Los experimentos mentales son uno de los muchos instrumentos que hemos creado para comprender y explicar cómo ocurren los fenómenos que nos rodean. No solo eso sino que han constituido una herramienta pedagógica de gran importancia en el área científica.
Además, por sus características han sido objeto de debate tanto en la filosofía como en las ciencias cognitivas, las ciencias naturales o la pedagogía. Pero, ¿a qué nos referimos exactamente con “experimentos mentales”?
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¿Qué son los experimentos mentales?
Los experimentos mentales son situaciones hipotéticas que se utilizan para explicar una situación o un fenómeno, a través de los que serían los resultados, si el experimento efectivamente ocurriera.
En otras palabras, un experimento mental es un recurso de la imaginación (consiste en narrar una situación ficticia), que tenga suficiente lógica como para que sea posible imaginar unos resultados coherentes, de manera que estos resultados nos permitan explicar algo.
Gilbert & Reiner (2000) definen a los experimentos mentales como experimentos que se han dirigido mentalmente. Es decir, aunque no hay necesidad de ejecutarlos (y en muchos casos tampoco hay posibilidad real de hacerlo), sí deben incluir una hipótesis, objetivos, resultados, con el objetivo de ofrecer una serie de conclusiones lógicas sobre un fenómeno.
Por ser un recurso de la imaginación, en ocasiones los experimentos mentales se confunden con el de razoamiento analogico. No obstante, la diferencia es que, mientras las analogías se caracterizan principalmente por realizar comparaciones, los experimentos mentales se caracterizan por plantear una serie de acciones que se llevan a cabo de manera figurada.
Principales usos en investigación
Tal como hemos dicho, los experimentos mentales han surgido principalmente de una intención o propósito específico: comprender cómo funciona un fenómeno, sin la necesidad de experimentar realmente con él.
No obstante, de esta misma intención se han desprendido otras, por ejemplo, la de justificar o refutar la legitimidad de un modelo filosófico, matemático, histórico, económico o científico (especialmente se han sido utilizados en ciencias físicas).
Es decir que, los experimentos mentales tienen tres usos principales: explicar, legitimar o refutar los modelos explicativos sobre la naturaleza de un fenómeno. No obstante, estos dos usos pueden ser más específicos de acuerdo con el autor que los plantea, o según la postura teórica y filosófica que los sustenta.
Por ejemplo, han sido muy utilizados no solo en las ciencias físicas sino en filosofía de la mente y en la moral, en las ciencias cognitivas y computacionales, y en la enseñanza formal. Por eso han sido también considerados una modelo para la enseñanza, es decir, una herramienta didáctica.
En contraposición con estos usos y las funciones, los experimentos mentales han enfrentado también algunas críticas. Por ejemplo, hay quienes consideran que son simplemente intuiciones, y que como tal, no pueden sostener la rigurosidad suficiente como para ser considerados en términos de conocimiento o metodología científica.
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3 ejemplos de experimentos mentales
Desde el siglo XVII podemos encontrar ejemplos de experimentos mentales que han repercutido de manera importante en nuestra forma de entender el mundo. Algunos de los más populares fueron conducidos por Galileo, René Descartes, Newton o Leibniz.
Más recientemente ha sido discutido el papel de los experimentos mentales en el desarrollo de la física y la mecánica cuántica, por ejemplo, a través del experimento del Gato de Schrödinger. Así mismo se ha debatido la importancia de los experimentos mentales en la filosofía del lenguaje y la filosofía de la mente, por ejemplo, con la habitación China de Searle o los zombies filosóficos.
1. El gato de Schrödinger
Con este experimento, Schrödinger expone cómo algunos principios de la teoría cuántica chocan con nuestras intuiciones más básicas. Consiste en lo siguiente: un gato está encerrado en una cámara de acero, junto con un contador que tiene una cantidad de sustancia radioactiva muy pequeña.
Existe un 50% de probabilidad de que en una hora, uno de los átomos se descomponga y envenene al gato. Asimismo, hay un 50% de probabilidad de que ninguno de los átomos se descomponga, lo que mantendrá vivo al gato. Entonces, lo más lógico es que si abrimos la caja de acero una hora después, vamos a encontrar al gato vivo o muerto.
No obstante, y esto es lo que Schrödinger expone como una paradoja, siguiendo algunos principios de la mecánica cuántica, después de una hora el gato estaría al mismo tiempo vivo y muerto. Por lo menos antes de abrir la caja, ya que para la mecánica los estados se superponen hasta el momento en el que un observador externo entra en juego (es este observador quien modifica los estados de las cosas).
Este experimento ha pasado por distintas explicaciones muy distintas y complejas, pero a muy grandes rasgos ha servido para explicar la naturaleza contraintuitiva de la mecánica cuántica.
2. La habitación china
Con este experimento, el filósofo John Searle cuestionó la posibilidad de crear inteligencia artificial que no solo sea capaz de imitar la mente humana, sino que realmente la reproduzca.
La situación hipotética que planteó fue la de imaginar que una persona angloparlante, que no entiende chino, entra en una habitación donde se le proporciona un instructivo escrito en inglés para manipular algunos símbolos chinos con un orden determinado. Bajo este orden, los símbolos expresan un mensaje en chino.
Si después de manipularlos los entrega a un observador externo, este probablemente pensaría que la persona angloparlante que no entiende chino, sí entiende chino, aunque en realidad no lo haga. Para Searle, es de esta forma como funcionan los sistemas operativos de los ordenadores (imitar la comprensión pero sin alcanzarla).
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3. Zombies filosóficos
Los zombies filosóficos son un concepto bastante extendido en la filosofía y cuyos antecedentes podemos rastrear en muchas teorías. No obstante, fue David Chalmers quien propuso el siguiente experimento mental: si existiera un mundo exactamente igual al nuestro, pero en lugar de estar habitado por seres humanos, está habitado por zombies, esos zombies (que son físicamente idénticos a nosotros) seguirán sin poder reproducir la mente humana.
La razón: no tienen experiencias subjetivas (qualia). Por ejemplo, aunque pueden gritar, no experimentan alegría ni enojo, con lo cual, lo que Chalmers propone es que la mente no puede ser explicada sólo en términos físicos (como propone el fisicalismo).
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