¡Ups!

Se ha producido un error inesperado. Por favor, inténtalo otra vez o contacta con nosotros.

Amor sin jaula: cómo dejar de desear controlar a tu pareja

Controlar no es amar, confiar y soltar es la clave para una relación sana.

cómo dejar de desear controlar a tu pareja

¿ERES PSICÓLOGO/A EN ?

Destaca entre toda tu competencia profesional.

Amar no es lo mismo que tener el control. Aunque a veces se mezclen, son cosas bien distintas. En algunas relaciones aparece esta necesidad constante de estar encima de la otra persona, de revisar, corregir o decidir por ella.

Y no se trata solo de celos o inseguridad, sino de una forma de estar en la pareja donde uno termina sintiéndose pequeño, como si tuviera que pedir permiso para ser. En este artículo queremos sentarnos a hablar sobre por qué pasa eso, de dónde viene y qué podemos hacer para empezar a soltar.

Cuando el control no se siente como amor

Nadie llega a una relación pensando “voy a controlar a mi pareja”, pero eso no significa que no ocurra. A veces se empieza sin notarlo: un comentario por cómo se viste la otra persona, una pregunta demasiado insistente, un mal gesto porque salió sin avisar. Y eso se acumula.

De fondo, suele haber miedo. Miedo a que la otra persona cambie, a que se aleje, a que se canse. También puede aparecer el miedo a no ser suficiente o a quedarse solo o sola. Todo eso puede empujar a querer tener todo bajo control, aunque ni siquiera se dé cuenta.

Y sí, es normal querer que las cosas salgan bien. Pero cuando se necesita que todo esté bajo nuestras reglas, que la otra persona actúe como uno espera, lo que se está buscando ya no es solo amor: es seguridad a toda costa. Y el problema es que eso no existe. El amor no puede garantizar que nada se rompa, por más que uno se esfuerce.

También influye lo aprendido. Si creciste viendo relaciones donde el cariño venía cargado de exigencias, silencios o control, puede que ahora repitas esos esquemas sin darte cuenta. Pero eso no significa que no se puedan cuestionar y cambiar.

Qué hay detrás del deseo de controlar

Mucho más de lo que parece. El control suele ser una forma de protegerse, aunque en realidad genera más tensión que tranquilidad. Quien controla suele hacerlo porque le cuesta soltar, confiar, o simplemente dejar que las cosas fluyan sin tener la última palabra.

A veces viene desde el miedo al abandono, otras desde la baja autoestima, o desde experiencias dolorosas del pasado, incluso aunque esté consciente de que su pareja no tiene que hacer necesariamente lo mismo que experimentó en relaciones anteriores.

Algunas personas se convencen de que están ayudando, que lo hacen por amor. Que si están atentas a cada detalle, pueden evitar que algo salga mal. Pero, al final, eso va apagando a la otra persona. La encierra. Y no hay amor que crezca en un espacio donde no se puede respirar. También pasa que, sin quererlo, se cae en la idea de que solo si la otra persona cumple con ciertas expectativas, entonces la relación vale la pena. Como si hubiera un molde en el que la otra persona tiene que encajar sí o sí. Pero las personas no nacen para cumplir con nuestros planes. Y cuando eso no se entiende, se sufre. Y mucho.

Lo que se rompe cuando se intenta controlar todo

Puede que al principio la persona controlada no diga nada. Que aguante, que intente adaptarse. Pero con el tiempo, eso desgasta. Empieza a aparecer el silencio, las mentiras para evitar problemas, o incluso la sensación de estar atrapado en una relación que no permite ser uno mismo.

La persona que controla tampoco lo pasa bien. Vive cansada, en alerta, preocupada por lo que podría pasar. Y claro, eso no es paz. La paradoja es que se intenta controlar para evitar una pérdida, pero ese control termina alejando justo a quien se quiere cerca.

Lo que se pierde, sobre todo, es la confianza. Porque en una relación donde todo se cuestiona, donde cada movimiento tiene que explicarse, ya no hay espacio para la sinceridad ni para la complicidad, y eso termina rompiendo cosas que a veces ya no se pueden volver a armar.

Cómo empezar a soltar el control (sin dejar de cuidar el vínculo)

Esto no se resuelve de un día para otro, pero se puede empezar a trabajar desde adentro. Y desde lo simple. Lo más importante es animarse a mirar qué está pasando con uno mismo antes de mirar tanto a la otra persona. Aquí te compartimos, entonces, algunas claves sencillas que puedes poner en práctica para dejar de controlar a tu pareja:

Ten una conversación honesta contigo primero

Empieza por estas preguntas: ¿Qué me da tanto miedo? ¿Qué parte de mí se siente insegura o insuficiente? ¿Por qué creo que si no lo controlo, todo va a salir mal? Estas preguntas no se responden en cinco minutos, pero es importante tomarse ese espacio porque éstas ayudan mucho a empezar a ponerle nombre a lo que sentimos.

Habla sin máscaras

Decirle a tu pareja lo que te pasa sin atacar, sin echar culpas, puede cambiar la dinámica completamente. En lugar de “cuando sales con tus amigos siempre te olvidas de mí”, podrías decir algo como: “Cuando no sé qué estás haciendo, me entra una ansiedad rara. Sé que tengo que trabajar en eso”. Esa manera de hablar desde la propia emoción abre la puerta a la empatía.

Dale aire a la relación

Cada persona necesita espacio para crecer, pensar, equivocarse, y volver. No hay relación sana si uno no puede tener momentos propios. El control asfixia, pero el respeto y la confianza oxigenan.

Estas son algunas sencillas que puedes probar: No revises su teléfono ni pidas explicaciones de todo. Evita las “reglas” que no son realmente acuerdos mutuos. Permite que cada uno tenga amistades, intereses y tiempos individuales. Acepta que no todo lo que hace tu pareja tiene que ver contigo.

Usa la creatividad para entenderte mejor

Si te cuesta poner en palabras lo que sientes, puedes probar otras formas: Escribe una carta para ti donde te des permiso para dejar de controlar. Haz una lista de todas las situaciones que te activan el control y trata de detectar qué las une. Dibuja o haz un collage que represente cómo se ve el control en tu vida.

La idea no es que salga una obra de arte de allí ni que le muestres eso a nadie, la meta es conectar con lo que está pasando dentro de ti.

El amor también se construye con confianza

Estar en pareja no es estar vigilando. Es compartir, crecer, equivocarse y volver a intentarlo. Y sí, confiar da miedo. Pero sin confianza, no hay relación que dure mucho sin que se vuelva una carga.

Confiar no es simplemente ignorar el malestar que produce hacer las cosas distintas. Es, también, saber que la otra persona puede tomar decisiones, y que tú también. Es poder hablar de lo que molesta, sin imponer. Es mirar a la otra persona como un compañero, no como un proyecto a moldear.

Soltar el control es elegir dejar de vivir con la tensión constante de que todo depende de uno. Es abrir espacio a que la otra persona exista como es, con sus tiempos, sus ideas y sus formas. Y es también una forma de darte libertad a ti. Porque sí, el amor necesita cuidado, pero no vigilancia. Necesita presencia, no control. Y aunque soltar dé miedo, también libera.

Newsletter PyM

La pasión por la psicología también en tu email

Únete y recibe artículos y contenidos exclusivos

Suscribiéndote aceptas la política de privacidad

Al citar, reconoces el trabajo original, evitas problemas de plagio y permites a tus lectores acceder a las fuentes originales para obtener más información o verificar datos. Asegúrate siempre de dar crédito a los autores y de citar de forma adecuada.

Froilán Ibáñez Recatalá. (2025, agosto 21). Amor sin jaula: cómo dejar de desear controlar a tu pareja. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/pareja/como-dejar-de-desear-controlar-a-tu-pareja

Psicólogo

Castelló de la Plana

Froilán Ibáñez Recatalá es psicólogo especializado en psicología clínica, psicología educativa y en el peritaje psicológico. Desde el modelo cognitivo-conductual, atiende a adultos y adolescentes en su consulta de Castellón o mediante la terapia online.

Artículos relacionados

Artículos nuevos

Quizás te interese