El documental "El dilema de las redes sociales" (Netflix) nos revela un panorama alarmante acerca de las consecuencias del mal uso de las nuevas tecnologías de la comunicación.
Adicción a la pantalla, síntomas depresivos generalizados y manipulación de conductas con fines comerciales. ¿Hasta qué punto ciertos avances para la humanidad se han vuelto en detrimento de nuestra convivencia y calidad de vida?
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La opinión de los creadores
"El dilema de las redes sociales" está creado, producido y dirigido por quienes, ocupando altos cargos en empresas como Twitter, Google, Instagram, Facebook y Youtube, ayudaron a construir el "monstruo informático" que hoy forma parte de la vida cotidiana de millones de personas.
El documental parte de una preocupación: quizás hemos sido ingenuos acerca de las consecuencias de las herramientas que nosotros mismos hemos creado. Esto es así hasta el punto en que muchos de quienes crearon estos sitios y redes sociales se reconocen en la actualidad como "adictos" a estas herramientas.
Sienten arrepentimiento y temor por haber sido parte de este proceso, y a estos sentimientos se une la temida sospecha de que a la humanidad ciertas cosas se le están yendo de las manos, y que en cierto sentido nos estamos conduciendo a nivel social conforme con la antigua parábola del “mono con navaja”.
Un aspecto interesante del documental es que evita cualquier tentación “conspiranoica” revelando que en última instancia “no hay un malo de la película” (there is no bad guy). ¿Cuál es, entonces, el problema?
El nacimiento del “Frankenstein”
Con la industria de Internet se han creado los mecanismos de marketing más sutiles, complejos y eficaces en la historia de la humanidad. Mediante Internet se manejan mercados de billones de dólares.
Si eres empresario, sabrás que nunca antes se ha podido predecir con tal exactitud el público al cual quieres direccionar un producto o servicio que ofreces, el momento en que lo haces, así como moldear las conductas de tus potenciales consumidores.
Ahora bien, ¿cómo se logra esto? Muy sencillo: las grandes predicciones pueden hacerse sólo a partir de tener muchos datos. Cuanta más información manejas acerca de los usuarios, más certeza tienes de que tu publicidad funcionará.
Muchos creen que Google es simplemente un motor de búsqueda. Lo que suelen pasar por alto es que el modelo de negocios de estas empresas se basa en averiguar lo máximo posible acerca de nuestros gustos, comportamientos y tendencias, todo lo cual se encuentra registrado en cada una de nuestras acciones en la web.
Para decirlo en pocas palabras, lo que hacen herramientas como Facebook Ads (de la misma manera que funcionan, por ejemplo, los videos recomendados de Youtube) es segmentar audiencias de una manera ultra especializada, considerando edad, sexo, ubicación geográfica, intereses y otras variables. ¿Con qué fin se hace esto? Muy sencillo: con el fin de captar potenciales clientes para determinados productos ofrecidos por los anunciantes que son quienes, en última instancia, contratan sus servicios.
Y esto nos lleva al "lado oscuro del negocio", es decir, a los interrogantes relativos a los límites éticos implicados en este proceso.
La manipulación es la clave del asunto
Si vivimos en una gran ciudad seguramente no nos será desconocida la siguiente imagen: al ingresar a un lugar público (como un medio de transporte o un bar) vemos al 90% de las personas absortas en la pantalla de sus teléfonos móviles. Posiblemente a menor escala, en el seno de un grupo familiar, ocurra en lo cotidiano algo similar.
Como bien lo expresa el documental, "pareciera que el mundo se ha vuelto loco o que ha caído en una especie de hechizo". Lo que ocurre, entre otras cosas, es que quienes diseñaron el sistema lo hicieron con la finalidad de captar al máximo nivel posible la atención del usuario.
El sistema está programado para perfeccionarse en este sentido y proporcionarnos placer. Es como si estuviésemos apuntando estos motores de inteligencia artificial hacia nosotros para reaprender cada vez mejor qué es lo que provocaría una respuesta “exitosa” por parte del usuario.
En otras palabras, se le da a la computadora una orden: "quiero este resultado". Y luego el ordenador aprende a hacerlo (de allí viene el término "aprendizaje automático"). Así, cada día el sistema mejora al elegir las publicidades correctas en el orden correcto para que pases más tiempo interesado en estos contenidos.
Lo que revela el documental es que los usuarios de Internet (y hoy en día, ¿quién no lo es?) nos hemos convertido, sin darnos cuenta, en el propio bien de consumo. Para decirlo en pocas palabras: "Si tú no pagas por el producto, tú eres el producto".
¿Qué es un algoritmo?
Como bien se encuentra explicado en el documental, "los algoritmos son opiniones en código". No son objetivos, no se corresponden con ninguna realidad sino que están configurados de acuerdo con una determinada definición de éxito, y esta definición de éxito no es otra que el lucro.
Un ejemplo de esto se advierte en cómo los motores de búsqueda "rellenan" la información acerca de determinados temas según el lugar del planeta desde el cual se realice la búsqueda o dependiendo de lo que Google sepa acerca de tus intereses y gustos.
Por ejemplo, si buscas en Google: "el cambio climático es..." dependiendo de diversos factores, encontrarás que es una amenaza, que es inevitable, que es una farsa, y así sucesivamente…Otro ejemplo lo constituyen las célebres "fake news" que, según se ha estudiado, se multiplican seis veces más rápido que las noticias verdaderas. Sabemos esto por ciertas sustancias que se suponía que mágicamente serían capaces de curar el COVID-19.
En otras palabras: si tienes tendencia a creer en teorías conspirativas, el sistema alentará que encuentres contenidos que abonen estas teorías. Si tienes afinidad por determinado partido político o has manifestado odio hacia ciertas minorías, lo que hará el algoritmo no es mostrarte ninguna verdad sino “agitar tus fantasmas” a fin de captar cada vez más tu atención.
De allí que se diga en el documental que estos procesos están corroyendo de manera acelerada el tejido social. Pues si a cada uno se le muestra la verdad que lo conforma, se lo vincula con personas que piensan igual y se le brindan argumentos que justifican sus creencias (llegando a extremos absurdos como el terraplanismo) esto explica que cada vez haya más crisis en los sistemas democráticos.
Autor: Guillermo Miatello, director de Academia de Psicoanálisis Madrid SL.