La adicción y la dependencia que crean las drogas, destruye la vida del adicto por completo. Por ello, no es de extrañar que quienes conviven con la persona que sufre adicción, también resulten perjudicados por esta terrible enfermedad. Las sustancias adictivas llevan a comportamientos tóxicos que representan actos incoherentes y terminan hundiendo tanto a la persona consumidora como a sus familiares.
El primer choque que se sufre al enterarse que un familiar es adicto a las drogas es devastador, ya que cuesta comprender como ese hijo/a, marido, mujer, padre, madre, tío/a, primo/a, ha podido pasar de ser una persona funcional, feliz y coherente a ser dependiente de una sustancia sin encontrar una salida. El cerebro de un drogadicto interfiere de forma negativa en sus pensamientos, emociones y comportamientos. Hace que se vean envueltos en un círculo vicioso donde la droga es la protagonista y por conseguirla roban dinero, atracan, entran en negocios ilegales para conseguir más dinero, y poco a poco, se meten en situaciones que nunca habrían imaginado.
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Errores comunes de las familias de las personas que sufren adicciones
Resulta evidente que todo lo mencionado va progresivamente afectando en la autoestima, seguridad, felicidad y en definitiva, en la salud mental de los familiares. Por ello, todos los especialistas coinciden en que los familiares necesitan su propia terapia, donde profesionales puedan ayudarles a afrontar la situación y no cometer ciertos errores en relación a la persona adicta. En el artículo de hoy, nos centraremos en esto último. A continuación, analizaremos los errores más comunes que cometen los familiares o personas cercanas del consumidor.
1. Culpabilizar al consumidor
Cuando el problema sale a la luz, es común que el drogadicto mienta, se esconda, se ofenda o muestre comportamientos agresivos. Para los familiares, la reacción del consumidor y la propia situación genera mucha rabia y este enfado lleva a que culpabilizen por completo al adicto. Aquí salen los reproches, insultos y acusaciones que no hacen más que empeorarlo todo, puesto que el afectado se siente avergonzado, presionado y agobiado y su respuesta para defenderse suele ser agresiva. Es común que desaparezcan de casa o se queden paralizado sin saber qué hacer. Evidentemente, esto no ayuda a la persona a que comprenda que tiene un problema y debe de ser tratado.
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2. Culpabilizar a la familia
Tampoco ayuda que los padres, madres, hermanos/as, tíos/as, primos/as se culpabilizen a sí mismos, preguntando que han hecho mal para merecer esta situación. Comienzan los pensamientos rumiativos acerca de en qué momento ha llegado su familiar a la adicción, como no se han dado cuenta antes y en qué parte de la educación se han equivocado. Se reprochan haber sido demasiado estrictos o demasiado blandos, no haberle dedicado suficiente tiempo, haberle controlado demasiado, etc. Una vez más, el objetivo es buscar una solución al problema y llenarse de ansiedad y preocupaciones sobre el pasado solo hace que los familiares se estanquen y no sirvan de apoyo para el drogadicto.
3. Controlar toda su vida
Con el objetivo de cesar la conducta de consumo, es habitual que los familiares tomen un rol de perseguidor para que el individuo no se drogue más. Para ello, se le limita y supervisa el dinero, se le pone un horario de entrada/salida de casa, se sospecha continuamente de la validez de su testimonio, se registra su habitación, el baño, los bolsillos de los pantalones, los whatsapps del móvil, las llamadas, etc. Aunque esto pueda parecer efectivo, en realidad, logra que el afectado se agobie y sobre todo, no aprenda a autocontrolarse y a comprender que debe cambiar su rutina si no quiere volver a caer en el consumo de las drogas. Debemos recordar que no podemos hacer todo por esta persona ya que de nada sirve. Es el propio consumidor quien debe tomar las riendas de su vida y hacerse cargo de todos los cambios que tiene que asumir.
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4. Obligar a la persona que inicie tratamiento
Aunque le repitamos mil veces al afectado que debe de iniciar tratamiento ya que estamos convencidos que es la única (a veces última) solución posible, no nos podemos olvidar que es la persona quien tiene que estar de acuerdo y motivado para ello. Por insistirle siempre o amenazarle, no vamos a conseguir los resultados que deseamos. Con esto, solo se consigue que aumente la tensión, las discusiones, las faltas de respeto y cada vez se haga un espacio más grande entre el consumidor y el familiar. Una vez más, todo lo contrario a lo que buscamos.
5. Tener miedo a ser más firme
Las personas adictas a las drogas tienden a tener comportamientos agresivos y por ello, los familiares prefieren evitar conflictos y discusiones con el afectado. Por consiguiente, a la hora de poner un límite o ser más firmes, se sienten asustados y prefieren ceder ante los deseos de la persona. Con el objetivo de no generar más tensión de la que ya hay en casa, se dejan de establecer consecuencias a ciertos comportamientos o acciones. Queremos aclarar que no poner unas normas y unos límites claros es muchas veces una de las principales razones por la cual empeora la situación negativa.
Llaurant La Llum Residencial
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Centro de Tratamiento de Adicciones
En conclusión…
Si te has sentido identificado con el artículo y sientes que la situación te desborda y no sabes cómo reconducirla, queremos aclarar que es algo que experimentan muchos familiares de las personas adictas y no estás solo. Existen diversos recursos para aprender a sobrellevar de la mejor forma posible esta situación y por ello, aconsejamos ponerte en contacto con profesionales expertos en el tema que puedan escucharte, orientarte y asesorarte. Estas terapias ayudan a desprenderse del sentimiento de culpa, no sentirse juzgados, no sentirse solos y en definitiva, ayudan a combatir pensamientos negativos y destructivos.