Primero, la versión oficial habló de muerte por una fulminante apoplejía. Al día siguiente, y ante los rumores que empezaban a circular por Viena, se presentó la versión del “suicidio por enajenación mental”. Pero todavía quedaba una tercera versión, la más impresionante de todas: el archiduque Rodolfo podía haber sido asesinado.
¿Qué sucedió exactamente? Aunque parezca mentira, a día de hoy todavía se desconocen los hechos. Solo tenemos una sucesión de pruebas y declaraciones que se contradicen entre sí. Quizá nunca se llegue a saber realmente qué sucedió en Mayerling, la noche del 29 al 30 de enero de 1889.
¿Qué es la tragedia de Mayerling?
Se conoce como “tragedia de Mayerling” a los extraños sucesos que tuvieron lugar en Mayerling, el pabellón de caza de Rodolfo, archiduque de Austria y heredero del trono austríaco. La mañana de día 30 de enero de 1889, Johann Loschek, el ayuda de cámara del archiduque, anuncia al conde de Hoyos que el príncipe no responde a sus llamadas.
El archiduque le había dejado la orden de despertarlo a las 8.30 h, pero la puerta de la habitación está cerrada con llave y al otro lado solo hay silencio. Alarmado, el conde de Hoyos se dirige, con el ayuda de cámara y el príncipe de Coburg, a la habitación del príncipe. Como el silencio persiste, toman la decisión de derrumbar la puerta.
El primero en entrar en la cámara es Loschek, primer testigo de la desgracia: sobre la cama está el cuerpo todavía caliente de Rodolfo, medio sentado; a su lado, la baronesa Vetsera, su joven amante, está tumbada boca arriba en el lecho. Ambos están muertos. A su alrededor, se esparce un enorme charco de sangre.
Hasta aquí, las declaraciones de los testigos. Inmediatamente, se procede a informar al Hofburg de Viena sobre lo sucedido. El asunto es delicado: tienen entre manos un probable suicido doble (lo que es altamente escandaloso en una sociedad conservadora y católica como la austríaca) y, además, la que yace en la cama del archiduque no es su esposa, la princesa Estefanía, sino su amante. ¿Cómo presentar al pueblo una situación semejante?
A partir de aquí, las versiones oficiales se contradicen. Empiezan los rumores. Las pruebas no concuerdan. La tragedia de Mayerling se convierte, así, en uno de los mayores misterios de la historia contemporánea.
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La tristeza del archiduque Rodolfo
Es necesario explicar quiénes eran las víctimas de la tragedia y por qué estaban aquella noche en Mayerling. El archiduque Rodolfo era el único hijo varón de Francisco José, emperador de Austria, y su esposa Elisabeth, más conocida como ‘Sissi’. Como tal, ya desde muy niño estuvo sometido a una dura disciplina militar, de la que su madre consiguió apartarlo, aterrada por los métodos que usaban sus preceptores. Se cuenta que Rodolfo, a los cinco años, era despertado con disparos para “fortalecer su carácter”. Obviamente, esta singular manera de educar al pequeño no hizo sino agravar sus miedos.
El muchacho había heredado de su madre una riqueza emocional extraordinaria, pero también una cierta inestabilidad mental que le hizo arrastrar numerosas depresiones a lo largo de su vida. Parece ser que el príncipe intentaba evadirse a través de una vida disipada, en la que no faltaba el alcohol, los estupefacientes y, por supuesto, el sexo. A las mujeres no renunció Rodolfo ni siquiera después de casarse con Estefanía de Bélgica; de hecho, contagió a su mujer una enfermedad venérea (no está claro si gonorrea o sífilis) que la volvió estéril y enfrió aún más la ya de por sí distante relación que ambos mantenían.
La esterilidad de Estefanía no solo era un tema personal; también era un asunto de estado. Porque el matrimonio solo había tenido una hija, la pequeña Isabel María y, según las leyes de Austria, una mujer no podía heredar el imperio. Parece ser que esta fue una de las causas de la fuerte discusión que mantuvieron padre e hijo el 26 de enero, cuatro días antes de la tragedia. Sin la posibilidad de tener un heredero varón, el futuro del imperio estaba en peligro. Francisco José culpaba de la situación a su hijo y a sus continuos desvaríos.
Pero había otra razón por que las relaciones entre el emperador y su heredero no hacían más que empeorar. Rodolfo, inteligente y sensible como su madre, sentía una profunda simpatía hacia las tendencias liberales, y odiaba profundamente las directrices conservadoras que marcaban la política de su padre. De hecho, en una ocasión, y bajo pseudónimo, atacó duramente desde un periódico vienés el régimen de los Habsburgo. Rodolfo era un viento demasiado fresco para la rancia monarquía austríaca.
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El último amor: María Vetsera
En este momento tan sombrío de su existencia, Rodolfo conoció a María Vetsera, una jovencísima aristócrata húngara de apenas 17 años. La relación ha hecho correr ríos de tinta y está tan salpicada de añadidos románticos que es difícil distinguir la verdad de la leyenda. Lo que sí es cierto es que, el día de la tragedia, la joven se encontraba con el príncipe en Mayerling.
En 2015, la Biblioteca Nacional de Austria anunció el descubrimiento de varias cartas de María, halladas en un cofre que se conservaba en un banco austríaco privado. El depósito, que databa de 1929, contenía un tomo de cuero con fotografías y documentos manuscritos de los Vetsera. En las cartas, María pide a su madre “que la perdone” y que la entierre junto a su amado. En otra de las cartas, en esta ocasión dirigida a sus hermanos, la joven les dice que ella y Rodolfo parten a otra vida más allá de la tumba…
Estas sorprendentes líneas conmocionaron a la comunidad de historiadores porque, de ser auténticas, estas cartas probarían que Vetsera y Rodolfo ya tenían intención de suicidarse cuando acudieron a Mayerling. Sin embargo, y como veremos a continuación, todavía hay muchos elementos que, simplemente, no cuadran con el suicidio.
¿Suicidio o asesinato?
La primera versión oficial que esgrimió la casa real austríaca fue, como ya hemos comentado, una apoplejía. Sin embargo, y ante los insistentes rumores, tuvieron que variar la versión. Entonces se hizo público que Rodolfo se había suicidado, presa de una “enajenación mental”. Es importante señalar, por cierto, que todas las versiones hacían referencia al príncipe; de ella, de María, nada se dijo. De hecho, su cuerpo fue enterrado furtivamente en el cementerio de una abadía cercana a la tragedia, y se prohibió tajantemente a sus familiares hablar de ella o ir a visitar su tumba.
Al considerar la versión del suicidio, la monarquía se encontraba en una delicadísima situación. No solo por el escándalo que supondría para la bienpensante sociedad austríaca el hecho de que su príncipe se hubiera quitado la vida, sino también porque, de ser así, no podía ser enterrado en la Cripta de los Capuchinos, el mausoleo real. Así, Francisco José tuvo que escribir al Papa para pedirle una autorización especial que le permitiera dar a su hijo cristiana sepultura. Sin que se sepan los motivos, el Papa accedió, y Rodolfo fue finalmente inhumado en la cripta familiar.
¿Por qué accedió el Papa al ruego del emperador? Podría ser, sencillamente, que su decisión estuviera motivada por la importancia del personaje que se lo pedía. Además, no olvidemos que Austria era un país defensor a ultranza de la fe católica. Sin embargo, algunos historiadores aventuran otro motivo: que Francisco José le contara la verdad al Pontífice. Y esta verdad no sería otra que el asesinato del archiduque.
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Las pruebas no encajan
¿Había sido entonces asesinado el heredero del trono austríaco? De ser este el caso, ¿cuál era el motivo?
Existen numerosas contradicciones en el caso Mayerling que, como mínimo, dan que pensar. Entre ellas, está el hecho de que el orificio de la bala se encontraba en la sien izquierda del joven, cuando Rodolfo era diestro. Ciertamente, una extraña manera de dispararse.
Por otro lado, el revólver que apareció en la cama al lado de los cadáveres no era el del príncipe. Y para complicar más la cosa, tanto el cuerpo de Rodolfo como el de su amante presentaban heridas y contusiones, un evidente signo de que habían forcejeado para defenderse… Además, y según la declaración del hijo del carpintero que fue llamado para poner orden en la habitación de los hechos, cuando su padre llegó, la cámara parecía un campo de batalla: había sangre por todas partes y los muebles estaban rotos. ¿Habría penetrado alguien en la habitación con la intención de matar al archiduque y a María, y estos habrían luchado ferozmente por su vida…?
Un príncipe demasiado peligroso
Los rumores siguieron circulando durante todo el siglo XX. En marzo de 1983, Zita de Borbón-Parma (1892-1989), la última emperatriz austro-húngara, declaró para una publicación austríaca que Rodolfo había sido asesinado, y que solo un pacto de silencio de su familia había acallado la verdad.
Pero, de ser así, ¿quién y por qué habría querido matar al heredero de Austria? Muchos historiadores apuntan al servicio secreto austríaco que, ante la posibilidad de que una personalidad como la de Rodolfo, de mente abierta y próxima a las corrientes liberales, accediera al trono, decidieron que acabar con su vida era la mejor opción para Austria. La muerte de un príncipe a cambio de la salvaguarda del imperio.
Ya fuera víctima de un complot político o por propia decisión, lo cierto es que la muerte de Rodolfo a los 30 años es el colofón amargo de una vida triste y marcada por el aislamiento y la soledad. En su último viaje estuvo acompañado de una joven de 17 años que le amaba profundamente, pero que no sabemos si le siguió de forma voluntaria en un doble suicidio o si, simplemente, se encontraba esa noche donde no debía estar.
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