En los últimos años, la teoría del apego se ha convertido en la explicación estrella para entender las relaciones de pareja. Parece que todo puede reducirse a nuestro estilo de apego: si tienes problemas con la intimidad, es porque eres evitativo; si te angustia el distanciamiento, es porque eres ansioso. Pero, ¿realmente el apego lo explica todo?
Si bien el apego influye en cómo nos vinculamos, no es el único factor en juego. Nuestra personalidad, nuestras experiencias pasadas, el modelo de amor que vimos en casa y hasta el contexto en el que nos desarrollamos también tienen un impacto enorme en nuestras relaciones. Entonces, ¿qué papel juega realmente el apego? ¿Es una sentencia de por vida o hay margen para el cambio?
Hoy quiero invitarte a mirar más allá de esta teoría. Vamos a analizar sus límites, descubrir qué otros factores moldean nuestras relaciones y entender por qué encasillarnos en un tipo de apego puede ser más limitante que útil.
El apego: ¿explicación útil o teoría sobrevalorada?
Es innegable que la teoría del apego ha aportado mucho a la psicología. Nos ha ayudado a entender por qué ciertas personas huyen del compromiso mientras otras buscan constante validación. Yo misma he utilizado esta teoría en muchas ocasiones. Sin embargo, la popularización de esta idea ha llevado a interpretaciones simplificadas que pueden ser problemáticas.
¿Cuántas veces has escuchado frases como “No me responde rápido porque tiene apego evitativo” o “Me siento inseguro en mi relación porque soy ansioso”? Si bien estas explicaciones pueden tener algo de verdad, también pueden llevarnos a un pensamiento determinista en el que asumimos que estamos atrapados en patrones inmodificables.
Pero, la realidad es que las relaciones humanas son mucho más complejas que una simple etiqueta. No basta con entender nuestro estilo de apego para mejorar nuestras relaciones; también necesitamos mirar otros factores que influyen en cómo nos vinculamos.
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Más allá del apego: otros factores que influyen en nuestras relaciones
Si el apego no lo es todo, ¿qué otros elementos entran en juego cuando hablamos de relaciones de pareja?
1. Experiencias pasadas
No solo la infancia nos moldea. Cada relación que hemos tenido deja una marca en nuestra forma de vincularnos. Un desamor, una traición o una relación tóxica pueden generar miedos e inseguridades que antes no estaban presentes.
2. Personalidad y temperamento
Hay personas naturalmente más independientes y otras que buscan más conexión emocional. Estos rasgos pueden estar relacionados con el apego, pero también con la personalidad. Por ejemplo, alguien con una personalidad más introvertida podría necesitar más espacio en una relación sin que eso signifique que tiene apego evitativo.
3. Modelo familiar y creencias sobre el amor
El ejemplo de pareja que vimos en casa también influye. Si crecimos en un hogar donde el amor era conflictivo o distante, es probable que internalicemos ciertas ideas sobre las relaciones que afectan nuestra manera de vincularnos, más allá de nuestro estilo de apego.
4. Momento vital y circunstancias externas
No nos vinculamos igual a los 20 que a los 40. El nivel de madurez emocional, las prioridades y hasta el estrés laboral o económico pueden influir en la forma en que nos relacionamos con nuestra pareja. El contexto en el que nos desenvolvemos importa, y mucho.
5. El riesgo de encasillarnos en una etiqueta
Uno de los mayores problemas de la popularización de la teoría del apego es que muchas personas comienzan a verse a sí mismas como prisioneras de un estilo fijo. “Soy ansioso, siempre voy a ser dependiente”. “Soy evitativo, nunca podré tener una relación estable”.
Este tipo de afirmaciones no solo son incorrectas, sino que pueden convertirse en una profecía autocumplida. El apego no es una condena. Las relaciones son dinámicas y tenemos la capacidad de cambiar, de aprender y de desarrollar nuevas formas de vincularnos (aunque tenemos que reconocer que no es fácil).
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¿Podemos cambiar nuestra forma de relacionarnos?
La buena noticia es que sí. No estamos condenados a repetir patrones de apego toda la vida. Con autoconocimiento, consciencia, terapia y trabajo emocional, podemos modificar la forma en que nos vinculamos. Algunas estrategias para lograrlo incluyen (siempre en terapia con un psicólogo):
- Identificar nuestras heridas emocionales: Más allá del apego, ¿qué experiencias han moldeado la manera en que nos relacionamos?
- Romper patrones aprendidos: Si crecimos viendo relaciones disfuncionales, es importante cuestionarnos qué de ese modelo estamos repitiendo.
- Trabajar en nuestra autoestima: Muchas inseguridades en la pareja provienen de la relación que tenemos con nosotros mismos.
- Aprender nuevas herramientas de comunicación: A veces, el problema no es el apego, sino la falta de habilidades para expresar lo que sentimos y necesitamos.
El apego es una herramienta valiosa para entender nuestras relaciones, pero no es la única variable en juego. Encerrarnos en una etiqueta nos limita y nos impide ver que somos mucho más que nuestro pasado.
Así que la próxima vez que sientas que tus problemas en pareja se deben únicamente a tu estilo de apego, pregúntate: ¿Qué más está influyendo en mi manera de vincularme? ¿Qué puedo hacer para mejorar mi relación conmigo mismo y con los demás?

Dra. Iratxe López Psicología
Dra. Iratxe López Psicología
Psicóloga Clínica
El apego importa, pero no lo explica todo. Y eso, lejos de ser una mala noticia, significa que tenemos margen de acción para construir relaciones más sanas y conscientes.


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