Rascarse por Ansiedad: sus efectos, causas y posibles soluciones

Veamos por qué muchas personas se rascan al sentirse ansiosas, y cómo solucionar este problema.

Rascarse por Ansiedad

2Un refrán muy extendido hoy en día dice: "el cuerpo es sabio". Como ya sabrás, solemos emplear esta frase para referirnos a la importancia de atender a las necesidades del cuerpo, porque si no lo hacemos, este es capaz de obligarnos a detenernos. Si pudiéramos esclarecer todavía un poco más dicho refrán, este enfatizaría en la idea de que el cuerpo es expresivo. Por más que no nos demos cuenta en la vorágine diaria, es a través de él que canalizamos nuestros estados emocionales más intensos.

En una cotidianeidad sellada por la rapidez, la productividad y por llevar las agendas colapsadas, es frecuente que tendamos a pasar por alto las emociones que interfieren en ese camino. No obstante, en tanto es expresivo, el cuerpo nos enseña las consecuencias de cómo nos relacionamos con nuestras propias emociones: la mandíbula apretada y los dientes chirriantes, los puños cerrados, el cuello tenso, las uñas mordidas. Rascarse es una conducta no verbal que podríamos llevar a cabo si evitamos estar en contacto con nuestra ansiedad, y que hasta incluso podría pasar desapercibida por más daño físico que nos pueda generar. A continuación, veremos cuáles son los motivos por los que nos rascamos al sentirnos ansiosos y qué podemos hacer al respecto.

Ansiedad: qué es y cómo se manifiesta

Afortunadamente, cada vez se habla más acerca de la ansiedad. Sin embargo, debido a la abundancia de información que existe acerca de la ansiedad es probable que no tengamos en claro qué entender por ella. Y es que, asimismo, existen múltiples conceptualizaciones del término. Eso sí, podríamos exponer que existe cierto consenso en que la ansiedad es un estado emocional experimentado con desagrado por un individuo, y surge cuando éste percibe una situación amenazante, ya sea real o no.

La ansiedad, por sí misma, es adaptativa. Esto quiere decir que, a nivel evolutivo, ha permitido que nuestros ancestros se enfrenten con eficacia a situaciones de peligro que pusieran en juego su supervivencia. Pero también se dice que es adaptativa ya que necesitamos de ese sistema de alerta para enfrentarnos a los desafíos de la actualidad. Sentirnos ansiosos nos permite actuar ante amenazas, como presentarnos a un examen difícil o acudir a un evento social importante para nosotros; nos permite emplear conductas evitativas o de enfrentamiento según lo que consideremos oportuno. De tal modo, el hecho de que podamos sentir ansiedad es una gran virtud, pero puede llegar a ser patológica cuando quien la padece es incapaz de reconocer su presencia o, si fuera capaz de hacerlo, ésta podría resultarle incapacitante para actuar y resolver el problema en cuestión.

Asimismo, la ansiedad posee un alto grado de activación fisiológica. Esta suele manifestarse a partir de síntomas físicos como el aumento del ritmo cardíaco, sudoración o hiperventilación. También puede expresarse mediante síntomas cognitivos como sentirse mareado, confundido, irritable; tener dificultades para concentrarse o para razonar. A menudo, estos síntomas pueden ser advertidos y enunciados por la persona, pero también manifestarse silenciosamente mediante conductas no verbales como comerse las uñas o rascarse con intensidad.

¿Por qué nos rascamos por ansiedad?

Ahora sabemos que rascarnos puede ser una conducta que llevemos a cabo ante la ansiedad. Es importante resaltar ese ante, ya que la ansiedad, por sí misma, no suele producir picazón; pero sí es algo que las personas podemos hacer frente a ella. ¿Y por qué? Pues bien, sólo pensémoslo: la conducta de rascarse puede suponer un alivio momentáneo a la experiencia desagradable que supone sentir ansiedad.

Rascarnos es una estrategia que empleamos para no sentir las sensaciones físicas tan incómodas que la ansiedad acarrea (aquellas que mencionábamos antes). Como no queremos experimentarlas, hacemos otra cosa para desviarnos de «estar ahí», junto a la ansiedad. Aunque no lo parezca, es algo relativamente común (de hecho, las personas no somos las únicas que lo hacemos: hasta se ha encontrado que el rascado es un indicador comportamental de la ansiedad en chimpancés).

Esta estrategia por sí misma no tendría nada de malo si no fuera porque la conducta de rascarnos nos provoca un daño. Rascarse en exceso puede devenir en heridas o infecciones en la piel. Otro de los problemas de emplear esta estrategia es que puede volverse una forma disfuncional de enfrentarnos a las situaciones de la realidad. O sea, si cada vez que sentimos ansiedad nos rascamos frenéticamente, podemos estar tomando un camino poco eficiente para resolver las situaciones que consideramos importantes. Y, por si fuera poco, aunque obtengamos cierto placer a corto plazo tras rascarnos… no conseguiremos eliminar por completo la ansiedad, sino que muy probablemente luego aparecerá una nueva situación que nos haga sentir ansiosos otra vez (reiniciando bucle de rascado-placer-ansiedad). De este modo, podemos ver cuán ineficaz puede esta conducta ser, dando como único resultado final del ciclo dañarnos la piel.

Qué hacer ante el rascado por ansiedad

Sabiendo que el problema de rascarnos reside en que se trata de un recurso poco útil para actuar cuando sentimos ansiedad, lo que podemos hacer es intentar poner en práctica estrategias más funcionales en consecuencia.

En lugar de intentar repeler a la ansiedad, suele ser una mejor idea aprender a estar junto a ella, permitiéndonos sentir en nuestro cuerpo las sensaciones que este estado emocional conlleva. La ansiedad tiene principio, un punto cúlmine, y fin. Entonces, advertir de estos elementos es el primer paso para dejar de rascarse por ansiedad. En este sentido, veamos algunos consejos para combatir la tendencia a rascarse por ansiedad:

  • Llevar las uñas muy cortas siempre.
  • Domir lo suficiente para reducir el nivel de ansiedad.
  • Gestionar el tiempo para mantener la atención centrada siempre en un objetivo a corto plazo.
  • Practicar técnicas de relajación.

Sin embargo, acercarnos a las sensaciones desagradables de la ansiedad puede resultar una tarea abrumadora cuando no estamos acostumbrados a ello.

Javier Ares Arranz

Javier Ares Arranz

Psicólogo especialista en Depresión, Ansiedad y Pareja.

Profesional verificado
Madrid
Terapia online

Es por tal motivo que iniciar un proceso de psicoterapia, si no lo estás haciendo aún, es el mejor modo de comenzar a aprender nuevas maneras de vincularse con la ansiedad y con otras experiencias internas incómodas.

  • De Ávila, U. R., Agudelo, A. M. A., y Pineda, A. P. A. (2011). Inteligencia emocional y ansiedad en estudiantes universitarios. Psicogente, 14(26), 310-320.
  • Baker, K. C., y Aureli, F. (1997). Behavioural indicators of anxiety: an empirical test in chimpanzees. Behaviour, 134(13-14), 1031-1050.

Psicólogo

Madrid
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Psicólogo General Sanitario con diferentes estudios de posgrado que avalan su especialización en Terapia Cognitivo Conductual y técnicas de Tercera Generación para el tratamiento de la depresión, los trastornos de ansiedad, terapia de pareja y habilidades sociales.

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