Las habilidades sociales conforman un aspecto clave del bienestar humano, ya que nos permiten conectar con los demás y vivir integrados en la sociedad. Sin embargo, estas no surgen espontáneamente en nosotros, sino que deben ser entrenadas desde la infancia. En este sentido, el método Montessori ha demostrado ser un importante aliado en el desarrollo de este tipo de aptitudes, las habilidades sociales, dentro del contexto de la educación en centros escolares. Veámoslo.
¿Es posible entrenar las habilidades sociales desde la educación?
Ni bien nacemos, los seres humanos somos sumamente dependientes de nuestros cuidadores. Se dice que la prematuración es una característica muy ilustrativa de los humanos, en tanto una vez llegados al mundo requerimos de un mayor tiempo para volvernos autónomos e independientes de nuestros cuidadores en comparación a otras especies. Lejos de ser una desventaja, la prematuración supone una ventaja evolutiva, ya que nos brinda una brecha más amplia de tiempo para aprender de otros; de internalizar cómo debemos comportarnos frente a los desafíos que nos impone el medio para asegurarnos la supervivencia. Y por “desafíos del medio” nos referimos a, sobre todo, los desafíos del medio social, al que es más difícil adaptarse si no conseguimos adquirir rápidamente las habilidades sociales necesarias para interactuar con los demás.
Entonces, las personas nos valemos de un repertorio de habilidades sociales para interactuar de forma satisfactoria con nuestros pares. Vincularnos con otros se trata de una actividad ineludible y de la cual dependemos sí o sí para cuestiones tan esenciales como la supervivencia; pero así también para hacer peticiones, expresar nuestras necesidades y conseguir lo que queremos para nuestra vida. De no contar con las habilidades sociales suficientes para relacionarnos, es muy probable que experimentemos altos niveles de malestar en nuestros vínculos. Los conflictos interpersonales que la extensa mayoría ha vivido en algún momento de su vida nos demuestran que muchas personas nos encontramos en una posición deficitaria respecto al desarrollo de nuestras habilidades sociales. A partir de esta inquietud... ¿Es posible adquirir habilidades sociales después de la temprana infancia mediante instituciones como la escuela?
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El aprendizaje de las habilidades sociales
Sabemos que nuestros primeros referentes en el proceso de socialización son los integrantes de nuestra familia. Los cuidadores —en general, padres o abuelos— cumplen el rol de ser nuestros agentes socializadores, es decir, su función es “filtrar” para sus hijos las normas de la cultura y de las instituciones que nos preceden. Asimismo, la familia nos proporciona modelos de conductas sociales, sugiriendo un camino a seguir a la hora de vincularnos con los demás. De nuestra familia, por mecanismos como la observación, el aprendizaje verbal y el feedback, aprendemos de qué forma es correcto comportarse y de qué otras maneras no lo es.
Más o menos en simultáneo, a pesar del lugar privilegiado que tiene la familia en la enseñanza de nuestras habilidades sociales, acontece la integración de los niños al sistema educativo, un evento que influenciará el modo en el cual nos comportamos en relación a unos “nuevos otros” —maestros, porteros u otros niños—. Este momento supondrá también un gran aprendizaje respecto a nuestras habilidades debido a la experiencia directa, ya que estaremos inmersos en un submundo repleto de conflictos que sólo podremos resolver valiéndonos del bagaje de habilidades sociales con el que ya contamos e incorporando al mismo destrezas interpersonales nuevas.
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¿Cómo se pueden entrenar las habilidades sociales en la educación?
Ahora bien, ¿es posible que se implementen desde la educación primaria y secundaria programas de intervención para desarrollar habilidades sociales, o éstas quedan atadas a lo que hemos aprendido en una primera instancia? De acuerdo con la investigación científica, la respuesta es sí, es posible entrenar las habilidades sociales desde la educación. Esto puede explicarse con mayor facilidad si comprendemos a las habilidades sociales como cualquier otra conducta humana. La forma en la que nos comunicamos con los demás es plausible de modificación; no tenemos por qué seguir hasta el fin de nuestros días comportándonos de la manera en la que hemos aprendido a hacerlo espontáneamente. Nuestras formas de actuar cambian, y además, pueden modificarse adrede para que sean más funcionales a los distintos contextos que se nos presentan en la vida.
También se han desarrollado programas para intervenir desde la educación en las habilidades sociales de los niños, cuyas características principales fueron descritas por López del siguiente modo. En primer lugar, las técnicas más utilizadas para entrenar las habilidades sociales en la escuela tienden a estar basadas en juegos de roles o role playing; estrategias basadas en la imitación de otras personas, también llamado modelado; y técnicas de relajación y resolución de problemas interpersonales para resolver conflictos. Estas técnicas apuntan a que los niños y adolescentes adquieran habilidades suficientes para iniciar y mantener relaciones sociales que permitan un intercambio constructivo con sus iguales y con los adultos; como así también incentivar la práctica de adecuadas maneras de comunicación y fortalecimiento de la autoestima.
El rol de la familia en los programas de entrenamiento en habilidades sociales
Además, según esta autora, un dato importante acerca de la aplicación de programas para el desarrollo de habilidades de comunicación interpersonal es el involucramiento de los padres y madres de familia en la intervención. Esto se debe a que son los referentes clave en el desarrollo de los niños y, al mismo tiempo, los únicos capaces de darle feedback a la institución respecto a los efectos del programa en casa. Los papás son quienes estimularán al niño a poner en práctica los recursos que vaya adquiriendo paulatinamente en el programa de intervención, ya que la repetición y el reforzamiento son elementos que permiten la consolidación de nuevos aprendizajes, especialmente a la hora de aprender a cómo dialogar con los demás.
El problema reside en que las instituciones educativas no suelen contemplar la posibilidad de implementar intervenciones en habilidades sociales dentro de sus currículos, incluso cuando la UNESCO ha declarado hace más de dos décadas la importancia de que la educación “garantice un aprendizaje basado en la formación de la identidad de las personas, la capacidad de convivir y emprender de un modo conjunto”. Pero, por otra parte, esta falta es comprensible: poner en práctica los aportes de la investigación científica no es fácil, ya que requiere que la institución pueda contactarse con profesionales capaces de formar niños, adolescentes y docentes en el entrenamiento en habilidades sociales. Sin embargo, llevarlo a cabo puede ser sumamente beneficioso para entrenar a niños y jóvenes en construir formas más adecuadas, eficientes, empáticas y asertivas a la hora de vincularse con los demás.
El método Montessori aplicado al desarrollo de las habilidades sociales
El enfoque Montessori se centra en el desarrollo holístico de los niños, incluyendo sus habilidades sociales. Aunque no se trata de una metodología específicamente diseñada para enseñar habilidades sociales, el ambiente Montessori promueve naturalmente su desarrollo a través de varios principios y estrategias:
- Ambiente preparado: El entorno Montessori se organiza cuidadosamente para fomentar la independencia y la interacción social. Los niños tienen acceso a materiales y actividades que les permiten trabajar y jugar juntos, lo que promueve la cooperación y el aprendizaje social.
- Trabajo en grupos pequeños: Los niños trabajan en grupos pequeños o individualmente, lo que les brinda la oportunidad de aprender a comunicarse, colaborar y resolver conflictos de manera efectiva.
- Edades mixtas: En muchas aulas Montessori, los niños de diferentes edades comparten el mismo espacio. Esto fomenta la empatía, la tutoría entre pares y la capacidad de adaptarse a diversas situaciones sociales.
- Libertad de elección: Los niños tienen la libertad de elegir sus actividades y trabajar a su propio ritmo. Esto les permite tomar decisiones, aprender a respetar las elecciones de los demás y desarrollar habilidades de autocontrol.
- Materiales Montessori: Los materiales diseñados por María Montessori están diseñados para ser manipulativos y auto-correctivos. Los niños pueden trabajar con estos materiales de manera independiente o en colaboración con otros, lo que fomenta la interacción y la resolución conjunta de problemas.
- Observación y seguimiento: Los educadores Montessori observan de cerca a los niños y están atentos a sus necesidades sociales y emocionales. Intervienen cuando sea necesario para ayudar a los niños a superar desafíos sociales o conflictos.
- Comunicación efectiva: Los educadores Montessori modelan una comunicación efectiva y respetuosa, lo que inspira a los niños a hacer lo mismo. Se fomenta el diálogo abierto y la expresión de emociones.
- Resolución de conflictos: Los educadores Montessori enseñan a los niños estrategias efectivas para resolver conflictos de manera pacífica, como el diálogo, la negociación y la empatía.
- Círculos de paz: Algunas aulas Montessori realizan círculos de paz, donde los niños se reúnen para discutir problemas, expresar sus sentimientos y buscar soluciones juntos.