Los tiempos cambian, y gracias a la irrupción de Internet, primero, y de la Inteligencia Artificial, después, disponemos de nuevas maneras de emitir y recibir información en tiempo real, muchas veces sin la mediación de una persona de carne y hueso. Y esto es algo que puede ser aprovechado para crear formas de terapia que habrían sido inconcebibles hace unos pocos años.
Hablaremos de ello en esta entrevista a Ignacio de Ramón, CEO de SincroLab y entusiasta de las posibilidades que surgen al combinar la IA con el desarrollo de recursos de intervención psicoterapéutica útiles ante los problemas de salud mental.
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Entrevista a Ignacio de Ramón: las terapias digitales de prescripción en la salud mental
Ignacio de Ramón Burgos es el cofundador y CEO de SincroLab, empresa desarrolladora de una plataforma desde la que los psicólogos y neuropsicólogos pueden aplicar terapias digitales como recurso de entrenamiento de habilidades cognitivas, algo que ha demostrado ser útil y eficaz ante alteraciones como el TDAH. En esta entrevista nos habla sobre el potencial de las terapias digitales en la era de la Inteligencia Artificial (IA).
¿Cuál es la principal necesidad que satisface una tecnología como la de SincroLab?
Principalmente, el acceso a una estimulación cognitiva validada científicamente de una manera adaptada al paciente y con un importe que las familias se puedan permitir. Las sesiones presenciales con terapeutas especializados es el tratamiento ideal, pero según nuestros datos, más del 50% de los niños, por ejemplo con TDAH, no reciben un tratamiento combinado de fármaco y terapia por falta de recursos o de tiempo y complicaciones logísticas. Esto supone que la gran mayoría de los niños con TDAH (53%) o bien solamente reciben una pauta farmacológica o no tienen ningún tratamiento.
Nosotros queremos revertir esta situación en la medida de lo posible, llevando a casa de los pacientes un tratamiento digital personalizado y validado y supervisado por profesionales. Y no solo queremos hacerlo en pacientes con TDAH, sino en otros muchos que están también en esta situación.
¿Podrías mencionar algunas limitaciones que las terapias digitales no tienen en comparación con las formas de intervención psicológica y neuropsicológica “tradicionales”?
Por supuesto, muchas. La interacción presencial con un terapeuta no se puede sustituir por ahora con ninguna tecnología, la transferencia emocional, la comunicación no verbal con el cuerpo, incluso la responsabilidad de asistencia a una cita agendada es terapéutico, etc. Todo eso no se puede comparar, pero las terapias digitales están diseñadas para complementar las sesiones presenciales.
¿Qué sucede cuando tu paciente sale de consulta hasta la siguiente sesión? ¿Está siguiendo o no tus recomendaciones? ¿Puedes ayudarle de manera remota a poner en práctica tus recomendaciones? Son estas algunas de las muchas cuestiones en las que pueden ayudar las terapias digitales. De hecho, hay ya evidencias que muestran que las terapias online tienen una eficacia igual o mejor en algunos casos que la presencial.
¿Las terapias digitales pueden llegar a ser infravaloradas por su apariencia de videojuego “de entretenimiento”?
Bueno, pero eso ha sucedido siempre. Yo, como Neuropsicólogo Infantil, he oído muchas veces a padres decir que el “niño solo viene a consulta jugar con Nacho” y se tenía que explicar que cada juego se “prescribía” para la estimulación de un proceso cognitivo concreto. En el caso de los niños, su lenguaje natural es el juego, sobre todo en el caso de niños por debajo de 10 años. Por eso, creo que los tratamientos de los niños deben de ser lo más lúdicos dentro de lo posible.
Sin embargo, las terapias digitales están demostrando poco a poco que si están bien diseñadas y construidas pueden ser muy serias y ayudar a los terapeutas a conseguir los objetivos de los tratamientos, consiguiendo que nuestro sector se tecnifique.
En SincroLab usáis el término “neurojuego”. ¿Las terapias digitales pueden ser vistas como una manera de gamificar el proceso terapéutico, o no en todos los casos tienen por qué seguir este modelo que se inspira en los videojuegos?
Uno de los problemas más importantes que tiene el proceso terapéutico, y me da la sensación que no se le pone suficiente énfasis, es la adherencia al tratamiento. Los tratamientos en muchas ocasiones son fallidos por falta de adherencia al mismo, pero no nos preguntamos demasiado cómo podemos hacer para que los pacientes terminen sus procesos terapéuticos.
Pero como dices, no vale para todos los casos o patologías y, por otro lado, gamificar con sentido requiere mucho trabajo y análisis y en ocasiones es difícil establecer el itinerario de principio y fin de tratamiento. Pero, a pesar de todo ello, creo que la gamificación es un excelente aliado para conseguir una mayor adherencia a los tratamientos.
¿Cómo funciona el sistema de personalización de los juegos ofrecidos por SincroLab? ¿Qué características del paciente y de su comportamiento se tienen en cuenta?
SincroLab está construido sobre una Inteligencia Artificial que adapta cada estímulo, cada modalidad de juego, cada neurojuego al perfil cognitivo del paciente con un objetivo: maximizar el rendimiento de los procesos que están afectados. Esto lo hace aprendiendo del rendimiento diario de estos pacientes, y de nuestra base de datos de más de 6 millones de puntos de datos. Lo que hace nuestra IA es prescribir el mejor tratamiento posible para que ese paciente mejore su rendimiento en el menor tiempo posible.
¿En el contexto de las terapias digitales, los terapeutas lo tienen fácil para monitorizar los progresos del paciente, o deben encargarse de diseñar un plan para recopilar datos por su propia cuenta?
Las terapias digitales tratan de ahorrar tiempo, por lo que lo ideal es que no tengan que recopilar gran cantidad de datos. En nuestro caso, el profesional puede tardar en dar de alta a un paciente en la plataforma unos 7 minutos y a partir de ahí no tiene que hacer nada más. Puede supervisar la evolución a través de nuestros informes y trasladar la información a los pacientes como considere adecuado.
Las terapias digitales se diseñan para conseguir que, de manera intuitiva, se muestren los datos relevantes para el profesional y para el paciente. Otra cosa es que algunas no lo consiguen, y ese es el reto y la diferenciación entre las que aportan valor y las que no. Ahí es donde yo creo que debe entrar la regulación y los estándares de calidad como las ISO y los marcados CE y FDA para garantizar la calidad del diseño y fabricación de estas terapias para profesionales y pacientes.
Desde tu punto de vista, ¿cuáles son los próximos logros que las terapias digitales alcanzarán debido a los nuevos avances tecnológicos en la Inteligencia Artificial?
Soy un gran defensor de la Inteligencia Artificial como aliada para la comprensión del cerebro y la conducta. La capacidad de computación y las posibilidades que puede ofrecer la IA en enfermedades como la esquizofrenia, el TDAH, la depresión, los trastornos de ansiedad o el Alzheimer son enormes.
A través de un uso responsable y ético (el equipo de Rafael Yuste ya está trabajando en los neuroderechos) la IA puede mostrarnos nuevos caminos terapéuticos, nuevos enfoques que no tenemos contemplados. Creo que la IA nos va a ayudar a ser mejores terapeutas y ofrecer tratamientos más eficaces a nuestros pacientes.
¿Hubiera sido posible crear SincroLab tal y como es hoy en día hace 15 años?
Imposible. En 2007 se lanzó el primer iPhone. Nos creemos que toda la vida hemos tenido una enorme capacidad de computación en el bolsillo, pero no. Hace muy poquito que tenemos esta capacidad. La movilidad y la capacidad de procesamiento de datos es lo que permite que los algoritmos se puedan entrenar adecuadamente. De hecho, la gran mayoría de los algoritmos de IA que se utilizan en la actualidad llevan diseñados desde hace varias décadas, pero no teníamos una tecnología tipo “iPhone” para recolectar tantos datos y entrenarlos de manera adecuada. Ahora sí.
Cuando en 2015 hablábamos de terapias digitales basadas en Inteligencia Artificial, poca gente entendía de lo que hablábamos. Hoy ya es una realidad, pero en 2008 sería impensable.
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