El aprendizaje es un proceso esencial en el desarrollo de la mente humana. Parte de ello es gracias a la educación que recibimos en las escuelas y institutos, aunque es cierto que no a todo el mundo se le da de la misma manera estudiar las distintas asignaturas que forman parte de la educación obligatoria. Como se suele decir, hay niños a los que se les da mejor los números, y a otros las letras.
Encontrar un punto de equilibrio en el que el nivel de dificultad de todas las asignaturas sea asequible para todos los pequeños es un reto. Pero, curiosamente, un simple cambio en el plan de estudios existente en la educación infantil podría mejorar su rendimiento en otras materias.
Un proyecto llevado a cabo en Inglaterra muestra que si a los niños se le enseña filosofía, presentan mejoras en otras materias como matemáticas y lengua; una grata sorpresa.
La filosofía ayuda desde muy pequeños
Este proyecto fue supervisado por la Education Endowment Foundation (EEF), una organización inglesa benéfica y independiente que tiene como objetivo que la educación sea para todos igual, independientemente del nivel lucrativo de los familiares, con el objetivo de que niños y jóvenes puedan liberar todo su talento sin ninguna limitación. La idea de la EEF era comprobar los efectos de las clases de filosofía sobre los alumnos más pequeños al modo de una prueba control, al igual que se hace con las pruebas con fármacos.
En el estudio participaron 48 escuelas diferentes. De ellas, 22 actuaban como grupo control, es decir, seguían el ritmo normal de clases, y en las 26 restantes los alumnos recibían una clase semanal de filosofía de varias horas. Las lecciones trabajadas tenían que ver con temas como la verdad, la justicia, la amistad o la sabiduría, y se incluían tiempos para reflexionar respuestas y discutir sobre los temas.
Aprendiendo a pensar desde la filosofía
Después de analizar los efectos de las clases de la filosofía sobre el grado de competencias adquiridas por los niños y niñas (de entre 9 y 10 años), los investigadores registraron una mejora de los participantes en sus habilidades lingüísticas y matemáticas.
Lo que se observó es que los niños que estaban presentes en estas clases incrementaron sus capacidades de matemáticas y de lectura como si hubieran tomado dos meses más de enseñanza sobre ello.
Esta mejoría se veía más patente en niños con peores notas los cuales mostraban una mayor progresión; su capacidad de lectura mejoraba tal y como lo habría hecho en 4 meses extra; en matemáticas este adelantamiento del aprendizaje correspondía a tres meses, y en escritura, de dos meses.
Además, los profesores informaron que también hubo un impacto beneficioso sobre la relación entre sus estudiantes y también apareció tanto a una mayor confianza entre los alumnos como a una mejora de las habilidades comunicativas.
Creando las bases del aprendizaje
Los efectos beneficiosos de la filosofía duraron por lo menos dos años, periodo durante el cual el grupo de intervención siguió superando al grupo control en las asignaturas analizadas. Según los organizadores, esta mejora podría deberse a que a los niños se les ofreció la posibilidad de utilizar nuevas formas de pensar y expresarse, lo cual les permitía conectar mejor sus ideas, reflexionar de forma lógica con mayor facilidad y crear unidades de conocimiento más amplias.
No es nada nuevo
Inglaterra no es el primer país que pone a prueba los beneficio de la enseñanza de filosofía a menores. El programa que usó la EEF se conoce como Philosophy for Children (P4C), y fue diseñado en los años 70 por el filósofo Matthew Lipman en New Jersey. Este proyecto, del que ya se habló en este artículo, tenía como objetivo enseñar nuevas maneras de pensar a través del diálogo filosófico. El programa ha sido acogido ya por 60 países distintos, incluyendo Argentina o España.
En el caso de Inglaterra, el proyecto fue acogido por la Society for the Advancement of Philosophical Enquiry and Reflection in Education (SAPERE), que ahora también forma parte la EEF.
Los esfuerzos concentrados detrás de esta organización no se centraban en la idea original de leer textos filosóficos de Platón o Aristóteles, sino más bien en la lectura de historias, poemas o incluso ver clips de vídeos que promuevan la discusión de temas filosóficos. El objetivo era ayudar a los niños en la generación de respuesta, así como promover conversaciones constructivas y desarrollar argumentos.
Pros y contras
Entre las ventajas que mostró la EEF se encontró también que el 63% de los estudiantes que recibieron esta educación “extra” sacaron buenos resultados en sus estudios posteriores. Como también indica el presidente de la EEF, Kevin Collin, este programa es un buen apoyo para los niños desventajados, haciendo referencia al mayor beneficio visto en esta clase de estudiantes.
Entre los inconvenientes, como casi siempre ocurre en estos casos, se encuentrra la barrera económica, ya que el programa costó a cada escuela participante unos £16 (23€) por cada alumno que recibió esta clase. Sería necesario que formase parte de la enseñanza pública obligatoria para asumir los costes.