En el Museo del Louvre, en París, se encuentra una de las obras más famosas de Leonardo da Vinci (1452-1519), La Virgen de las Rocas. En la National Gallery de Londres, también. Y es que el pintor florentino realizó dos versiones de este cuadro, que, por circunstancias diversas (y de forma parecida a lo que sucedió con la Mona Lisa) acabaron en dos ubicaciones muy diferentes.
En su best-seller internacional El código da Vinci, el escritor norteamericano Dan Brown (1964) puso sobre la mesa una fantástica teoría, según la cual, Leonardo habría tratado de ocultar un mensaje cristiano para nada ortodoxo. Sin embargo, y a pesar de que son muchos los acólitos que siguen esta idea, no hay ningún ápice de verdad en lo que sostiene la novela. Se trata, simplemente, de un recurso literario para construir el argumento.
¿Por qué Leonardo pintó dos versiones de La Virgen de las Rocas? ¿Existe alguna pista en la historia que pueda arrojar luz a este misterio? En el artículo de hoy, te contamos qué secretos se esconden tras esta famosa obra de Leonardo da Vinci, La Virgen de las Rocas.
Las dos versiones de La Virgen de las Rocas, de Leonardo: ¿qué secretos esconden?
Para iniciar nuestro recorrido por la historia de estos dos cuadros, debemos remontarnos a abril de 1483, cuando la Cofradía de la Inmaculada Concepción de Milán, ubicada en la iglesia de San Francisco el Grande, encargó al artista florentino y a los hermanos De Predis la realización de una ancona (es decir, un retablo ovalado en su parte superior) para su capilla.
El contrato, que se ha conservado, estipulaba claramente las condiciones de la ejecución: la obra debía representar, en su parte central, a la Virgen y el Niño, rodeados de dos profetas y de varios ángeles, y, a ambos lados, cuatro ángeles tocando instrumentos y cuatro más cantando. Leonardo da Vinci se encargaría de la tabla central, mientras que los hermanos De Predis ejecutarían los laterales.
Como podemos observar, Leonardo no siguió las directrices estipuladas por su cliente, porque, si bien situó a María y a Jesús niño en la parte central, omitió a los dos profetas y a los ángeles. Tan solo ubicó en la escena a San Juanito (es decir, a San Juan Bautista niño) y a un único ángel, Uriel. Se puede decir que cumplió parte del encargo, puesto que, según las Escrituras, San Juan Bautista es el último profeta antes de la llegada de Cristo.
Sin embargo, todo esto no responde a la pregunta que hemos lanzado al principio: ¿por qué Leonardo pintó dos versiones de La Virgen de las Rocas, versiones que, además, presentan diferencias evidentes?
La novelesca teoría de Dan Brown
En realidad, no fue Dan Brown el primero en lanzar la teoría propuesta en su novela, El código da Vinci. La idea de que Leonardo había pretendido plasmar en su cuadro el ninguneo al que la Iglesia había sometido a San Juan Bautista en favor de Jesús (algo decididamente poco ortodoxo) ya corría mucho antes de que Brown escribiera su best-seller.
Según el escritor, en la primera de las versiones (la que se conserva en el Louvre), el arcángel Uriel estaría señalando al verdadero Mesías, San Juan, mientras que la Virgen, con una mano en impresionante escorzo, sujetaría una cabeza invisible, que el dedo índice del arcángel simularía degollar, en alusión al fin del Bautista.
Siguiendo con la teoría de Brown, la cofradía no habría estado de acuerdo con semejante iconografía, y este sería el motivo por el que Leonardo se habría visto obligado a realizar una segunda versión más ortodoxa. ¿Qué hay de verdad en todo ello? Nada. El código da Vinci es una novela, que, como cualquier otra obra de ficción, aprovecha teorías y bulos para construir un argumento sorprendente e impactante. No hay nada malo en ello; la literatura es eso, literatura, y el lector debe ser capaz de discernir entre lo real y lo que es, sencillamente, un recurso literario.
La Virgen de las Rocas original está en el Louvre
Vamos a acercarnos un poco más a esta obra maestra de Leonardo; en concreto, a la original, la que se encuentra actualmente en el Museo del Louvre. La composición, en un triángulo perfecto, es típica del Renacimiento. La rigidez de la forma se ve interrumpida por la gesticulación de los personajes: María alza su mano derecha en un escorzo magnífico que demuestra, una vez más, la maestría de Leonardo, mientras que Uriel señala al Bautista y dirige su mirada hacia nosotros. Cristo niño bendice a su primo, mientras este, de rodillas y amparado por la Virgen, reza.
El paisaje es el típico paisaje leonardesco: el pintor utiliza el recurso de la perspectiva aérea para ofrecernos un impresionante paisaje casi fantástico, protagonizado por unas rocas que parecen albergar una cueva, lugar donde se encontrarían los personajes.
Algunos estudiosos han querido ver en La Virgen de las Rocas (en las dos versiones) el reflejo de un pasaje apócrifo que podemos encontrar en el denominado Evangelio de Santiago. En él, se narra que, mientras la Sagrada Familia vagaba por el desierto en su huida a Egipto, se encontraron con San Juanito. La ausencia de San José, por otro lado, es típica de las representaciones anteriores al Concilio de Trento; la idea era subrayar la concepción divina de María.
Entonces, si la del Louvre es la obra original que pintó Leonardo para la cofradía de la iglesia de San Francisco de Milán, ¿por qué existe la versión de la National Gallery? ¿Por qué Leonardo pintó una segunda obra, prácticamente idéntica a la primera?
Conflictos de dinero
Probablemente, los amantes de las teorías conspiratorias y heréticas quedarán desilusionados. Y es que el motivo por el cual Leonardo pintó dos versiones de La Virgen de las Rocas nada tiene que ver con herejías ni nada por el estilo; el hecho está relacionado, simple y llanamente, con el dinero.
Al parecer, Leonardo y los hermanos De Predis tuvieron desde el inicio problemas con la cofradía. El dinero que les habían adelantado no pagaba ni siquiera el marco del retablo, por lo que se entabló una cruenta discusión por el monto estipulado. Así las cosas, otro cliente se interesó por La Virgen de las Rocas y, debido a la cantidad que ofrecía (mucho mayor que la que pretendía pagar la cofradía), Leonardo acabó vendiendo la pintura a este segundo e inesperado comprador.
Conocemos este episodio por un documento fechado en 1492, en el que Leonardo y sus colegas pedían a la cofradía de San Francisco recuperar la obra, puesto que habían recibido una oferta mucho más ventajosa para ellos. Una vez cedida La Virgen de las Rocas a este segundo cliente, los pintores se vieron en la obligación de realizar otra versión para la cofradía, puesto que el primer contrato (el de 1483) seguía vigente.
Si en esta segunda versión (la que actualmente está en la National Gallery) participó más o menos Leonardo, es algo que todavía discuten los especialistas. Efectivamente, la copia parece de menor calidad, aunque esto es difícil de precisar, dado que la versión del Louvre no ha sido sometida a una restauración adecuada y, por lo tanto, los colores y las texturas que muestra no son los originales. Algo parecido ocurre con la Mona Lisa del Louvre, cuya fama de misterio es debida, en gran medida, a la suciedad que acumula la tabla, que nunca ha sido restaurada. Una situación muy diferente a la de su homóloga madrileña (la del Prado), que luce los vivos colores originales.
Las diferencias básicas entre ambas versiones
En la segunda versión (la que finalmente fue entregada a la cofradía y que ahora se conserva en la National Gallery de Londres) observamos ciertas diferencias que, aunque leves, son significativas. Por ejemplo, en la versión del Louvre los personajes no llevan nimbos, y los dos niños (Cristo y San Juan) van desnudos. En la copia de Londres, todas las figuras aparecen con nimbos sobre sus cabezas y, además, San Juanito está debidamente identificado con la piel de camello y el bastón con la cruz, característicos del santo.
Algunos estudiosos creen que, al portar San Juan sus símbolos correspondientes, en la segunda versión ya no era necesario que Uriel lo señalara con el objetivo de fijar en él la atención del espectador. De hecho, en la versión de la National Gallery el arcángel ya no nos mira, por lo que se pierde el único puente entre pintura y espectador. María, por otro lado, mantiene la mano alzada en escorzo que ya presenta en la versión del Louvre.
Conclusiones
Leonardo pintó dos escenas prácticamente iguales. ¿Por qué? A la luz de los documentos, parece ser que el motivo fue la discusión que mantuvieron artistas y cliente acerca del dinero que aquellos debían percibir por su trabajo. Mientras todo esto sucedía, apareció un segundo cliente interesado en la obra, y Leonardo no dudó en entregarle la pintura destinada a San Francisco.
Tras varias vicisitudes (algunos dicen que Leonor de Habsburgo se llevó consigo la pintura al casarse con Francisco I de Francia), la obra acabó en el Louvre. No obstante, como tenía que cumplir con el contrato original, el artista florentino pintó una segunda versión, que sería la que se entregaría a la cofradía y que, actualmente, podemos contemplar en la National Gallery de Londres.
Ahora bien, ¿por qué Leonardo acometió ciertas diferencias entre una y otra copia? No lo sabemos con certeza, y solo podemos lanzar conjeturas. Puede que la nueva composición dejara obsoletos algunos elementos de la versión original, como la mano de Uriel, tal y como hemos explicado en el artículo. En cualquier caso, no se trata de teorías conspiratorias ni sectarias: eso se lo dejamos a la literatura, de lo que El código da Vinci es un buenísimo ejemplo.
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