A lo largo del mundo existen una gran cantidad de mitos y tradiciones, procedentes de la amplia diversidad de culturas que han habido (y siguen habiendo) a lo largo de la historia. Una de las mitologías que más suele fascinar al mundo occidental es la japonesa, la cual genera gran interés y se ha ido popularizando a lo largo del tiempo.
Son múltiples los mitos y leyendas japonesas a través de las cuales los antiguos pobladores de la isla intentaban dar una explicación al mundo que les rodeaba, y que siguen siendo objeto de inspiración para múltiples escritores y artistas.
Es por ello que a lo largo de este artículo vamos a hacer una breve recolección de diez leyendas japonesas, cortas o más complejas, prueba de la riqueza cultural de esta región de Asia. Estas nos permiten ver la perspectiva tradicional del pueblo nipón respecto a temas temas tan diversos como el amor o el origen de elementos de la naturaleza o la geografía de su territorio.
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Una selección de las leyendas japonesas más populares
A continuación os dejamos con una breve recolección de doce leyendas japonesas altamente conocidas y relevantes, que nos explican desde el folclore nipón el porqué de la existencia de elementos de la naturaleza o historias de amor o terror en base a dioses, criaturas y espíritus propios de su mitología.
1. El cortador de bambú y la princesa de la Luna
Una de las figuras mitológicas más conocidas de japón es la Kaguya-hime, sobre la cual existen numerosas leyendas. Entre ellas podemos observar cómo algunas de sus leyendas hacen referencia a algunos de los elementos geográficos más relevantes de la isla, como el monte Fuji. Una de ellas es la siguiente, que además incorpora referencias al porqué de la neblina que recubre dicho monte (en realidad un volcán que aún manifiesta cierta actividad).
Según la leyenda hubo una vez una humilde pareja de ancianos que nunca había podido tener hijos pese a desearlo profundamente. Para vivir, la pareja dependía de la recolección de bambú y de su uso para elaborar diferentes artículos. Una noche, el anciano se internó en el bosque para cortar y recoger bambú, pero de repente se dió cuenta de que una de las muestras que había cortado brillaba a la luz de la Luna. Tras examinar el tallo, encontró dentro de él a una pequeña niña, de pocos centímetros de tamaño.
Dado que su mujer y él nunca habían podido tener hijos, el hombre la llevó a su hogar, donde la pareja le daría el nombre de Kaguya y decidiría criarla como a su hija. Además de ello, la rama de la cual había salido la niña empezó con el tiempo a generar oro y piedras preciosas, haciendo rica a la familia.
La niña fue creciendo con el paso del tiempo, convirtiéndose en una hermosa mujer. Su belleza sería tal que empezaría a tener numerosos pretendientes, pero ella se negó a casarse con ninguno. Las noticias sobre su belleza llegaron a oídos del emperador, quien intrigado solicitó que acudiera a su presencia, a lo que Kaguya-hime se negó. Ante la negativa el emperador acudiría en persona a visitarla, cayendo rápidamente enamorado de ella y pretendiendo llevarla con él a su castillo, a lo que la joven también se negaría. A partir de entonces el emperador seguiría manteniendo la comunicación con Kaguya-hime a través de numerosas cartas.
Un día, la joven habló con su padre adoptivo sobre el porqué de sus negativas, así como el motivo por el que cada noche pasaba las horas mirando al cielo: ella provenía de la Luna, su hogar, de la cual era princesa y a la cual estaba destinada a volver en poco tiempo. Angustiados, los padres se lo comunicaron al emperador, el cual envió guardias para intentar evitar que la mujer fuera devuelta a la Luna.
Pese a las medidas de seguridad, una noche de luna llena una nube descendió desde la Luna con intención de llevársela. Antes de partir de nuevo a su hogar natal, sin embargo, Kaguya-hime se despidió de sus padres y dejó atrás una carta de amor para el emperador, junto con una botella en la que le dejaba al segundo el elixir de la vida eterna. La carta y la botella le fueron entregados al emperador, quien decidió llevarlos a la montaña más alta y crear una hoguera. Allí, una vez salió la Luna, el emperador arrojó la carta y el elixir al fuego, generando un humo que ascendería hacia el lugar donde había partido su amada. Ese monte es el monte Fuji-yama, y aún hoy en día podemos ver en su cima el humo procedente de la hoguera del emperador.
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2. El hilo rojo del destino
Una de las leyendas de amor más conocidas del pueblo nipón es la que nos habla del hilo rojo del destino, el cual parte de nuestro meñique (el cual es irrigado por la misma arteria que el dedo corazón, algo que terminó por asociar el primero con la transmisión de sentimientos) para atarse al de otra persona a la cual estamos destinados a conocer, manteniendo un profundo vínculo con ellas. Se trata de leyendas que suelen hablan de amores que están predistinados a ocurrir. Aunque existe más de una leyenda basada en este concepto, la más famosa es la que sigue.
Dice la leyenda que hace muchos años, un emperador recibió la noticia de que existía en su reino una poderosa hechicera capaz de ver el hilo rojo del destino. El emperador la mandó traer ante su presencia, solicitando que le ayudara a encontrar a la que debía ser su esposa.
La hechicera aceptó y empezó a seguir dicho hilo, llevando a ambos a un mercado. Allí, la hechicera pararía frente a una plebeya, una campesina pobre que vendía productos en el mercado con su bebé en brazos. Luego, la hechicera le dijo al emperador que allí terminaba su hilo. Sin embargo, y viendo que estaba ante una campesina de gran pobreza, el emperador pensó que la hechicera se estaba burlando y empujó a la campesina, haciendo que su bebé cayera y se hiciera una gran herida en la cabeza. Tras ordenar la ejecución de la hechicera, el emperador volvió al palacio.
Muchos años más tarde y guiado por sus consejeros, el emperador decidió desposar a la hija de uno de los generales más importantes del país, si bien no la vería hasta el día de la boda. Ese día, al verle la cara por primera vez, descubrió que su futura esposa tenía una cicatriz en la cabeza, producto de una caída cuando era bebé. Evidentemente: tal y como la hechicera había pronosticado, la mujer que iba a compartir su vida era el bebé de la campesina.
Esta es una de las leyendas japonesas que hablan sobre el concepto de la predestinación, concretamente aplicado al tema del amor. El mito de la media naranja encuentra en esta historia un reflejo en su versión oriental.
3. Sakura y Yohiro
Otra de las leyendas más conocidas nos explica a partir de una historia de amor el origen y floración de uno de los árboles más hermosos y emblemáticos de Japón: el cerezo. La historia es la siguiente.
Dice la leyenda que hace mucho tiempo, en un tiempo de grandes conflictos bélicos, existía un bosque lleno de hermosos árboles. Todos ellos tenían copa abundante y florida, y era tal su belleza y el consuelo que ofrecían que ningún combate tenía lugar en el bosque. Todos menos uno: había un joven ejemplar que nunca florecía, y al que nadie se acercaba debido a su aspecto seco y de apariencia decrépita.
Un día un hada, viendo la situación del árbol, se conmovió y decidió ayudarle: le propuso al árbol lanzarle un hechizo gracias al cual podría sentir lo mismo que un corazón humano a lo largo de veinte años, con la esperanza de que la vivencia de la emoción le hiciese florecer. Además durante dicho periodo podría transformarse en ser humano a voluntad. Sin embargo, si después de dichos años no lograba recuperarse y florecer, moriría.
Tras aceptar el hechizo y recibir la capacidad de sentir y transformarse, el árbol empezó a internarse en el mundo de los hombres. Lo que encontró fue guerra y muerte, algo que le hizo rehuirlos durante largos períodos. Fueron pasando los años y el árbol iba perdiendo la esperanza. Sin embargo, un día en el que se tornó humano, el árbol se encontró en un arroyo a una bella joven, que le trató con gran amabilidad. Se trataba de Sakura, con quien tras ayudarla a llevar agua hasta su hogar sustuvo una larga conversación sobre el estado de la guerra y el mundo.
Al preguntarle la joven su nombre, el árbol consiguió balbucear Yohiro (esperanza). Fueron viéndose todos los días, surgiendo una profunda amistad. Dicha amistad terminaría poco poco haciéndose más profunda, hasta llegar a ser amor. Yohiro decidió contarle a Sakura lo que sentía por ella, junto con el hecho de que era un árbol a punto de morir. La joven calló.
Cuando faltaba poco para que acabaran los veinte años del hechizo, Yohiro se tornó árbol de nuevo. Pero aunque no lo esperaba, Sakura llegó y le abrazó, contándole que también le quería. En ello apareció de nuevo el hada, ofreciendo a la joven Sakura dos opciones: seguir siendo humana, o fundirse con el árbol. Sakura eligió fundirse por siempre con Yohiro, algo que dió lugar a las flores del árbol: el cerezo. A partir de ese momento su amor puede verse durante la floración del cerezo.
4. La leyenda de Yuki Onna
Yuki-Onna es un yokai o espíritu, de forma femenina, que aparece durante las noches de nieve para alimentarse de la energía vital de quienes se pierden en su territorio y transformarles en estatuas heladas. Este ser forma parte de varias leyendas, representando la muerte por congelación. Entre ellas una de las que más destaca es la que sigue.
Dice la leyenda que un día dos jóvenes leñadores y carpinteros, Mosaku y Minokichi, volvían a casa del bosque cuando se vieron inmersos en una tormenta de nieve. Ambos, maestro y alumno respectivamente, se refugiaron en una cabaña y al poco tiempo se durmieron.
Sin embargo, en ese momento una ráfaga abrió la puerta con violencia, entrando junto con ella una mujer vestida blanco que, acercándose al maestro Mosaku, absorbió su energía vital y lo congeló, algo que lo mató en el acto. El joven Minokichi estaba paralizado, pero al ver su juventud Yuki-Onna decidió perdonarle a cambio de que jamás revelara lo sucedido, en cuyo caso lo mataría. El joven accedió.
Un año después, Minokichi conoció y posteriormente se casó con una joven de nombre O-Yuki, con quien tuvo hijos y una relación feliz. Un día, el joven decidió contarle a su esposa lo que había vivido. En ese momento O-Yuki se transformó, descubriéndose como Yuki-Onna y dispuesta a matar a Minokichi tras haber rote este su pacto. Sin embargo en el último momento decidió perdonarle al considerarlo buen padre, y tras dejar a sus hijos al cuidado de Minokichi abandonó el hogar para no volver jamás.
5. Shita-kiri Suzume: el gorrión de la lengua cortada
Algunas leyendas japonesas antiguas tienen forma de fábula que nos muestra el precio de la codicia y la virtud de la bondad y la mesura. Una de ellas es la leyenda del gorrión de la lengua cortada.
Esta historia nos narra cómo un noble y benevolente anciano fue al bosque a cortar leña, para encontrarse con un gorrión herido. El anciano se apiadó del ave, llevando al animal a su casa para cuidarlo y alimentarlo. La esposa del anciano, una señora codiciosa y avara, no lo apoyaba, pero eso no le detuvo. Un día en que el anciano tuvo que volver al bosque, la mujer dejó al ave herida sola, la cual encontró harina de maíz que terminó por comerse. Al volver esta, viendo que se la había terminado, se enfadó y le cortó la lengua al gorrión antes de expulsarlo de la casa.
Más tarde, al volver el anciano leñador y enterarse de lo ocurrido, salió a buscarlo. En el bosque y con la ayuda de algunos gorriones, el anciano halló la posada de los gorriones, donde fue bienvenido y pudo saludar al que él había salvado. Al despedirse, los gorriones le dieron a elegir como regalo de agradecimiento entre dos cestas, una grande y otra pequeña.
El anciano escogió la pequeña, para descubrir una vez en casa que ocultaba un tesoro de gran valor. Su esposa, tras saber la historia y que existía otra cesta, acudió a la posada y exigió el otro cesto para ella. Se lo dieron con la advertencia de que no la abriera hasta llegar a su casa. Pese a ello la anciano los desoyó, abriendo el cesto en plena montaña. Ello provocó que lo que viese en su interior fueran diversos monstruos, algo que la asustó de tal modo que tropezó y cayó montaña abajo.
Esta es una de las leyendas japonesas que tratan el tema de la avaricia, algo muy discutido en la cultura popular de muchas sociedades. Su trasfondo moral se hace evidente, al mostrar un caso de premio obtenido no mediante el esfuerzo y el trabajo sino mediante la arrogancia.
6. Amemasu y los tsunamis
Japón se encuentra en un territorio que, por su situación geológica y desde la antigüedad, resulta frecuentemente castigado por numerosas catástrofes naturales como los terremotos o los tsunamis. En este sentido también podemos encontrar mitos y leyendas que intentan dar una explicación al porqué de los dichos fenómenos. Un ejemplo lo encontramos en la leyenda de Amemasu, la cual intenta explicar el porqué de los tsunamis.
Dice la leyenda que en la antigüedad existía un gigantesco yokai (término que hace referencia a un conjunto de espíritus sobrenaturales de gran poder que conforman buena parte de la mitología japonesa) en forma de ballena llamado Amemasu, el cual habitaba el lago Mashu de tal manera que su enorme cuerpo bloqueaba el paso de las aguas del océano Pacífico.
Un día, un pequeño ciervo se acercó al lago con el fin de saciar su sed. En ese momento el gigantesco yokai saltó para comerse al ciervo, engulléndolo en el acto. El pequeño ciervo, dentro de Amemasu, lloró. Lloró de tal forma que sus lágrimas, de una pureza excepcional, perforaron el estómago de la bestia con tal fuerza que se abrió una agujero en las tripas de Amemasu, matándolo a la par que dejaba salir al ciervo.
La muerte del yokai fue vista por una ave que pasaba por la zona, la cual correría a las distintas aldeas para avisar del peligro de que la muerte del ser suponía, el ser su cuerpo el que frenaba las aguas del océano. Sin embargo, con la excepción de los Ainu, que huyeron a territorios elevados, la mayoría de pobladores de la isla sintieron curiosidad y acudieron al lago con el fin de ver lo sucedido.
Una vez allí y viendo el enorme cuerpo del yokai decidieron comérselo sin ningún respeto. Pero eso tuvo graves consecuencias: tras haber sido devorado el cuerpo de Amemasu había desaparecido lo que bloqueaba las aguas del Pacífico, con lo que en ese mismo momento las aguas contenidas anegaron la zona y mataron a todos los presentes.
Ello causaría el primer tsunami, el cual únicamente dejaría con vida a los Ainu, quienes hicieron caso de las advertencias del ave. Se dice que después de ello, el resto de tsunamis que asolan Japón son causados por la ira del espíritu ante los crímenes dirigidos a los animales del mar.
7. Teke-teke
Una leyenda urbana de terror basada en los tiempos modernos, la historia de Teke-teke nos cuenta cómo una joven tímida que se transformó en un espíritu que sigue rondando las estaciones de tren del país.
La leyenda nos cuenta cómo una joven tímida y frágil era víctima de acoso escolar. La joven recibía constantes vejaciones y humillaciones, sin poder defenderse. Un día, la joven estaba absorta en sus pensamientos y esperando un tren para volver a su hogar cuando algunas de sus torturadoras la avistaron.
Estas cogieron una cigarra del camino, lanzándosela a la espalda. Cuando el animal empezó a cantar en su espalda, la chica se asustó y cayó a las vías, de tal manera que justamente pasó un tren por encima: la muchacha murió, siendo partida en dos por el tren.
A partir de entonces se dice que durante las noches es posible ver la parte superior su cuerpo arrastrándose con sus uñas, buscando su otra mitad de manera desesperada e iracunda. Si encuentra alguien, le pregunta por dónde están sus piernas, y en ocasiones las ataca con sus garras (llegando empujar a otras personas a las vías e incluso matarlas y transformarlas en criaturas como ella).
8. Yamaya no Orochi
Las leyendas japonesas incluyen a menudo también la presencia de diversos dioses sintoístas, además de grandes gestas y la obtención de tesoros. Un ejemplo de estas es la leyenda del dragón Yamaya no Orochi.
La leyenda nos dice como en el inicio de los tiempos la humanidad convivía en la misma tierra con deidades y bestias, estando en equilibrio y ayudándose los unos a los otros. Sin embargo, llegó un momento en el que el dios Izanagi entró en conflcito con su esposa Izanami, algo que destruyó el equilibrio para siempre.
En el contexto de la guerra entre ambos dioses, la maldad surgió en muchas deidades, y vinieron al mundo los oni y los dragones (naciendo estos últimos de la la vegetación que había absorbido la sangre de los dioses). Entre estos últimos seres surgió un de los dragones más poderosos, Yamata no Orochi, el cual contaba con ocho cabezas y colas. La criatura demandó a los pobladores humanos de Izumo el sacrificio de ocho muchachas cada noche de luna llena, una vez al mes.
Los ciudadanos fueron cumpliendo con el sacrificio, quedándose poco a poco sin doncellas. El líder de Izumo tuvo una hija, Kushinada, la cual al llegar los dieciséis años vio como las últimas doncellas eran sacrificadas. Ella sería la próxima. Pero un día el dios Susanowo llegó a Izumo y se enamoró de Kushinada. El dios prometió destruir a Yamata no Orochi si a cambio le concedían la mano de la joven, algo a lo que el rey accedió rápidamente.
Cuando llegó la noche en que Kushinada iba a ser sacrificada, Susanowo se disfrazó de sirviente y agasajó al dragón con ocho barriles de licor antes de que empezara el banquete en que la joven iba a morir. El dragón bebió, cada cabeza de un barril, hasta llegar a estar ebrio y dormirse. Tras ello, el dios Susanowo procedió a cortarle las cabezas y las colas al ser, así como sus entrañas. De entre los restos extrajo la espada Kusanagi no Tsurugi, el espejo de Yata no Kagami y el medallón Yasakani no Magatama, los tres tesoros imperiales de Japón.
9. El pescador y la tortuga
Muchas leyendas japonesas se basan en promover la bondad y la virtud, así como hacer referencia a la necesidad de escuchar las advertencias. Es lo que ocurre con la leyenda del pescador y la tortuga, la cual es también una de las más antiguas referencias a los viajes en el tiempo.
La leyenda nos cuenta que había una vez un pescador llamado Urashima, el cual un día observó como en la playa unos niños estaban torturando a una tortuga gigante. Tras encararse a ellos y pagarles unas monedas para que la dejaran, ayudó al animal a volver al mar. Al día siguiente, pescando en el mar, el joven oyó una voz que le llamaba. Al volverse vio de nuevo a la tortuga, la cual le comentó que era servidora de la reina de los mares y que esta quería conocerle (en otras versiones, la propia tortuga era la hija del dios del mar).
La criatura le llevó al Palacio del Dragón, donde el pescador fue bien recibido y agasajado. Se quedó allí por tres días, pero tras ello quiso volver a su hogar dado que sus padres tenían una edad avanzada y quería visitarlos. Antes de partir, la deidad del mar le otorgó una caja, que le advirtió nunca debía abrir.
Urashima volvió a la superficie y se dirigió hacia su casa, pero según iba llegando fue viendo que la gente era extraña y los edificios estaban diferentes. Al llegar a su caso la encontró totalmente abandonada, y tras buscar a su familia no pudo encontrarla. Preguntando a los vecinos, algunos ancianos le dijeron que en esa casa vivió hace mucho una anciana con su hijo, pero este se ahogó. Pero la mujer había muerto hacía mucho, antes de que él naciera, y con el tiempo el pueblo había ido desarrollándose. Aunque para Urashima apenas habían pasado unos días, en el mundo habían pasado varios siglos.
Añorando el tiempo pasado en el Palacio del Dragón, el joven miró la cajita con la que la deidad del mar le había obsequiado, y decidió abrirla. Desde el interior surgió una pequeña nube, que empezó a partir hacia el horizonte. Urashima la siguió hacia la playa, pero cada vez le costó más avanzar y empezó a notar más y más debilidad. su piel se arrugó y cuarteó, como la de una persona de edad avanzada. Al llegar a la playa terminó de comprender que lo que guardaba la caja no eran otra cosa que los años que habían pasado para él, que tras abrirla volvían a su cuerpo. Murió poco después.
10. La leyenda de Tsukimi
Algunas leyendas japonesas nos narran el origen de algunas celebraciones y tradiciones, como la leyenda de Tsukimi, la cual explica la tradición de observar la Luna el primer día del otoño.
Dice la leyenda que había una vez un anciano peregrino se encontró un día con varios animales, como el mono, el zorro o la el conejo. Agotado y hambriento, les pidió ayuda para conseguir alimento. Mientras que el zorro cazó un ave y el mono recogió frutos de los árboles, el conejo no conseguía nada que el ser humano pudiera comer.
Viendo al anciano tan agotado y débil, el animal decidió encender un fuego y lanzarse a él, ofreciendo su propia carne como alimento. Ante el noble gesto, el anciano reveló su verdadera identidad: se trataba de una poderosa deidad, la encarnación de la propia Luna, la cual decidió recompensar el gesto del conejo llevándolo a la Luna junto a él.
11. Hanasaka Jiisan: El anciano que hacía florecer los árboles
La leyenda de Hanasaka Jiisan nos cuenta una historia que exalta la bondad y la gratitud mientras condena la avaricia y la crueldad. Este cuento popular es especialmente conocido por su moraleja sobre la generosidad y el respeto hacia la naturaleza y los demás.
Había una vez un anciano bondadoso que vivía junto a su esposa en un pequeño pueblo. Aunque eran pobres, su vida era tranquila y feliz, acompañados de su fiel perro, Shiro. Un día, mientras el anciano trabajaba en el campo, Shiro comenzó a ladrar y a escarbar en la tierra. Intrigado, el anciano lo siguió y empezó a cavar en el lugar señalado. Para su sorpresa, desenterró una gran cantidad de monedas de oro.
El anciano y su esposa agradecieron su buena fortuna y continuaron viviendo humildemente. Sin embargo, un vecino codicioso al enterarse de lo sucedido, exigió que le prestaran a Shiro para buscar tesoros en su propio terreno. A pesar de las reservas del anciano, accedió. El vecino, impaciente, obligó al perro a excavar en diferentes lugares, pero no encontró nada. Enfurecido, el hombre golpeó y mató al perro, enterrándolo en su campo.
Cuando el anciano supo lo sucedido, quedó devastado. Fue al lugar donde Shiro estaba enterrado y, lleno de tristeza, plantó un árbol en su honor. Con el tiempo, el árbol creció fuerte y robusto. Una noche, Shiro se le apareció en sueños y le pidió que cortara el árbol y fabricara un mortero con su madera. El anciano obedeció, y al usar el mortero, descubrió que este tenía el poder de convertir el arroz en oro.
El vecino codicioso, al escuchar esto, robó el mortero. Sin embargo, cuando intentó usarlo, el mortero solo producía cenizas. Furioso, lo destruyó. Pero el anciano, en su infinita bondad, recogió las cenizas del mortero roto. Más tarde, descubrió que al esparcirlas sobre los árboles secos, estos florecían milagrosamente, incluso en pleno invierno.
El anciano fue invitado al castillo del señor feudal, donde demostró el poder de las cenizas haciendo que un cerezo marchito floreciera ante los ojos de todos. Como recompensa, el señor le otorgó riquezas y honores. Por otro lado, el vecino codicioso intentó imitarlo, pero sus cenizas solo ensuciaron el castillo, lo que le valió un severo castigo.
Esta leyenda es un recordatorio de que la bondad y la gratitud son recompensadas, mientras que la avaricia y la crueldad siempre acarrean consecuencias negativas.
12. La leyenda de la grulla agradecida
Otra de las leyendas japonesas que ensalza la bondad y la gratitud es la de la grulla agradecida, un relato que combina elementos de sacrificio y amor.
Un día de invierno, un humilde campesino caminaba por el bosque cuando encontró a una grulla atrapada en una trampa. El animal luchaba por liberarse, pero cuanto más lo intentaba, más se hería. Movido por la compasión, el hombre liberó al ave y la dejó marchar. La grulla alzó el vuelo, desapareciendo en el cielo.
Esa noche, alguien llamó a la puerta de la casa del campesino. Para su sorpresa, era una hermosa joven que pidió refugio del frío. Aunque vivía solo y apenas tenía comida, el hombre la acogió. Pasaron los días, y la joven se quedó con él, ayudándolo en sus tareas diarias. Pronto se casaron y comenzaron una vida sencilla pero feliz.
Un día, la joven le dijo al campesino que podía tejer telas para que las vendiera en el mercado y así mejorar su situación. Sin embargo, le puso una condición: él nunca debía entrar a la habitación donde tejía. El hombre aceptó, y la joven comenzó a producir telas tan finas y hermosas que pronto se hicieron famosas en todo el pueblo, atrayendo grandes sumas de dinero.
A pesar de su promesa, el campesino no pudo resistir la curiosidad. Una noche, mientras la joven tejía, decidió espiar por una rendija de la puerta. Para su sorpresa, vio a una grulla tejiendo con plumas que arrancaba de su propio cuerpo. Al descubrir que había sido observada, la joven, que era la grulla que él había salvado, le explicó que había adoptado forma humana para agradecerle su bondad. Sin embargo, al romperse la confianza, debía partir.
La joven retomó su forma de grulla y, tras un último vistazo lleno de tristeza, alzó el vuelo y desapareció en el horizonte, dejando al campesino con una lección sobre la importancia de respetar los acuerdos y la privacidad.
Esta leyenda resalta el valor de la gratitud y la fidelidad, además de recordarnos que las acciones desinteresadas suelen tener repercusiones inesperadas.
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