Hay pocos profesionales de la salud mental que sean capaces de atender miles de casos en su consulta particular y que a la vez saquen tiempo para dedicar a una noble vocación divulgativa.
Entre este pequeño y selecto grupo de psicólogos encontramos a Karemi Rodríguez Batista, fundadora de Psico-K.
Entrevista a Karemi Rodríguez Batista: ¿cómo se trata la baja autoestima en consulta?
Con una amplia experiencia realizando sesiones de psicoterapia presencial en Madrid, y también online, Karemi es una psicóloga con una trayectoria de lo más interesante y polifacética. Hemos querido compartir hoy una charla que mantuvimos con ella acerca de la autoestima como concepto, y los casos de baja autoestima en consulta.
Bertrand Regader: Según tu experiencia trabajando en terapia, ¿qué tipo de situaciones son las que generan problemas de autoestima con más frecuencia?
Karemi Batista: Compleja pregunta. De forma rápida y general diría que las problemáticas se derivarían de la falta de aceptación de uno/a mismo/a. Influye, sin duda, si hemos sido criados en un ambiente sumamente crítico y punitivo, teniendo poco contacto con nuestras experiencias internas y nuestras necesidades. Algunas situaciones que las disparan son cuando la persona pasa por la pérdida de algo valioso con lo que se ha fusionado, o crisis vitales.
El constructo de “autoestima” generalmente la entendemos como la valoración que tiene uno/a de sí mismo/a y su propio concepto. Entonces, la pregunta que nos hacemos es, en función de qué ésta valoración iría a la alza o a la baja.
Si por mi historia de aprendizaje se me ha valorado en función de mi belleza, estatus, dinero, poder, fama, etc; o si mi sentido de valía está en función de con quien esté (mi pareja, mis colegas, mi familia, etc.) o si pondero una conducta mía sobre otras, evidentemente, cuando cualquiera de estos atributos no estén (y esto sucederá tarde o temprano), mi autoestima se dañará. Y aquí es donde tocamos terreno peligroso y es por varias razones. La primera es que son circunstancias o atributos externos y cambiables en los cuales deposito mi valía global, y en yo no tendría mucho control, o porque me fusiono con ese concepto de mí mismo/a y pierdo de vista otros aspectos de mi más duraderos y realmente significativos en mi vida, como son mis valores reales. Por ejemplo, digamos que le desagrado a esa persona que tanto me gusta o que fracaso en una tarea que me hacía ilusión, entonces me condeno y me etiqueto globalmente como “estúpida, inútil, sin valor, etc…”.
¿Qué me equivoqué me lleva a ser estúpida, qué no me aprecie alguien marca mi valor como persona? Pues es que esto es lo que nos pasa, frecuentemente. Tampoco es cuestión de calificarnos positivamente de forma global en función de logros, porque en tanto en cuanto no los obtenga, vuelta de nuevo al autodesprecio y al desprecio de los demás.
En definitiva, bajo mi punto de vista lo más eficaz sería movernos del constructo autoestima hacia el de la autocompasión que no depende de circunstancias externas. Además, si no nos aceptamos y somos compasivos con nosotros mismos, difícilmente lo seremos con los demás y esto será en detrimento de relaciones sociales significativas.
¿Este tipo de malestar psicológico acostumbra a aparecer en la infancia, o en general surge en cualquier momento de la vida?
En cualquier situación que dispare lo que te comenté anteriormente, aunque su origen está en la infancia. Es ahí donde aprendemos a tener control privado (desde mi) o público (desde los demás) de nuestras experiencias. Es decir, saber lo que yo realmente siento, pienso y quiero, y actuar en función de ello o en función de los demás.
Si de niños/as se nos ha criticado, exigido y castigado mucho, esto mismo incorporaremos y será una tendencia muy fuerte que condicionará nuestra visión de nosotros/as mismo/as, contribuyendo en problemáticas relacionadas con la ansiedad, depresión, dependencia emocional, a estilos de pensamiento sesgados (centrarse solo en lo negativo, sobre generalizar, sacar conclusiones apresuradas, etc.. ) y a conductas ineficaces en relación a una vida de valor, como puede ser bloquearnos, evitar, procrastinar, no poner límites adecuados, etc…
Otros momentos críticos, pueden ser en la adolescencia, y aquí el grupo social en el cual incluiríamos las redes sociales, influyen muchísimo. Podemos ir moldeándonos en función de lo que dicten con poca o nula discriminación de lo que yo realmente quiero, y esto es peligroso.
¿Las personas con problemas de auto-aceptación tienden a ver en esto un problema tratable en terapia, o es más frecuente que lo confundan con su propia identidad y crean que no se va a poder remediar?
Muy buena pregunta. Haces referencia a un punto clave que es confundir estos aspectos parciales sean negativos o positivos con la propia identidad. Son muchas las personas que acuden a terapia explicitando concretamente en el motivo de consulta: “baja autoestima”. No he conocido ninguna todavía alguien que me diga: “falta de aceptación o compasión hacia mí”, por ejemplo. Entonces se piensa que una vez que “suba la autoestima” (de nuevo, la mayoría creemos que esto es una vez logremos ciertos objetivos o pensemos positivamente sobre nosotros mismos), nuestros problemas desaparecerán. Esto no es así.
Hay un problema de expectativas a trabajar también, muchos “logros” no dependen de nosotros/as y es difícil para muchos el poder delimitar esto. Aquí la cultura de “si quieres, puedes” influye mucho. Y si lo aunamos con una tendencia aprendida a auto exigirnos demasiado, la frustración y sufrimiento es mayor.
Son muchos los factores individuales que influyen en que se perciba como algo “remediable” Aterrizando el constructo en autoaceptación o autocompasión, sin duda hay pacientes con más resistencia a ello, por su propia historia de vida y contexto actual, y aquí es donde debemos ser mucho más cuidadosos, validantes y pacientes como terapeutas. Creo que si no trabajamos este aspecto, lo demás muy probablemente falle, pero vale la pena.
¿Qué tipo de estrategias utilizan los psicólogos para ayudar a sus pacientes con una baja autoestima?
Esto dependerá mucho de las características particulares del paciente y su contexto, además del enfoque con el cual se aborde, claro. Por ello es crucial que hagamos una buena conceptualización del caso, así como un concienzudo análisis funcional de las conductas problemáticas que de aquí se deriven.
En líneas muy muy generales, la terapia racional emotivo conductual, por ejemplo, ayudaría al paciente a fomentar una aceptación incondicional de sí mismo/a independientemente de la “valoración” positiva o negativa (que no es resignación) y a redirigirle a metas. Estos objetivos los comparte la terapia de aceptación y compromiso, aunque con un abordaje distinto, donde el foco sería trabajar la autocompasión, estrategias dirigidas hacia la defusión de esos “contenidos” (autoevaluaciones parciales percibidas de forma global) tomando perspectiva, la aceptación de uno mismo/a con sus debilidades y fortalezas, y desde aquí ayudarle a las personas a saber lo que realmente quieren y necesitan para dirigirse a metas en función de sus valores, y a encontrar conductas más eficaces para ello. Todo esto, en función del caso, se puede ampliar con estrategias potentes derivadas de la terapia cognitivo conductual (siempre y cuando tengan coherencia con nuestro enfoque), como lo pueden ser el entrenamiento en resolución de problemas, habilidades sociales, etc...
Una vez que vamos logrando esto, le ayudamos a que sea más consciente o esté más atento/a en discriminar qué le fue eficaz, cuándo, dónde, cómo lo hizo, etc, generando así un sentimiento de autoeficacia si se quiere, más bajo su propio control interno. Y de esta forma intentamos generalizar este nuevo repertorio conductual a otras áreas de su vida.
¿Y qué hay de las personas con una autoestima demasiado inflada? ¿Qué se hace en estos casos?
Si esta autoestima está demasiado inflada fuese algo muy rígido y estable en diversos contextos de la persona desde una edad temprana, y de aquí derivasen en conductas disfuncionales tales como un patrón de comportamiento dirigido hacia búsqueda excesiva de admiración, poca empatía, explotación de los demás para el logro de sus metas, etc, puede llevarle a lo que se conoce como trastorno de personalidad narcisista.
Una cuestión relevante es que personas con estas características no suelen pedir ayuda, porque la explicación de sus problemática usualmente la dirige hacia los otros, hacia afuera; y tienden a pensarse en un nivel muy superior a los demás incluidos el terapeuta si es que va, entonces ¿para qué va a ir? ¿Qué le podemos enseñar a él o ella?
Personas con estos patrones de comportamiento dependen muchísimo de refuerzos sociales externos, llámense alabanzas, admiración, necesidad excesiva de atención, etc. y si no los obtienen, escapan de esa situación como forma de evitar el dolor que les produce la falta de esto. Imagínate el reto para el terapeuta.
Como ves es una situación muy compleja. Es verdad que todo esto hay que aterrizarlo al caso por caso y hay excepciones, entre ellas cuando esto de lo que dependen tanto (la aprobación de los demás en función de atributos o circunstancias externas e inestables) ya no se da. Aquí la recomendación sería trabajar en ese “yo inestable”, en la autocompasión como un primer punto. Un abordaje muy eficaz en estos problemas es la psicoterapia analítica funcional.
Aproximadamente, ¿cuánto se tarda en pasar de tener una autoestima muy baja a tener una más equilibrada, gracias a la psicoterapia?
No hay un tiempo definido, este respondería de nuevo a muchos factores individuales y del contexto de la persona así como el enfoque con el que se aborde. Lo que sí que te puedo decir es que los mejores resultados y en el menor tiempo posible se están encontrando en los enfoques cognitivo conductuales y/o conductuales contextuales.
¿Cómo pueden ayudar los amigos y las familias de las personas con baja autoestima que están acudiendo al psicólogo?
Apoyándole en este proceso. De ser necesario, el terapeuta se planteará, con permiso del paciente, por supuesto, incorporar al familiar como co-terapeuta, y le indicará específicamente cómo puede hacerlo mejor.
No hay pautas generales, ya que las conductas problema tienen una función diferente en cada persona, lo que puede ser reforzante para mi puede ser aversivo para ti, y ahí la liamos. Lo único que si tengo claro que puede ser una recomendación más general es ser compasivos/as con él o ella, ayudándole a que lo sea consigo mismo/a, dirigir constantemente la atención a lo que está haciendo bien, a sus fortalezas, y reforzándoselo.