El 20 de junio de 1739, la Royal Antiquity Society de Londres se reunió en la Mitre Tavern, como de costumbre, para debatir sus hallazgos. Pocos sabían que aquel día iba a revolucionar la historia, puesto que uno de los miembros, el señor North, del distrito de Hartfordshire, presentó ante los congregados un extrañísimo objeto: una especie de bola de metal, con 12 lados pentagonales exactos y una serie de perforaciones y bolas en cada uno de ellos.
El enigmático objeto había sido hallado en un lugar de Hartfordshire llamado Hagdale, y ningún científico se ponía de acuerdo sobre qué era y para qué servía. Lo más peculiar del asunto es que el misterioso dodecaedro estaba acompañado de varias monedas, lo que demostraba el valor que se le daba en su época, pues había sido enterrado ex profeso junto con un tesoro.
A partir de entonces, el objeto, que pasó a denominarse ‘dodecaedro romano’, ha estado en el punto de mira de muchos investigadores, que intentan (de momento, en vano) hallar una explicación plausible. ¿Qué es el dodecaedro romano? ¿Para qué servía? Hoy te contamos más sobre este enigmático objeto que sigue intrigando a los arqueólogos.
¿Qué es el dodecaedro romano?
Se trata de una pieza singularísima, tanto por su diseño como porque todavía no se ha podido determinar para qué servía. El dodecaedro que Mr. North presentó aquel 21 de junio de 1739 no era el único existente, pues se han encontrado más piezas a lo largo del antiguo Imperio romano: casi un centenar, repartidos desde Gales a Hungría y desde Francia hasta Italia.
A pesar de que sus dimensiones pueden variar, en general suelen tener una media de 5 cm, aunque algunos alcanzan más de 10. En cuanto al material, la mayoría están fabricados en metal (bronce, en concreto), pero también se han encontrado dodecaedros realizados en piedra. En cualquier caso, todos ellos siguen una misma estructura: doce lados pentagonales perfectamente visibles, con un orificio en el centro y un ornamento en forma de bola en los vértices.
Hasta aquí, la descripción física. Pero ¿para qué servían? ¿Por qué se han encontrado tantos ejemplares? ¿Eran realmente tan apreciados como demuestra el primer hallazgo, en el que el dodecaedro estaba escondido junto a unas monedas?
Hasta el momento, solo hipótesis
Las fuentes romanas no mencionan en ningún momento su uso, por lo que los estudiosos solo pueden trabajar con hipótesis. Entre las que han circulado por el ámbito académico, encontramos las siguientes:
- Uso como candeleros: al haberse encontrado restos de cera en el interior de algunos dodecaedros, algunos expertos piensan que podría tratarse de artefactos para la iluminación de interiores.
- Armas para la guerra: se trata de una hipótesis que se extendió a principios del siglo XX, quizá sugestionada por el auge bélico de la Primera Guerra Mundial.
- Dados para el juego: otra teoría sostiene la posibilidad de que los dodecaedros romanos fueran una especie de dados para un juego concreto, pero no se ha hallado confirmación en las fuentes.
- Calibradores: se ha barajado también la teoría de que estos objetos sirvieran para calibrar las tuberías de agua del entramado urbano romano.
- Base para el águila imperial: otra de las hipótesis sostiene que los dodecaedros podrían ser la base de sustento de los estandartes del águila romana.
- Medidores: algunos estudiosos consideraron esta posibilidad, que se descartó en seguida por tener los dodecaedros encontrados diferentes tamaños.
- Objetos para la adivinación: se trata de una teoría bastante plausible, entre otras cosas, porque la mayoría de dodecaedros se han encontrado en zonas de la Galia y de Britania, donde abundaba la cultura druídica.
Esta última teoría, la que sostiene que el dodecaedro romano podría haber sido utilizado en rituales religiosos, es la que actualmente tiene más peso. Ya los griegos relacionaban el cosmos con la geometría; en este caso, el dodecaedro podría simbolizar el todo universal y podría ser un objeto fundamental para ciertas liturgias.
¿Vehículo para rituales?
El enigma de los dodecaedros romanos aumentó en el año 2024, cuando se realizó en Gran Bretaña el descubrimiento del último de estos objetos. Se trata de un ejemplar compuesto, según los análisis, de cobre, plomo, estaño y zinc (este último en menor cantidad, solo un 0,5%), así como trazas de hierro. El tamaño de este dodecaedro lo incluiría entre los más grandes, puesto que su altura es de 8 cm.
El equipo encargado del descubrimiento manifestó públicamente su creencia de que, efectivamente, estos objetos romanos estarían vinculados a rituales. La hipótesis bélica, por ejemplo, se descarta por la falta de desgaste en las piezas, que debería estar forzosamente presente si estas se hubieran usado como armas. Por otro lado, la teoría de que los dodecaedros eran utensilios para medir está desestimada desde el principio, ya que estos objetos tienen medidas diversas, por lo que no serían útiles para esta función.
Teniendo en cuenta que la sociedad romana era eminentemente supersticiosa, y considerando que muchos dodecaedros se han encontrado en zonas de cultura druídica, no es descabellado pensar que estos enigmáticos objetos tenían un uso ritual. En cualquier caso, la falta de fuentes y la carencia absoluta de inscripciones en ellos dificultan enormemente la comprensión de su función.


Newsletter PyM
La pasión por la psicología también en tu email
Únete y recibe artículos y contenidos exclusivos
Suscribiéndote aceptas la política de privacidad