Desde que tenemos uso de razón, si no antes, nos llega el mensaje de lo importante que es obtener unas determinadas cualificaciones en el ámbito académico. Generalmente, tenemos la idea de que dichas titulaciones están asociadas al éxito. Estas expectativas pueden llegar a tener un fuerte impacto en la salud mental de las personas.
Los avances científicos y tecnológicos se hacen cada vez más presentes y permiten obtener nueva información en gran cantidad de ámbitos. Los nuevos estudios apuntan hacia la idea de que los genes de las personas están vinculados con el desempeño académico y su trayectoria estudiantil.
La herencia genética y el éxito escolar
Afortunadamente, cada vez son más los descubrimientos y conocimientos relacionados con el campo de la genética. A día de hoy, se sabe que hay muchos genes diferentes implicados en las cuestiones relacionadas con el rendimiento académico. La interacción entre dichos genes dan lugar a aspectos como la inteligencia, el autocontrol y la concentración.
Un estudio publicado en Nature Genetics revelaba que son más de 1200 las variables genéticas que están relacionadas con el rendimiento académico. En otras palabras, es importante tener en cuenta que no hay un único gen que determine los logros a nivel educativo, sino que son muchos los genes y factores implicados.
Por otro lado, no podemos olvidar tampoco que las variables genéticas que pueden darse en las personas pueden marcar ciertas predisposiciones, pero no son determinantes. Es decir, los efectos de esas variaciones, aunque nos pueden ayudar a hacer predicciones, también se ven influenciadas por el ambiente.
Se estima que solo entre el 30 y el 60% de las diferencias que se observan entre las diferentes personas en relación con el desempeño escolar están relacionadas con factores genéticos. Una vez más, insistimos en el hecho de que los genes predisponen al desarrollo de ciertas características que pueden dificultar o facilitar el aprendizaje, pero el contexto también tiene un peso considerable que se debe tener en cuenta.
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Los límites de la predicción del éxito escolar mediante el ADN
Es cierto que los estudios que se han publicado en los últimos años señalan la relación entre determinadas variables genéticas y su relación con el desempeño académico. Sin embargo, no se puede negar que hay ciertas limitaciones en cuanto al uso del ADN como predictor del éxito en la escuela.
Si bien es cierto que la genética juega un papel en el desarrollo de las habilidades cognitivas, se considera que existen limitaciones a la hora de hacer predicciones en base al ADN. Por ejemplo, se considera que solo un 16% (otros estudios señalan que es hasta un 25%) de las diferencias individuales a lo largo de la escolarización están explicadas por factores genéticos. El porcentaje restante se relaciona con factores ambientales y con las experiencias vitales de la persona.
Así pues, no podemos obviar el hecho de que el ambiente en el que el infante se desarrolla puede llegar a tener un peso mucho mayor que la genética. Al hablar del entorno tenemos en cuenta muchas variables, como por ejemplo: oportunidades académicas, recursos disponibles, influencias culturales, apoyo familiar, nutrición, juego, etc.
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¿Qué aplicaciones puede tener esta información en el futuro?
La información que se plantea en las investigaciones es delicada y debe tratarse con sensibilidad y adecuación. Se considera que estos resultados permiten comprender mejor las diferencias que se producen entre individuos en relación con el rendimiento académico.
Manejar esta información de manera responsable podría permitir ajustar las intervenciones o los recursos educativos a las predisposiciones genéticas de cada persona. Además, si esto se diera, sería interesante también tener en cuenta las características de su entorno y sus necesidades individuales. Es decir, permitiría una mayor precisión en el desarrollo de las intervenciones personalizadas.
Es crucial comprender los riesgos que esto también podría conllevar. Debería evitarse el hecho de que la información disponible a nivel genético sirva como forma de etiquetar, limitar o frenar a personas que tengan determinadas características o predisposiciones. Lo interesante sería que el acceso a dicha información supusiera una mayor adaptación a cada individuo, no una restricción.
Implicaciones y limitaciones tanto éticas como sociales
Es importante tener en cuenta que la mayor parte de los estudios disponibles actualmente se han llevado a cabo con una población muy concreta. En su mayoría, los participantes tenían ascendencia europea. Esto, sin duda, implica que no son resultados que puedan extrapolarse a todas las culturas, etnias o contextos sociales y que, por ende, hace falta más investigación al respecto.
Por otro lado, es crucial reforzar la idea de que la genética no es determinante, sino que simplemente predispone, o no, al posible desarrollo de ciertas cualidades. Insistimos en la importancia de este punto con el objetivo de evitar caer en determinismos genéticos que lleven a las personas a pensar que están marcadas por su genética y que no hay nada más que eso.
En este sentido, ya hemos comentado que esa idea se aleja considerablemente de la realidad puesto que la genética es importante, pero el ambiente puede llegar a serlo incluso más. La genética puede influir o predisponer, pero no determina la conducta de las personas y mucho menos sus “éxitos” o “fracasos”.
Por último, y como ya hemos mencionado en el apartado anterior, es elemental comprender que la información disponible en relación con el ADN o la genética de una persona en ningún caso debería suponerle una limitación.