En las familias existen diferentes maneras de establecer normas y límites, dependiendo del estilo de crianza que ejerzan los/as progenitores.
Este estilo de crianza constituye un elemento esencial en el desarrollo del menor, ya que influye en su construcción como persona y en su manera de ubicarse en el mundo.
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Estableciendo normas mediante un estilo parental adecuado y consistente
¿Cómo se establecen normas y límites en cada estilo parental? ¿Y qué consecuencias tienen para los menores?
En el estilo autoritario, los progenitores adoptan un rol de excesivo control sobre sus hijos/as, cediéndoles poca autonomía. Tienden a imponer las normas de manera unidireccional e inflexible, sin detenerse en las necesidades específicas de los menores. En caso de incumplimiento recurren frecuentemente al castigo.
A menudo se sienten poco escuchados e importantes, con una percepción de bajo control interno. Presentan poca capacidad crítica y dificultad para negociar o resolver conflictos de manera asertiva. Por el contrario, tienden a la imposición y a la sumisión.
Tanto en el estilo permisivo/sobreprotector como en el estilo negligente, los progenitores establecen pocos límites y normas, y los fijan de manera inconsistente. De hecho, a menudo son establecidos por los propios menores. La principal diferencia entre ambos estilos es que mientras en el primero hay un alto nivel de afectividad expresada, en el segundo abundan la falta de cuidados, afecto y protección al menor, delegando la crianza en terceros.
¿Qué consecuencias puede tener en sus hijos/as? En ambos escenarios nos encontramos ante personas inseguras, puesto que no cuentan con una estructura de límites que les proporcione estabilidad. Asimismo, al haberse expuesto a pocos “noes”, presentan baja tolerancia a la frustración. Sin embargo, en el primer caso los niños/as tienden al egocentrismo, esperando que el mundo les otorgue el mismo protagonismo que sus m/padres, mientras que en el segundo se perciben como personas poco valiosas.
Por último, en el estilo democrático, los progenitores son una figura de afecto y autoridad saludable. Establecen normas y límites de manera respetuosa, y recurren a la negociación cuando lo consideran adecuado. Llevan por bandera la comunicación, y potencian la autonomía de sus hijos/as.
¿Qué consecuencias puede tener en sus hijos/as? Los menores se perciben escuchados, partícipes y, en consecuencia, importantes. Presentan niveles sanos de autoestima, toleran adecuadamente la frustración y son capaces de negociar y expresarse de manera asertiva y respetuosa con los demás, debido a que han podido aprender de modelos óptimos.
Como puede intuirse, el estilo democrático es el más recomendable de los cuatro, ya que dota al menor de una serie de recursos y herramientas que le permiten afrontar adecuadamente las situaciones conflictivas que acontecen en su día a día.
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¿Cómo podemos acercarnos a un modelo democrático de crianza?
En las familias es conveniente que existan (a) cuestiones que decidan los padres, (b) cuestiones que se negocien entre progenitores e hijos/as y (c) cuestiones que decidan los menores autónomamente. Todas estas cuestiones han de ir ajustándose en función de la edad de los niños/as, cediéndoles el control y otorgándoles, en consecuencia, mayor autonomía, confianza y capacidad de decisión.
1. Selecciona los “noes” necesarios
Es conveniente limitar el uso del “no” a aspectos centrales o esenciales, y que sepamos que podemos cumplir. Frecuentemente acabamos cediendo al ser incapaces de cumplir con todas nuestras negativas y, de esta manera, reducimos la credibilidad de nuestros “noes”.
2. Ofrece opciones
En la medida de lo posible, sustituye el “no” por alternativas y negociación, trasladando el control al menor. En lugar de “No puedes jugar” prueba con “Claro que puedes jugar, en cuanto hayas terminado de recoger tu habitación”.
3. Permite que haya temas en los que decida el niño/a libremente
Por supuesto, deben ser temas que no comprometan su seguridad y protección, como su apariencia física, los juegos en los que se embarca o sus actividades extraescolares.
4. Sé claro, preciso y respetuoso al establecer normas y límites, explicándoselos
Podemos sustituir un “Pórtate bien”, por “Cariño, por favor, espérame sentado y hablando bajito, en la sala de espera hay gente tranquila y no queremos molestarlos”.
5. Sé consistente
Ser flexibles y respetuosos con sus necesidades no implica que redefinamos constantemente las normas, ni que siempre “se salgan con la suya”. Los niños requieren una estructura clara que les permita anticipar qué está permitido y qué no, cuáles son las condiciones que deben cumplir para tener acceso a determinada actividad placentera o cuáles son las consecuencias de incumplir las normas. La constancia les brinda seguridad y control.
6. Refuerza
Es esencial que, cuando el menor respete una norma o límite, valoremos o agradezcamos su comportamiento.
7. Para terminar...
Por último, recordar que los estilos educativos hablan de tendencias y son dinámicos. Esto es, podemos trabajar día a día para acercarnos al estilo de p/maternidad que queremos ejercer en base a nuestros valores personales y familiares.