En una sociedad en la que la productividad se ha convertido casi en una religión, las personas competitivas parecen tener más incentivos que nunca para seguir siéndolo.
Teniendo en cuenta que la vida profesional cada vez está más mezclada con la vida privada, además, este espíritu competitivo aflora en todo tipo de situaciones: intentando captar la atención de alguien influyente, haciendo ostentación de la riqueza, a la hora de ser el vecino con la mejor imagen pública o incluso cuando lo que se quiere es competir con otros en la cantidad de seguidores que se tiene en las redes sociales como Instagram.
El resultado de esto es que, hoy en día, casi todos conocemos a un buen número de personas competitivas que valoran más el hecho de superar a otros que lo estimulante del esfuerzo en sí mismo. Esto puede hacer que estas personas sean propensas al oportunismo, la manipulación o incluso los deseos de sacrificar todo su trabajo (y el de las personas que trabajan con ellas) a proyectos poco beneficiosos por el simple hecho de pasar por delante de otros competidores.
Maneras de lidiar con personas competitivas
Lo dicho anteriormente convierte a las personas competitivas en mucho más que el músculo de las empresas y las organizaciones; también pueden ser la chispa que inicie conflictos innecesarios, una fuente de ansiedad sobre amigos y familiares y los propagadores de un mal clima de trabajo.
Afortunadamente, hay maneras de lidiar con este tipo de personas de manera que su lado más negativo quede aplacado.
1. No dejar que el ego del otro se imponga
Una manera efectiva para evitar que las personas competitivas estén siempre tratando de atraer la atención de los demás es, simplemente, no recompensar este tipo de conductas. Por ejemplo, cuando en una reunión informal o en un festejo una persona que compita por atraer la atención esté todo el rato interrumpiendo a los demás y hablando sobre sus experiencias, gustos y opiniones, se le puede pedir educadamente que no interrumpa y, a la vez, hacer que el curso de la conversación siga su curso.
En estos casos es una mala estrategia comportarse del mismo modo que la persona competitiva en cuestión, rivalizando con ella en un concurso de ver qué monólogo se impone al otro, ya que esto no rompe con la lógica de la competitividad.
2. Hacerse valer
A la hora de lidiar con personas competitivas no solo es importante mantener un marco de relaciones favorable para la mayoría; es necesario defender los propios derechos de uno mismo.
Por eso, si la arrogancia y la soberbia del otro mina nuestra dignidad, es bueno hacer llamadas de atención para que ese tipo de situaciones no se repitan y, de paso, se pueda mantener el orden. En estos casos la asertividad es la clave.
3. Controlar el ambiente de trabajo
Si los efectos negativos de tener cerca una persona competitiva se hacen notar en el trabajo, ya sea porque utiliza trucos poco éticos para llegar a sus objetivos o porque se fija unos objetivos diferentes a los planeados, una de las estrategias que se puede seguir es intervenir directamente sobre el clima laboral cambiando el sistema de recompensas o de “penalizaciones”. Por ejemplo, si la persona en cuestión pretende hacer caer a otros acaparando todos los bonuses por rendimiento, poner limitaciones a estos mecanismos de motivación es una solución muy efectiva.
Es importante hacer notar que esta es una medida con un impacto colectivo, y que no afecta solo a la persona competitiva. Sin embargo, este hecho también puede ser una ventaja, ya que es tomado como una medida justa que afecta a todos por igual.
4. Educar en principios de igualdad
Si la persona competitiva en cuestión es joven y se está en disposición de participar en su educación y formación, es bueno llevarla a reflexionar acerca de los valores morales que hay detrás de su conducta y el modo en el que encajan en una cultura que valora la igualdad de oportunidades. Pero esta no es una tarea que deba emprenderse solamente desde la teoría; también se puede enseñar desde la práctica de los juegos y las actividades grupales en las que lo que más importa es el interés del colectivo.
En las empresas medianas y grandes cada vez es más frecuente invitar a todos sus miembros a participar en juegos de carácter colectivo, como el fútbol o el paintball, por este motivo. En este sentido, por ejemplo, ha llamado la atención de los medios el caso de una empresa ubicada en China que ha llegado a desarrollar un equipo de castellers (tradición catalana) en el que pueden participar sus trabajadores para realizar las torres humanas más espectaculares.
5. Ingeniería inversa para descubrir el origen de la conducta competitiva
Muchas veces se dan casos en las que personas que no destacan por ser competitivas empiezan a involucrarse en dinámicas de comportamiento de un individualismo extremo.
En estos casos es muy posible que un cambio reciente en el contexto cotidiano de esta persona haya tenido como efecto este cambio de actitud. Explorar los motivos de esta transformación es una de las maneras de gestionar la manera en la que esta persona nos afecta y, en ocasiones, incluso hace posible que la podamos ayudar.
6. Gestionando el miedo y la paranoia
Cuando se está en una situación que se percibe como peligrosa o de alto riesgo, una de las primeras manifestaciones de la ansiedad y el miedo que esto produce es la conducta competitiva.
El hecho de no poder fiarse de nadie hace que se vea a los demás como medios para llegar a un fin o, a veces, como potenciales amenazas de las que hay que protegerse. En estos casos, la comunicación y el establecimiento de acuerdos con garantías resultan muy útiles para hacer que esta actitud a la defensiva no sea un problema.