Poco o muy poco se ha hablado de uno de los momentos más cruciales en la historia político-social de México, pero a principios del siglo XX ocurrieron una serie de acontecimientos que marcaron la trayectoria y destino del país durante 10 años. El movimiento del maderismo, por su ideólogo Francisco I. Madero (1873 - 1913), fue un corto pero intenso período de revolución política en el país latinoamericano.
El maderismo no duró más que un año y medio, entre otras cosas, por su escasa naturaleza revolucionaria, por desavenencias internas del movimiento y, finalmente, por un Golpe de Estado militar que se llevó a cabo en el año 1913 por el general Victoriano Huerta y con el beneplácito de los Estados Unidos, que apoyó política y logísticamente el levantamiento contra el maderismo. Sin embargo, los efectos de esta etapa aún resuenan en la cultura de México.
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Los precedentes del maderismo
Ningún levantamiento político o social se puede explicar si entender los antecedentes. México vivía desde hacía décadas una época de hermetismo gubernamental, corrupción política y malversación de fondos públicos. José de la Cruz Porfirio Díaz (1830 - 1915), presidente del país durante casi 30 años, pretendía prolongar su mandato con un decreto que crispó los ánimos de la sociedad.
El período que Díaz estuvo en el poder, conocido como el “porfirismo”, sentó las bases de un gobierno dictatorial, represor con los derechos civiles (tales como libertad de prensa y organización) y que dirigió México con mano de hierro. Impuso su legitimidad excusándose en la estabilidad y paz que se había establecido en el país de épocas anteriores. Como suele darse en este tipo de sistema político, Porfirio venía de una trayectoria militar sobresaliente, con apoyo de las élites y el respaldo del ejército.
A pesar de la mejora económica en términos generales y la modernización del país, el mandato del dictador Porfirio se caracterizó por el empobrecimiento de la mayoría social, especialmente la agraria, que veía cómo sus condiciones se iban deteriorando cada vez más. Por si fuera poco, el personalismo y despotismo que adquirió el gobierno porfirista avivó aún más las voces contrarias a él.
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El papel de Francisco Madero
Como no podía ser de otra manera, el maderismo tenía como representante a su máximo representante, Francisco Madero, que inició su andadura en la política en el año 1904, liderando políticas antirreeleccionistas para evitar así un nuevo mandato del gobernador de su estado, Coahuila. Más tarde, se involucró y apoyó al Partido Liberal Mexicano en aras de impulsar un cambio más radical para el país. No obstante, por discrepancias ideológicas abandonó el partido.
Fue ese mismo año, 1906 cuando fundó el Partido Antirreeleccionista, que tenía su fundamento ideológico en la reforma del sistema electoral mexicano, haciéndolo más participativo, más democrático y con el objetivo final de eliminar la lacra de la corrupción política. Aunque se le dio menos importancia por su breve incidencia en la vida pública, el maderismo también recogía reformas del sistema sanitario y educativo, haciéndolo más accesible al pueblo llano, medidas bastante avanzadas para su época.
De esta manera, Francisco luchó con igualdad de fuerzas contra el presidente Porfirio en una batalla social y electoral, pero no consigue siquiera participar en las elecciones. Porfirio decide encarcelar a Madero, asustado del apoyo popular que estaba adquiriendo su movimiento y persona. Evidentemente, Díaz vuelve a ganar las elecciones y Madero decide exiliarse en EE.UU. al fracasar su intento de ser vicepresidente.
Plan de San Luís y caída del porfirismo
Frustrado por haber fallado en su plan de asaltar el poder por vías legales y democráticas, Madero entendió que la única manera de hacer caer a Porfirio era mediante la violencia y levantamiento popular. Así lo hizo con el famoso Plan de San Luís de 1910, donde llamaba a las armas para el 20 de noviembre de ese mismo año. El escrito pedía a toda la oposición el veto al gobierno reelegido, unión contra el mismo y a la lucha directa con las armas.
Fue tal el éxito al llamamiento a la rebelión, que en tan sólo pocos meses todo el país estaba en manos de los sublevados, guiados principalmente por las promesas del maderismo a mejorar las condiciones del proletariado y trabajadores asalariados, con medidas como la expropiación de tierras y reformas agrarias profundas. Todo ello precipitó el exilio de Porfirio a los EE.UU.
Fracaso del maderismo
Para desgracia del país, el maderismo resultó ser un espejismo. Francisco I Madero no cumplió la mayoría de sus promesas para con los agricultores. Tomó un carácter mucho más reformista y moderado de los esperado, decepcionando a sus seguidores. Tímidas medidas de redistribución de la riqueza, del sistema productivo y más libertad política, no fueron suficientes para legitimar al gobierno maderista.
Entre contrarios dentro de su mismo seno, y los porfiristas nostálgicos, el maderismo se encontró acorralado y sin margen para maniobrar. Por estos hechos, el mandato sólo duró 15 meses, lleno de inestabilidad y luchas fraticidas que fueron seguidas por un Golpe de Estado en el 1913 de la mano de Victoriano Huerta. Curiosamente, este momento histórico marcaría el porvenir de la siguiente decada del país mexicano, sumiéndose nuevamente en revueltas populares y represión militar.
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