Hay una serie de conductas agresivas que se dan por desgracia con bastante frecuencia entre los miembros de muchas de diversas edades, por lo que se han llegado a clasificar dentro de lo que se conoce como los “niveles de agresión en pareja” que nos permiten comprobar la calidad y salud de una pareja.
Los niveles de agresión en la pareja al ofrecernos la posibilidad de medir la calidad de una pareja nos permite ver su una relación es tóxica y así darnos cuenta de que cuando se rebasan ciertos límites, quizás lo más sensato sea ponerle fin a una relación debido al riesgo que hay de que esas conductas pasen a otras más graves.
En este artículo explicaremos brevemente en qué consisten los distintos niveles de agresión en la pareja y cuáles son algunas de las conductas que suelen darse con frecuencia en cada uno de ellos.
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Los niveles de agresión en la pareja (explicados)
En cualquier pareja existen ciertos conflictos, habiendo discusiones que podrían llegar a causar ciertas subidas de tono e incluso que se lleguen a decir ciertos comentarios hirientes que luego van a causar el arrepentimiento por parte de la persona que los dijo. Aunque no nos sentimos orgullosos de ello, es normal que en algunas ocasiones lleguemos a tener algunas discusiones de ese tipo, siendo lo común que la situación no se vaya de las manos ni que se haya llegado a faltar al respeto ninguna de las dos partes de la pareja.
Sin embargo, hay ciertas personas que llegan a rebasar los límites del respeto hacia su pareja y llegan a actuar de forma agresiva a diversos niveles, tanto en el plano físico como en el plano psicológico, lo que erosiona su relación de pareja y causará un tremendo malestar en la otra persona.
Cuando se rebasa esos límites, es común que las agresiones vayan subiendo, dándose diversas conductas clasificadas en los diferentes niveles de agresión en la pareja existentes y, por ello, lo más recomendable sería frenar esos ciclos de agresiones antes de que suban de nivel.
A grandes rasgos, explicaremos a continuación los tres grandes niveles de agresión en la pareja, dentro de los cuales se agrupan un conjunto de conductas que convierten una relación de pareja en un tipo de relación tóxica. Dichos niveles están clasificados de forma ascendente en cuanto al grado de violencia dada en la pareja, siendo normalmente uno de los miembros el agresor y el otro el maltratado, aunque podría darse el caso en el que haya un maltrato recíproco.
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Nivel 1: agresión simbólica
El primero de los niveles de agresión en la pareja es en el que se produce una clase de agresiones denominadas como “agresiones simbólicas”. En este primer nivel de agresión en la pareja se produce sobre todo un maltrato a nivel psicológico, sin haberse producido ningún tipo de agresión física.
Cuando en una pareja existe la agresión simbólica es debido a que existen conductas como las que se explican a continuación o similares. Al haber ciertos niveles de agresión en la pareja, dándose una agresión simbólica, puede darse el caso de que una de las partes de la pareja llegue a ser ridiculizada en público en varias ocasiones por parte de su pareja, por lo que además, la parte ridiculizada es normal que llegue a sentirse humillada.
Por otro lado, en la agresión simbólica es frecuente que se produzcan bromas de mal gusto que pueden llegar a herir los sentimientos de la otra parte, así como también es posible que la parte agresora recurra con frecuencia al uso de frases ofensivas hacia la otra parte de la pareja. En ocasiones puede darse el caso de que la parte agresora de la pareja haya llegado hasta el extremo de amenazar a su pareja.
Cuando se empiezan a dar conductas como las que se acaban de mencionar o similares entre los miembros de una pareja podríamos decir que la relación comienza a ser tóxica, por lo que es de gran importancia que la parte maltratada y vejada ponga freno antes de que las agresiones vayan a más.
En los casos más extremos de violencia dentro de este nivel (p. ej., habiendo amenazas) es probable que la parte afectada necesite buscar ayuda legal por diversas razones. La primera es que este tipo de conductas deben ser intolerables y, segundo, por el riesgo a que esas amenazas se acaben llevando a cabo por parte del miembro agresor de la pareja.
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Nivel 2: agresión coactiva
El segundo de los niveles de agresión en la pareja es el de la “agresión coactiva”, donde los niveles de violencia han aumentado con respecto al que había cuando se daba un nivel de agresión simbólica.
Cuando existe violencia coactiva, los niveles de agresión en la pareja son considerablemente más graves que en el nivel anterior, siendo frecuente haya una maltrato psicológico e incluso puede se dé a nivel físico también.
En este nivel es común que haya conductas como la prohibición a la parte maltratada de la pareja de hacer ciertas cosas, como por ejemplo, salir con sus amistades de fiesta, chatear con ciertas personas, entre otras, de manera que su libertad se ve muy limitada. Por lo tanto, en estos casos la parte agresora estaría ejerciendo un control sobre la parte maltratada, de manera que podría llegar a espiar a su pareja a causa de una necesidad imperiosa de saber lo que hace en todo momento.
En los casos más extremos podría haber intimidaciones por parte de la parte agresora hacia su pareja con el fin de causarle miedo y conseguir así que sea más sumisa con sus imposiciones o incluso puede que se llegue al límite de recurrir a las agresiones físicas.
Aquí veríamos una relación de pareja completamente tóxica en la que la parte maltratada debería poner fin de inmediato debido a que su integridad física y psíquica corren peligro. Ante este tipo de relaciones resulta complicado salir debido a que lo más probable es que la parte agresora de la pareja no acepte que su pareja quiera dejar la relación y actúe de una forma aún más violenta. Es frecuente que cuando se ponga fin a este tipo de relaciones el agresor acose a la otra persona, o también podría darse el caso de que pida perdón con el fin de que le dé otra oportunidad.
Ante estos casos es probable que la parte afectada de la pareja deba interponer una denuncia con el fin de buscar protección debido a que, ante tales niveles de agresión en pareja, es posible que corra el riesgo de sufrir futuras agresiones por la negativa de la parte agresora a poner fin a la relación.
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Nivel 3: agresión directa
El tercero de los niveles de agresión en la pareja es el que se conoce como el de la “agresión directa”, donde se ha llegado a un maltrato constante y extremos.
Cuando se dan estos niveles de agresión en la pareja suelen producirse agresiones a nivel físico de forma continua, pudiendo ser diariamente, al igual que las amenazas de todo tipo (por ejemplo, amenazas de chantaje). En estos casos es común que la persona maltratada se sienta intimidada a causa del miedo a sufrir más agresiones por parte de su pareja.
En estos casos también podrían darse el resto de conductas características de los otros dos niveles de agresión en la pareja que vimos anteriormente, por lo que podemos ver que estaríamos ante el nivel más grave de maltrato y vejación que puede haber en la pareja. También podrían llegar a darse unas conductas agresivas muy crueles como sería el caso de la violencia vicaria, que se da cuando se pretende dañar a la pareja a través de conductas violentas hacia algún ser querido (por ejemplo, su hijo).
Existen ejemplos muy sonados en las noticias de violencia vicaria en los que un progenitor ha secuestrado a los hijos con el fin de causarle sufrimiento a su expareja, habiendo llegado en algunos casos al asesinato de sus hijos, lo que demuestra la expresión más cruel y despiadada posible que puede haber de todos los niveles de agresión en la pareja.
En estos casos es fundamental que la parte maltratada ponga fin a su relación antes de que sea demasiado tarde y que busque ayuda. Lo más frecuente en estos casos es que la parte afectada necesite ayuda a nivel legal (por ejemplo, por parte de un abogado y/o de una asociación que colabore en caso de violencia de pareja), debiendo interponer una denuncia en comisaría, y también la ayuda de un profesional de la salud mental, ya sea un psicólogo o un psiquiatra.