Pensamiento concreto: qué es y cómo se desarrolla en la infancia

Este tipo de proceso cognitivo se basa en la descripción de hechos objetivos y objetos físicos.

Pensamiento concreto
Un tipo de pensamiento conceptualizado por investigadores como Jean Piaget.Pxhere.

El proceso por medio del cual los seres humanos elaboramos y relacionamos mentalmente las ideas sobre lo que nos rodea es bastante complejo. Inicia desde nuestros primeros años y avanza de acuerdo con una serie de etapas y características determinadas.

Entre otras cosas, dicho proceso nos permite desarrollar dos maneras de pensar: una basada en los objetos físicos del mundo, a la que llamamos pensamiento concreto; y la otra establecida en operaciones mentales, a las que llamamos pensamiento abstracto.

En este artículo veremos qué es el pensamiento concreto y cómo se relaciona o diferencia del pensamiento abstracto.

¿Qué es el pensamiento concreto y cómo se origina?

El pensamiento concreto es un proceso cognitivo que se caracteriza por la descripción de los hechos y los objetos tangibles. Es el tipo de pensamiento que se encuentra ligado a los fenómenos del mundo real, es decir, a los objetos materiales. El pensamiento concreto nos permite generar conceptos generales sobre fenómenos particulares y categorizarlas de una manera lógica.

En esta área son clásicos los estudios del psicólogo suizo Jean Piaget sobre las etapas de formación del pensamiento. A grandes rasgos, analizó cómo los procesos cognitivos se desarrollan desde la primera infancia y hasta la adolescencia.

Desde una perspectiva biológica, psicológica y lógica, Piaget estaba interesado en saber cómo es que un niño alcanza sus capacidades cognitivas. Propuso, entre otras cosas, que el pensamiento tiene patrones derivados de la composición genética, que a su vez se activan ante estímulos socioculturales.

Estos últimos son los permiten que la persona reciba y procese información, con lo cual, el desarrollo psicológico es siempre activo. Propuso a partir de esto una serie de etapas, cad auna cualitativamente distinta de las demás, y que le permiten al niño transitar hacia una forma más compleja de comprensión y de organización del conocimiento.

Etapa de las operaciones concretas

De acuerdo con Piaget, el pensamiento concreto se desarrolla durante la etapa de las operaciones concretas, que ocurre entre los 7 y los 12 años. En esta, el niño ya es capaz de percibir y discriminar entre la realidad y las apariencias. No puede prescindir de lo real y, a diferencia de lo que ocurre en etapas anteriores, comienza a descentrar su pensamiento, es decir, disminuye gradualmente el pensamiento egocéntrico.

Además, durante esta etapa puede clasificar y dar cuenta, por ejemplo, de las transformaciones de los estados de la materia. Ocurre así una serie de comparaciones lógicas que le permiten responder a los estímulo de una manera que ya no está condiciona en la apariencia, como en la etapa anterior, y empieza a estar determinada por la realidad concreta.

En el área matemática, por ejemplo, se espera que el niño sea capaz de desarrollar habilidades cognitivas como la conservación de números, las nociones de sustancia, de peso, de volumen y de longitud, así como la coordinación espacial. Todas las anteriores son adquiridas una vez que el niño puede describir objetos con base en su composición material.

En este sentido, para que el aprendizaje ocurra, el niño debe tener siempre el objeto presente: a través de sus sentidos establece relaciones que le permiten conocer la realidad. En este periodo además aún no es posible que los niños realicen hipótesis, y tampoco les es posible aplicar un aprendizaje adquirido previamente a situaciones nuevas (esto último pertenece al pensamiento abstracto).

Diferencias entre pensamiento concreto y pensamiento abstracto

Mientras el pensamiento concreto es el que nos permite procesar y describir los objetos del mundo físico, el pensamiento abstracto ocurre mediante procesos puramente mentales. A este último Piaget le llamó “pensamiento formal”, porque ocurre en la etapa de las “operaciones formales”, que ocurre entre los 12 y los 16 años. Además de ocurrir en momentos del desarrollo distintos, el pensamiento concreto y el pensamiento abstracto tienen las siguientes diferencias:

1. ¿Deductivo o inductivo?

El pensamiento abstracto es un pensamiento hipotético deductivo, que permite construir hipótesis sin la necesidad de ponerlas a prueba empíricamente. En el caso del pensamiento concreto esto ocurre al revés: sólo pueden formularse conocimientos a través de la experiencia directa con el fenómeno u objeto; es un pensamiento de tipo inductivo.

2. Lo general y lo particular

El pensamiento abstracto puede ir de lo general a lo particular, con lo que permite formular leyes, teorías y propiedades más generales. El pensamiento concreto opera en el sentido contrario, va de lo particular a lo general. Un fenómeno amplio o multidimensional sólo puede ser entendido y descrito por sus características particulares.

3. Flexibilidad

El pensamiento abstracto permite una apertura a la reflexión y al debate, es por lo tanto un pensamiento flexible. Por su parte, el pensamiento concreto, al estar fundamentado desde lo tangible y lo evidente, no permite variaciones.

4. Complejidad en la adquisición

El pensamiento abstracto, tal como Piaget lo plantea, se adquiere más tarde que el concreto porque requiere un proceso más complejo. Aunque el pensamiento concreto se consolida finalmente hacia el final de la infancia, durante todo su desarrollo, el niño adquiere aprendizaje y maduración psicológica sólo mediante la experiencia directa con el entorno. El pensamiento abstracto sólo ocurre luego de que se ha alcanzado y satisfecho la necesidad de hacer comprobaciones meramente empíricas.

Referencias bibliográficas:

  • Fingermann, H. (2011). Pensamiento concreto. La guía. Recuperado 26 de julio de 2018. Disponible en https://educacion.laguia2000.com/general/pensamiento-concreto
  • Piaget, J. (1986). Psicología evolutiva. Madrid: Editorial Paidós
  • Pagés, J. (1998). La formación del pensamiento social, pp. 152-164. En Pijal Benejam y Joan Pagés, Enseñar y aprender ciencias sociales, geografía e historia en la educación secundaria. Barcelona: ICE/Horsori.

Psicóloga | Redactora especializada en Psicología Social

Licenciada en Psicología por la Universidad de las Américas Puebla (México). Máster en Investigación e Intervención Psicosocial por la Universitat Autònoma de Barcelona, con experiencia profesional en inclusión social y educativa así como docencia en psicopedagogía. Cuenta con estudios en política pública y derechos humanos y actualmente es doctoranda en Psicología Social en la Universitat Autònoma de Barcelona, donde trabaja temas relacionados con metodologías cualitativas, salud pública, salud mental, diversidad funcional y perspectiva de género.

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