tiene TDAH o no. Sin embargo, existen muchos casos en los que no se presentan todos estos síntomas sino únicamente algunos de ellos. También hay personas que experimentan esta sintomatología pero no son capaces de tener conciencia de ello. En estas situaciones, la evaluación neuropsicológica puede ser fundamental para la detección del trastorno.
Como desarrollamos, la alteración en el funcionamiento del sistema de la red atencional del cerebro podría desembocar en la aparición de ciertas características cognitivas en los niños y adultos con TDAH. La evaluación neuropsicológica busca mediante pruebas estandarizadas o tests dar cuenta del rendimiento de la persona en relación a una función específica como la atención.
Las personas con TDAH tienden a presentar cuadros de disfunción ejecutiva. Esto incluye fallas en la planificación, dificultades para inhibir conductas inapropiadas de acuerdo al contexto social —lo que se traduce en, por ejemplo, comportamientos impulsivos como interrumpir a otra persona cuando está hablando—, o una alteración en la flexibilidad cognitiva, que supone la dificultad para modificar un plan o estrategia de forma adaptativa en relación al medio. También, las personas con TDAH suelen tener menor fluidez verbal semántica y menor internalización del lenguaje que personas sin este trastorno del desarrollo.
Existen pruebas que están avaladas para poner a prueba estas capacidades y son tenidas en cuenta por el profesional que lleva a cabo una evaluación neuropsicológica para detectar si alguien tiene TDAH. Sin embargo, este proceso no solo sirve para poder confirmar si alguien presenta este trastorno sino también para descartar la posibilidad de que exista otra hipótesis que sea capaz de explicar mejor los síntomas y alteraciones neurobiológicas del paciente que el diagnóstico por TDAH (esto es, realizar un diagnóstico diferencial). Por ejemplo, un niño podría presentar un trastorno del aprendizaje no verbal, un tempo cognitivo lento, un trastorno del desarrollo de la inteligencia, altas capacidades, etcétera.
La importancia de la evaluación neuropsicológica: una mirada hacia dentro
En definitiva, los avances logrados en materia de conocimiento científico sobre el funcionamiento de nuestro cerebro —gracias a los estudios con neuroimagen y a las investigaciones por resonancia magnética funcional— no han hecho más que abrillantar la importancia de la evaluación neuropsicológica para la detección de trastornos del desarrollo como el TDAH. Prestar atención a los síntomas del paciente sigue siendo crucial para el diagnóstico, pero la evaluación neuropsicológica conserva el lugar privilegiado de poder observar las alteraciones de las funciones cognitivas, más allá de esos síntomas, que también podrían ser indicadores claves para una detección rápida.