Todos hemos oído hablar alguna vez (o hemos sufrido en nuestras propias carnes) las molestias ocasionadas por un trastorno como la ciática.
La principal causa de este dolor tan característico es la compresión del nervio isquiático, y que provoca un dolor intenso y un entumecimiento de las extremidades. Es, precisamente, de este nervio tan importante del que hablaremos a lo largo del artículo.
Te explicamos qué es y dónde se ubica, y cuáles son sus principales funciones. También hablaremos de los distintos trastornos asociados a la lesión del nervio isquiático.
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Nervio isquiático: definición, estructura y ubicación
El nervio isquiático, también denominado nervio ciático, es el nervio periférico más grande y más largo en humanos y otros animales vertebrados. Comienza en la pelvis, en la parte inferior del plexo sacro, formado por las raíces anteriores de varios nervios espinales, y continúa a través de la articulación de la cadera, bajando por la pierna.
En humanos, el nervio isquiático se forma a partir de los segmentos L4 y S3 del plexo sacro, cuyas fibras se unen para formar un solo nervio frente al músculo piriforme. Después, el nervio pasa por debajo de este músculo y a través del agujero ciático mayor, saliendo de la pelvis.
De ahí viaja por el muslo posterior hasta la fosa poplítea (coloquialmente conocida como la “corva”). El nervio transcurre por el compartimento posterior del muslo detrás del músculo aductor mayor, en frente de la cabeza larga del músculo bíceps femoral.
El nervio isquiático, en la zona inferior de muslo y por encima de la rodilla (por la parte posterior), se divide en dos nervios: el nervio tibial, que continúa su trayecto descendente hacia los pies y se encarga de inervar el talón y la planta; y el nervio peroneo, que transcurren lateralmente a lo largo de la parte exterior de la rodilla y hasta la zona superior de pie.
Como veremos más adelante, este nervio proporciona la conexión con el sistema nervioso para casi toda la piel de la pierna, los músculos de la parte posterior del muslo y los de la pierna y el pie. A continuación, veremos de qué funciones se encarga este importante nervio.
Funciones
El nervio isquiático es el que permite el movimiento, los reflejos, las funciones motoras y sensoriales y la fuerza a la pierna, el muslo, la rodilla, la pantorrilla, el tobillo, los dedos y los pies. Concretamente, sirve de conexión entre la médula espinal y la parte externa del muslo, los músculos isquiotibiales que se encuentran en la parte posterior de muslo, y los músculos de la parte inferior de la pierna y los pies.
Aunque el nervio isquiático pasa a través de la región glútea, no inerva ningún músculo ahí. Sin embargo, sí que inerva de forma directa los músculos en el compartimento posterior del muslo y la porción de los isquiotibiales del músculo aductor mayor. A través de sus dos ramas terminales, inerva los músculos de la pantorrilla y algunos músculos del pie, así como los de la parte anterior y lateral de la pierna, y algunos otros músculos intrínsecos del pie.
Por otra parte, aunque el nervio isquiático no tiene funciones cutáneas propiamente dichas, sí que proporciona inervación sensorial indirecta a través de sus ramas terminales mediante la inervación de los lados posterolateral anterolateral de la pierna y la planta del pie, así como la parte lateral de la pierna y zona dorsal del pie.
Trastornos relacionados: la ciática
La ciática es el resultado de un daño o una lesión en el nervio isquiático y se caracteriza por una sensación que puede manifestarse con síntomas de dolor moderado a intenso en la espalda, las nalgas y las piernas. También puede producirse debilidad o entumecimiento en estas zonas del cuerpo. Normalmente, la persona experimenta un dolor que fluye desde la parte baja de la espalda, a través de los glúteos y hacia las extremidades inferiores.
Los síntomas suelen empeorar con el movimiento brusco (p. ej. levantarse de la cama), por determinadas posiciones (p. ej. estar sentado mucho tiempo) o al realizar ejercicio físico con pesos (p. ej. mover un mueble o coger una bolsa). Entre las causas más habituales de ciática podemos destacar las siguientes:
1. Discos herniados
Las vértebras están separadas por piezas de cartílago, que está lleno de un material grueso y transparente que garantiza la flexibilidad y la amortiguación cuando nos movemos. Los discos herniados se producen cuando se rasga esa primera capa de cartílago.
La sustancia en el interior puede llegar a comprimir el nervio isquiático, lo que resulta en dolor y entumecimiento de las extremidades inferiores. Se estima que entre un 1 y un 5 por ciento de la población va a sufrir en algún momento de sus vidas dolor de espalda causado por un disco herniado.
2. Estenosis espinal
La estenosis espinal, también denominada estenosis espinal lumbar, se caracteriza por el estrechamiento anormal del canal espinal inferior. Este estrechamiento ejerce presión sobre la médula espinal y sus raíces nerviosas ciáticas. Los síntomas que pueden experimentarse son: debilidad en piernas y brazos, dolor en la espalda baja al caminar o estar de pie, entumecimiento en las piernas o las nalgas y problemas de equilibrio.
3. Espondilolistesis
La espondilolistesis es una de las condiciones asociadas del trastorno degenerativo del disco. Cuando una vértebra se extiende hacia adelante sobre otra, el hueso espinal extendido puede pellizcar los nervios que forman su nervio isquiático.
Aunque es una condición dolorosa, es tratable en la mayoría de los casos. Los síntomas incluyen: rigidez en la espalda y las piernas, dolor persistente en la parte baja de la espalda, dolor en el muslo y agarrotamiento de los isquiotibiales y los músculos de los glúteos.
4. Síndrome piriforme
El síndrome piriforme es un trastorno neuromuscular poco frecuente en el cual el músculo piriforme se contrae o aprieta de forma involuntaria, provocando ciática. Este músculo es el que conecta la parte inferior de la columna vertebral con los huesos de los muslos. Cuando se tensa, puede ejercer presión sobre el nervio isquiático.
Las características clínicas del síndrome incluyen: dolor radicular, entumecimiento y debilidad muscular, y sensibilidad en los glúteos. En ocasiones, el dolor puede exacerbarse por la rotación interna de la extremidad inferior de la cadera.
El tratamiento habitual suele ser de tipo quirúrgico, con el objetivo de liberar el músculo piriforme; o no quirúrgico, con la inyección de fármacos corticosteroides, la aplicación de medicamentos analgésicos y la fisioterapia.
Referencias bibliográficas:
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Cardinali, D.P. (2000). Manual de neurofisiología. Madrid: Ediciones Díaz de Santos.
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Olmarker, K., & Rydevik, B. (1991). Pathophysiology of sciatica. The Orthopedic clinics of North America, 22(2), 223-234.
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Sobotta, J. (2006). Atlas de anatomia humana (Vol. 2). Ed. Médica Panamericana.