Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión y la ansiedad son problemas de salud global al alza, que cada vez afectan a más habitantes de todo el globo. Sin ir más lejos, 300 millones de personas en el mundo padecen cuadros depresivos, mientras que 260 millones tienen trastornos de ansiedad que van más allá del nerviosismo. Se estima que los trastornos de ansiedad son los cuadros psicológicos más comunes en la Unión Europea, pues presentan una prevalencia del 14% de los habitantes al año.
Las cifras son claras: la ansiedad y estrés son un problema grave en la sociedad actual. Como los seres humanos pasamos hasta 9 horas al día en el entorno laboral, es imposible no vincular ambos frentes en cuadros clínicos comunes. Con base en esta premisa, el Consejo General de la Psicología de España nos indica que 6 de cada 10 trabajadores españoles se sienten estresados por la carga de trabajo, casi el 30% padecen ansiedad por la relación con sus jefes o compañeros y 1 de cada 4 tiene miedo de no cumplir expectativas.
En la materia de riesgos laborales, casi todos los trabajadores hacen cursos que enseñan cuáles son las posibles fracturas, lesiones o daños sistémicos que se pueden producir al levantar una carga grande o al mantener una postura por demasiado tiempo y cómo evitarlos. De todas formas, la salud emocional en el entorno laboral ha sido una gran olvidada, hasta ahora. Conoce con nosotros las nuevas medidas que va a tomar el gobierno en materia de riesgos laborales, pues en este caso, el estrés y la ansiedad son los protagonistas.
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El criterio técnico 104/2021, sobre actuaciones de la inspección de trabajo y seguridad social en riesgos psicosociales
El catalista de este criterio fue la Comunicación de la Comisión Europea del 10 de enero del 2017 sobre “Trabajo más seguro y saludable para todos - Modernización de la legislación y las políticas de la UE de salud y seguridad en el trabajo”.
Dicha comunicación hizo especial hincapié en que los riesgos psicosociales en el ambiente de trabajo, especialmente el estrés, suponen uno de los problemas sanitarios laborales más complejos (y que están en aumento). No olvidamos que hasta el 60% de las personas afirman padecer estrés en este ámbito, una carga mucho más alta que la de la mayoría de lesiones físicas.
Este estamento pone una idea tan clara como necesaria en la mente: los empleadores tienen la obligación legal de proteger a los empleados de toda fuente nociva en el ambiente laboral, y esto también incluye la protección psicosocial. Por ello, al evaluar los posibles riesgos laborales en un entorno, también se debe tener en cuenta el bienestar emocional del trabajador: no solo que no se rompa una pierna al realizar trabajos físicos, sino el daño psicológico que pueda generar hacer exactamente la misma actividad durante 20 años.
Para ejemplificar un poco lo que se está proponiendo actualmente, te resumimos unas de las tablas claves del documento, que enfrenta los posibles factores psicosociales en el ambiente laboral y los riesgos derivados de su mala gestión:
- Contenido y características del trabajo: se debe evitar la monotonía, realización de tareas sin sentido, fragmentaciones de tareas, falta de variedad y la realización de actividades desagradables o que provoquen rechazo.
- Carga y ritmo de trabajo: evitar que esta sea demasiada o insuficiente, la presión de los tiempos o los plazos demasiado estrictos.
- Tiempo de trabajo: evitar horarios muy largos o impredecibles, trabajos por turnos, jornadas largas nocturnas o que la actividad laboral continúe fuera de la empresa.
- Participación y control: evitar que el trabajador sea excluido en la toma de decisiones y la falta de autonomía sobre la labor.
- Cultura de organización: prevenir la comunicación deficiente, apoyo insuficiente ante los problemas y evitar la falta de realización individual del trabajador.
- Ambiente: poner a disposición del trabajador equipos y entornos inadecuados, entre otras cosas.
Podríamos seguir listando más frentes, vinculados a las relaciones personales, el rol de la organización, el desarrollo del potencial individual y otras muchas cosas más. De todas formas, nos queda clara una idea: la evaluación de riesgos laborales ahora tendrá en cuenta los posibles agentes estresores a nivel emocional, como la falta de cohesión en las actividades, horarios impredecibles, tareas inútiles, falta de autonomía y otras muchas cosas más.
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Más allá del bienestar como trabajador
Además de todo lo citado, este criterio técnico subraya otra realidad que no podemos olvidar: la diversidad es esencial en el ámbito laboral. Los datos, por desgracia, avalan esta afirmación: según estudios realizados en varios países de la UE, el 55% de las mujeres han sido víctimas de acoso sexual en al menos una ocasión a partir de los 15 años de edad. De todos los casos reportados, el 32% ocurren en el ambiente laboral.
Quizá no te sorprenda, pero el 60% de los casos de acoso laboral son realizados por el jefe o superior, casi siempre actuando de forma individual. Por ello, este criterio pone en evidencia que también es necesario evaluar los riesgos laborales desde una perspectiva plural, con el fin de amparar a las mujeres, los trabajadores jóvenes, personas migrantes, personas de mayor edad en riesgo de exclusión o gente con discapacidad, entre otras cosas.
Dicho de otro modo, el reflejo de todos los estratos y culturas sociales es necesario en el ambiente laboral, pues solo así se evitarán exclusiones, vejaciones y abusos. No vale con la educación, ya que también es necesaria la representación para alcanzar la integración de la multiculturalidad que nos define como especie en todos los ámbitos.
Un paso más hacia la sanidad mental
Más allá de las legislaciones a nivel europeo, cabe destacar que, en el año 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó el Burnout syndrome en su Clasificación internacional de enfermedades, 11.ª edición. Este síndrome se considera un fenómeno ocupacional, caracterizado por el cansancio, fatiga, negatividad y cinismo asociados al entorno laboral cuando el estrés se prolonga en el tiempo en la vida del trabajador.
Aunque este conjunto de sensaciones y sentimientos no se considere una patología a día de hoy, sin duda este es un gran paso para validar el mal trato en el ámbito laboral como una fuente de distrés emocional que va más allá del momento. Sin ninguna duda, la sociedad avanza (poco a poco) hacia una regularización laboral que tenga en cuenta las emociones de los empleados.
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