Trastorno por dolor: qué es, causas, síntomas y tratamiento

Analizamos en qué consiste este tipo de trastorno somatomorfo.

Trastorno por dolor

Los trastornos somatomorfos conllevan una serie de síntomas físicos que no se explican por ninguna enfermedad médica. Además, tienen la característica de que existen una serie de factores psicológicos de base que se relacionan con su inicio, mantenimiento o exacerbación.

En este artículo conoceremos uno de estos trastornos: el trastorno por dolor, en el que el síntoma principal es un dolor intenso e incapacitante. Veremos cuáles son sus características, tipos, síntomas, causas y tratamientos.

Trastorno por dolor: ¿qué es?

El trastorno por dolor es un trastorno perteneciente a la categoría de “trastornos somatomorfos” propia del DSM-IV-TR (APA, 2002). En el DSM-5 (APA, 2013), esta categoría cambia de nombre y pasa a llamarse “trastornos de síntomas somáticos y trastornos relacionados”.

Además, un cambio importante a destacar es que el trastorno por dolor desaparece como tal en esta nueva edición del DSM, y se convierte en un especificador de los trastornos somáticos.

Vamos a ver qué son los trastornos somatoformes (o somatomorfos), como sería el trastorno por dolor.

Trastornos somatoformos

Los trastornos somatoformes o somatomorfos engloban un grupo de trastornos mentales caracterizados por la aparición de una serie de síntomas físicos que no se explican por ninguna condición médica; sin embargo, dichos síntomas están relacionados con factores psicológicos, como por ejemplo acontecimientos traumáticos.

Es importante diferenciar los trastornos somatoformos, como sería por ejemplo el trastorno por dolor, de los trastornos o enfermedades psicosomáticas. Éstas últimas son patologías orgánicas o procesos patofisiológicos conocidos y específicos, donde los factores psicológicos y psicosociales están relacionados con su inicio o curso.

Características

El trastorno por dolor, que figura como diagnóstico en el DSM-IV-TR, anteriormente se denominaba “dolor somatoforme”. Incluso también se llamó “dolor crónico”, término que empleó por primera vez Keefe, en 1982.

En cuanto a su epidemiología, el trastorno por dolor es el más prevalente de todos los trastornos somatoformes en el contexto clínico. Aparece con más frecuencia en mujeres que en hombres, sobre todo como sintomatología relacionada con el dolor por la menstruación.

Síntomas

Vamos a ver los principales síntomas del trastorno por dolor, que a su vez corresponden a sus criterios diagnósticos.

1. Dolor

Como su propio nombre indica, el principal síntoma del trastorno por dolor es un dolor localizado en una o más zonas del cuerpo. Este dolor es lo suficientemente grave como para requerir una atención clínica específica.

2. Malestar

Dicho dolor provoca un malestar importante en el paciente. Este malestar puede conllevar además un deterioro en la vida de la persona, y además es clínicamente relevante. Es decir, que es significativo y que no se reduce a una simple sensación de incomodidad.

3. Factores psicológicos

Además, el trastorno por dolor lleva asociados una serie de factores psicológicos que cumplen una función determinante en el propio dolor; es decir, dichos factores influyen de manera importante en el inicio, curso, mantenimiento o empeoramiento del síntoma de dolor.

Cabe mencionar que cuando el dolor aparece asociado a una enfermedad médica, esto no se podría considerar un trastorno mental.

4. No existe simulación

Finalmente, el paciente no simula de ninguna manera este dolor, ni lo produce de forma intencionada. Esta característica lo diferenciaría de la simulación.

Tipos

En el DSM-IV-TR es necesario codificar el tipo de trastorno por dolor que manifiesta el paciente, pudiendo ser de dos tipos.

1. Trastorno por dolor asociado a factores psicológicos

En este caso, existen una serie de factores psicológicos (por ejemplo ansiedad experimentada por sucesos vitales estresantes, experiencias traumáticas, nerviosismo, etc.) que explican por qué se inició el síntoma de dolor, por qué se exacerbó o por que se mantiene en el tiempo.

Es decir, dichos factores tienen un papel relevante en la aparición, mantenimiento y/o empeoramiento del dolor.

2. Trastorno por dolor asociado a factores psicológicos y a enfermedad médica

En este segundo tipo de trastorno por dolor, además de los factores psicológicos mencionados, existe también una enfermedad médica de base; aunque, remarcamos, siempre deberán existir estos factores psicológicos, necesariamente.

Este subtipo es más frecuente que el anterior.

Especificadores

Por otro lado, en el DSM-IV-TR también es preciso especificar si el trastorno por dolor es agudo o crónico.

1. Agudo

El trastorno por dolor agudo tiene una duración menor a 6 meses.

2. Crónico

En el caso de diagnosticar trastorno por dolor crónico, la duración del mismo es igual o superior a los 6 meses.

Es conveniente apuntar que en la clasificación de la OMS (CIE-10, Clasificación Internacional de Enfermedades), también existe el diagnóstico de trastorno por dolor, y que en esta clasificación la persistencia del síntoma de dolor es de mínimo 6 meses (requisito que no tiene el DSM-IV-TR).

Causas

Las causa del trastorno por dolor, como hemos visto, están asociadas exclusivamente a factores psicológicos (que suelen ser estresantes para la persona), o a factores psicológicos junto a algún tipo de enfermedad médica que padece el paciente. Los factores psicológicos incluyen acontecimientos estresantes o traumáticos para el paciente, un ritmo de vida acelerado que le causa ansiedad, un duelo mal gestionado, la muerte de un ser querido, etc.

Pero, recordemos, el dolor del trastorno por dolor nunca se puede explicar exclusivamente por una enfermedad médica, porque entonces no estaríamos hablando de este diagnóstico ni de un trastorno mental.

Tratamiento

El tratamiento del trastorno por dolor incluirá una intervención psicológica orientada a tratar las causas subyacentes del mismo; en este caso, los factores psicológicos que expliquen la sintomatología del dolor. Así que la terapia deberá ser personalizada para cada paciente y adaptarse a cada caso en concreto, ya que los factores siempre variarán de un caso a otro.

Se pueden emplear técnicas cognitivo-conductuales, algún tipo de terapia sistémica, humanista, etc. La orientación teórica de la terapia dependerá de las características, necesidades y preferencias del paciente.

Por otro lado, también se han utilizado ansiolíticos y/o antidepresivos complementarios a la intervención psicológica, pero éstos siempre deben ser considerados como “herramientas” puntuales y de soporte.

Otros trastornos somatomorfos

Además del trastorno por dolor, en el DSM-IV-TR encontramos otros trastornos pertenecientes a la misma categoría de trastornos somatomorfos.

Estos son: el trastorno de somatización (que también desaparece en el DSM-5), el trastorno somatomorfo indiferenciado, la hipocondría (que en el DSM-5 se convierte en una categoría más global, el “trastorno de ansiedad por enfermedad”), el trastorno dismórfico corporal (que en el DSM-5 pasa a formar parte de los trastornos obsesivos compulsivos) y el trastorno de conversión.

Éste último puede ser de cuatro tipos: con síntomas o déficits motores, con crisis y convulsiones, con síntomas o déficits sensoriales y de presentación mixta.

Además, dentro de los trastornos somatomorfos también encontramos el trastorno somatomorfo no especificado (diferente al trastorno somatomorfo indiferenciado).

Referencias bibliográficas:

  • American Psychiatric Association (APA). (2002). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-IV-TR. Barcelona: Masson.

  • American Psychiatric Association –APA- (2014). DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Madrid: Panamericana.

  • Belloch, A., Sandín, B. y Ramos, F. (Eds.) (1995). Manual de Psicopatología (2 vols.). Madrid: McGraw Hill.

  • OMS (2000). CIE-10. Clasificación internacional de enfermedades, décima edición. Madrid. Panamericana.

Graduada en Psicología por la Universitat de Barcelona, con Máster en Psicopatología Clínica Infantojuvenil por la Universitat Autònoma de Barcelona. Especializada en Trastornos del Neurodesarrollo. Actualmente trabaja como Psicóloga infantil en la Associació Catalana del Síndrome X Frágil. Autora del libro "Vivir de memoria" (Editorial Círculo Rojo, 2018). Aficionada del deporte y la lectura.

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