El periodo posterior al verano y la vuelta a la rutina se ha convertido en un momento crítico para muchas parejas en España, ya que se observa un notable aumento en las separaciones y divorcios. Este fenómeno, respaldado por estadísticas del consejo general del poder judicial, revela que septiembre suele registrar un aumento significativo en las demandas de divorcio.
Las vacaciones, que deberían ser un momento para el descanso y el disfrute, a menudo se convierten en un catalizador para la reflexión sobre la relación. Una convivencia prolongada junto a tensiones inherentes a la planificación vacacional, puede generar problemas de pareja ocultos hasta el momento. Además, la vuelta a la rutina escolar, laboral y familiar puede intensificar la necesidad de tomar decisiones sobre el futuro, tanto a nivel personal como para la dinámica del hogar.
Desentrañemos la realidad del aumento de divorcios tras el periodo vacacional y veraniego. Aquí exploraremos las razones detrás de este aumento, comprendiendo en más profundidad el impacto que puede tener sobre las familias, la organización y el desarrollo de hijos e hijas.
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El fenómeno en números
El aumento de las separaciones y los divorcios tras el período estival es un fenómeno y una realidad ampliamente reconocida en España. Según datos del Consejo General del Poder Judicial, septiembre suele registrar un incremento del 20% en las demandas de divorcio respecto a la media durante el resto del año. En 2023, se presentaron más de 25.000 solicitudes de divorcio en el último trimestre del año, marcándose un pico significativo en el mes de septiembre.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) corrobora esta tendencia, señalando que el número de divorcios en el cuarto trimestre suele ser un 15% superior al del tercer trimestre, coincidente con las fechas estivales. En términos absolutos, esto se traduce en aproximadamente 5.000 divorcios más entre los meses de octubre y diciembre. Es interesante darse cuenta de que este patrón no es exclusivo de España. Estudios en otros países europeos y en Estados Unidos muestran tendencias similares, con aumentos que oscilan entre el 10% y el 30% en los meses posteriores al verano.
Además, las estadísticas revelan que las parejas con hijos/as en edad escolar son más propensas a iniciar los trámites de dvorcio en septiembre, coincidiendo con el inicio del curso académico. Este dato sugiere que muchas parejas esperan al fin de las vacaciones para tomar decisiones importantes sobre su futuro familiar.
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Razones detrás del aumento
El incremento en separaciones y divorcios en fechas posteriores al verano parece responder a una compleja interacción de factores psicológicos, sociales y económicos.
1. Convivencia intensiva
En primer lugar, las vacaciones de verano suelen implicar un periodo de convivencia intensiva entre las parejas, a menudo acompañadas de sus hijos. Este tiempo prolongado en compañía puede actuar como una lupa, magnificando los problemas preexistentes en la relación que, durante el resto del año, pueden pasar desapercibidos o ser ignorados debido a las rutinas diarias y las obligaciones laborales.
2. Estrés veraniego
El estrés asociado a la planificación y desarrollo de las vacaciones o viajes familiares también juega un papel crucial. La organización de viajes, la gestión del presupuesto familiar y la necesidad de coordinar actividades conjuntas puede generar tensiones adicionales en parejas ya fragilizadas. Además, las expectativas no cumplidas sobre cómo deben ser las “vacaciones perfectas” pueden llevar a frustraciones y conflictos.
3. Espacio de reflexión
Por otro lado, las vacaciones suelen generar espacios dedicados puramente a la reflexión que muchas personas pueden aprovechar para evaluar su vida y sus relaciones. Esta introspección puede llevar a la conclusión de que la relación de pareja ya no satisface las necesidades o aspiraciones personales, precipitando la decisión de separarse o romper su relación.
4. Vuelta a la rutina
Finalmente, el regreso a la rutina tras las vacaciones de verano puede actuar como un catalizador para la separación. Muchas parejas que han tomado la decisión de separarse durante el verano esperan al inicio del curso escolar para iniciar los trámites, buscando minimizar el impacto en los hijos, disfrutar de un último verano familiar y aprovechar la vuelta a la normalidad para reorganizar sus vidas.
Su impacto familiar
El aumento de divorcios tras el verano puede llegar a tener un impacto significativo en el funcionamiento y la dinámica familiar, afectando a todos los miembros que la componen, especialmente a los hijos y las personas de menor edad. La ruptura del núcleo familiar puede generar una serie de desafíos emocionales y prácticos que requieren atención y un manejo cuidadoso de la situación.
Para los hijos e hijas, el divorcio de sus padres puede ser particularmente difícil de procesar al coincidir con el inicio del curso escolar. Pueden experimentar ansiedad, tristeza, ira o confusión, pudiendo afectar a su rendimiento académico y sus relaciones sociales. Es crucial que los padres mantengan una comunicación abierta y proporcionen apoyo emocional constante durante esta transición.
La custodia compartida, cada vez más común, implica una reorganización significativa de la vida cotidiana. Niños y niñas deben adaptarse a vivir en dos hogares diferentes, pudiendo ser estresante pero también beneficioso si se maneja adecuadamente. Económicamente, el divorcio suele implicar una reducción en el nivel de vida de ambas partes, pudiendo repercutir en las actividades y oportunidades disponibles para hijos e hijas.
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En conclusión, el aumento de separaciones y divorcios tras el verano refleja una problemática de tensiones acumuladas y la necesidad de reevaluar relaciones. Es fundamental abordar estos desafíos con una comunicación abierta y apoyo profesional. Al priorizar el bienestar familiar y buscar soluciones constructivas, muchas parejas pueden encontrar un camino hacia la reconciliación o una separación saludable y bien manejada.