En lo niños y las niñas, la curiosidad y la exploración del entorno constituyen el principal motor del aprendizaje a lo largo de esta primera etapa de la vida; mediante estas actividades se busca alterar lo que hay a su alrededor, para experimentar las consecuencias que eso produce.
Esto lleva a situaciones divertidas, pues buena parte de estas acciones forman parte de su manera de jugar, pero también les lleva de manera irremediable a la frustración en muchas ocasiones: precisamente por su falta de experiencia, se ven involucrados en situaciones en los que no pueden obtener los resultados que esperaban.
En la mayoría de los casos esto no es un problema, pero a veces, el golpe emocional que supone verse frustrado o frustrada ante determinado tipo de metas u objetivos es algo difícil de asimilar. Para comprender mejor la naturaleza de la frustración en la etapa de la infancia, entrevistamos a la psicóloga Miriam Vaz, de Centro Nanda.
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Entrevista a Miriam Vaz: cómo gestionar la frustración en los niños
Miriam Vaz es psicóloga, diplomada en Magisterio de Educación Especial y Directora del Centro Nanda, situado en Sabadell, donde atiende a personas de todas las edades y dedica buena parte de su trabajo al apoyo a niños, niñas y adolescentes, así como a sus familias. En esta entrevista nos habla acerca del modo en el que la frustración puede afectar a los más pequeños, y qué puede hacerse para darles apoyo.
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¿Cuáles son algunos de los motivos de frustración más habituales que ves en los niños y niñas que acuden a tu consulta?
Antes de empezar hablar de la frustración creo que es conveniente definir el término como tal y a partir de aquí poder explicar en base a ello: la frustración es el sentimiento que se genera en una persona cuando no consigue cumplir una expectativa, un proyecto, una idea y/o un deseo.
A partir de aquí, decir que la frustración puede derivar de muchísimas situaciones y momentos, especialmente, aquellos/as en los que el pequeño/a no entiende y no sabe gestionar, con lo que cualquier situación y/o momento puede llevarles a una frustración.
Generalizando un poco sobre los motivos y/o causas de la frustración en niños/as, mencionaré las más habituales, pero siempre hay que profundizar en cada caso, es básico, para averiguar qué es lo que le sucede al peque en concreto de forma individual.
En muchas ocasiones, la mayoría, somos los propios adultos los que provocamos la frustración, especialmente los padres, cuando decimos que no al niño/a y les impedimos hacer y/o tener aquellas cosas que ellos consideran que están bien o que simplemente quieren, pero no siempre necesitan. Un niño o niña que se siente controlado/a, presionado/a constantemente, estará siempre a la defensiva y se frustrará de forma habitual.
Por otra parte, los propios compañeros, y/o amigos, así como los propios objetos, provocan frustración en el momento que quieren conseguir que hagan y /o actúen como ellos desean o esperan, esto hace que, cuando no se cumple, se frustren y muchas veces no sepan salir de ese estado.
Si a todo esto le añadimos la edad y la maduración personal, que es algo muy individual, es fácil que se sientan abrumados/as en muchas ocasiones por cosas que se le piden que quizás no les toca por edad o simplemente ellos creen que lo pueden hacer y no lo consigan.
Aún así, el hecho de tener frustraciones de forma puntual y en pequeñas dosis no es una cosa negativa, todo lo contrario, les hace crecer, madurar y a la vez aprender que la vida no es sólo lo que ellos consideran que es.
Por lo que has visto, ¿hay ciertos errores de crianza frecuentes detrás de los pequeños que expresan su frustración a través de las famosas rabietas?
Sí, por supuesto, aunque los padres podamos intentar hacer todo de forma perfecta, nadie lo somos y por ello se cometen errores.
Una cosa que quizás en muchas ocasiones no tenemos en cuenta los adultos, es que los niños van madurando poco a poco, ¿qué quiero decir con ello? Pues que hasta los 6 años no empiezan a entender, razonar y darse cuenta de muchos comportamientos y/o acciones que hacen, así que ante todo como padres hemos de tener paciencia y ser capaces de ponernos en el lugar del pequeño, ya que en ocasiones se puede producir una rabieta simplemente por el hecho de no entender lo que le estamos intentando transmitir.
En cuanto a errores como tal, hay uno y quizás el más extendido, que es el miedo que podemos llegar a tener los padres de las propias rabietas, ya que puede llegar a ser muy embarazoso cuando un niño/a empieza a gritar, tirarse al suelo, llorar… por ello se suele tender a acceder a la demanda del pequeño para conseguir evitar esta “escena” especialmente si se da fuera de casa, cuando lo correcto no es evitarla, sino afrontarla y saber gestionarla tanto los padres como ser capaces de a nuestro hijo/a los niños.
Otra cosa en la que solemos caer, es en dar sermones y explicaciones cuando empezamos a estresarnos y ellos no quieren hacer alguna cosa y/o tarea que se les pide, como por ejemplo lavarse las manos. Tenemos que ser conscientes que este tipo de conducta para un adulto puede funcionar pero en un niño/a lo que provocamos es más estrés y frustración y no conseguimos nada, así que es importante detectar cuando el peque es capaz de escucharnos y está tranquilo/a para poder dar las explicaciones que creamos pertinentes.
A colación de esto, acabamos castigándolos y enfadándonos y esto el niño/niña lo recibe como rechazo, incomprensión y puede hacer que el berrinche aumente en tiempo e intensidad. Hay que tener en cuenta también, que los niños quieren todo YA y eso los convierte en unos pequeños exigentes que sino satisfacen sus demandas actúan en consecuencia para ello.
¿Qué es lo más recomendable que se puede hacer ante una rabieta o pataleta, desde la perspectiva de los padres y las madres?
Lo primero es tener paciencia, un tópico, pero totalmente efectivo, saber ponernos en el lugar de ellos (empatía), ser capaces de entender que hay un momento para todo, darles su espacio, enseñándoles a gestionar esa frustración y consecuente rabieta de manera sana y correcta, y reconducir la conducta hacia acciones más saludables, tanto para el peque como para el adulto es importante. Y ante todo y sobretodo NO ceder a sus demandas, ya que esto se puede convertir en una forma de funcionar y acaben relacionando “rabieta-consigo lo que quiero”.
Lo cierto es que los padres no nacemos enseñados para poder sobrellevar todo este tema, con lo que si sientes que esas situaciones te desbordan, no lo dudes, consulta un profesional y déjate aconsejar, será la mejor opción.
¿Es frecuente que los más pequeños no expresen su frustración expresando enfado o ira, sino deprimiéndose y queriendo estar solos?
Realmente, como personas, todos somos individuales y diferentes entre sí, con lo que podemos encontrarnos muchas formas de expresar la frustración infantil, al final ante la inmadurez de los pequeños, cada uno/a reacciona y actúa en base a lo que sabe y conoce, con lo que podemos ver desde niños que expresan su frustración de forma explosiva e impulsiva, con rabietas como hablábamos, hasta simplemente aislándose y no queriendo saber nada de nadie.
¿Cuáles son los principales cambios que experimentan los pequeños en su manera de gestionar la frustración, a medida que se van desarrollando y pasan de su primera infancia hasta llegar a la adolescencia?
En etapas infantiles, la forma de manifestar la frustración suele manifestarse con conductas egoístas y egocéntricas, que forman parte del propio desarrollo, al etiquetarla como algo negativo, en ocasiones puede favorecer comportamientos de este tipo en la edad adulta Entre los 0 y 2 años, los niños/a no tienen ninguna tolerancia a la frustración y como tal, se quejan y lloran por todo aquello que no consiguen y se mueven mucho por instintos básicos de supervivencia.
Entre los 3 y 6 años, el niño/a tiene una conducta totalmente egocéntrica, se cree el centro del mundo y no tiene en cuenta la existencia de los demás, su empatía aún no está desarrollada y esto hace que sean un poco narcisistas.
A partir de esta edad y con la maduración, lo deseable y esperable es que esto empiece a cambiar y vayan aprendiendo, poco a poco y con ayuda de los adultos, especialmente los padres, a tolerar la frustración y saber reconducirla cuando ocurre, aunque precisamente la adolescencia no es una etapa dónde esto ya no suceda, de hecho, en ocasiones se puede dar un paso atrás por todos los cambios que conlleva y el querer poner normas y establecer reglas por parte de los padres acusa la situación.
Si el niño/a y consecuente adolescente, es capaz de ir aprendiendo a tolerar la frustración, llegarán a ser adultos sanos y con facilidad para poder sobrellevar situaciones complicadas sin mayor problema, si por el contrario, crecen con este sentimiento y no son capaces, inicialmente de identificar sus emociones ni de reconducirlas ni de gestionarlas, como adultos aparecerá otro tipo de problemática que no les facilitará las cosas.
¿Qué estrategias sueles usar en terapia para ayudar a los niños y niñas con problemas de regulación de la frustración?
Para poder enseñar a tolerar la frustración, en primer lugar y básico es que el niño/a reconozca cuando se siente frustrado, con ello me refiero especialmente a identificar emociones para poder gestionarlas después, con el consecuente acto de aprender a pedir ayuda cuando lo necesiten.
El dejar que el niño/a se equivoque también es una manera de enseñar y que ellos aprendan, ya que si se van encontrando con la frustración, también aprenderán a gestionarla antes que si los sobreprotegemos como padres y no les damos otra opción.
Hay que tener en cuenta de ir reforzando todos los pasos que damos con ellos a la hora de ir avanzando para poder llegar al objetivo deseado.
Se les puede enseñar a relajarse en el momento que empiezan a sentirse mal para conseguir que no vaya a más y se calmen.
Después de esto, se pueden utilizar estrategias de diferentes tipos, como leer un cuento donde aborde el tema, mediante juegos de rol, juegos de mesa… con este tipo de actividades, especialmente con el juego, se intenta normalizar y desdramatizar el hecho de perder y poco poco se irá reforzando lo enseñado y llegarán a poder gestionar mejor todos sus sentimientos.