Las relaciones de pareja se fundamentan en el amor, el respeto y la confianza. Si bien no tenemos control sobre el primero de estos ingredientes, los otros dos sí tienen un lugar en nuestras decisiones y en las elecciones que realizamos en el día a día.
Sin embargo, a la hora de mantener la fidelidad, es muy fácil que un único error eche por tierra un proyecto de noviazgo o matrimonio que lleve meses o años de recorrido. De la noche a la mañana, todo puede cambiar, e incluso si la infidelidad es ocultada, el sentimiento de culpa termina con la relación en muchas ocasiones.
Pero eso no ocurre siempre. Hay casos en los que la pareja sigue junta después de una infidelidad. ¿Por qué ocurre esto? Veamos las causas de este fenómeno.
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¿Superación de la infidelidad o autoengaño?
Una infidelidad nos coloca en una posición en la que debemos elegir obligatoriamente entre dos opciones que tienen importantes repercusiones emocionales. Romper con la pareja implica dejar atrás muchos de los elementos de la vida a la que nos habíamos acostumbrado, así como la necesidad de ver con otros ojos la relación de la que salimos, y pasar un tiempo a solas. A su vez, no separarse de la pareja implica seguir con una relación de la que es muy fácil dudar, e invertir tiempo y esfuerzos en algo que el día de mañana puede quebrar definitivamente.
La infidelidad es, por propia definición, una traición. Eso significa que no consiste en tener relaciones sexuales con alguien con quien no se tiene una relación basada en el amor correspondido; a fin de cuentas, existen las parejas abiertas y el poliamor.
Ser infiel es, básicamente, romper uno de los compromisos que forman parte de los pilares en los que se sostiene un noviazgo o matrimonio. Normalmente la exclusividad sexual absoluta es uno de esos compromisos, pero no siempre es así. En todo caso, casi todas las relaciones requieren un cierto grado de exclusividad para funcionar (aunque solo consista en el privilegio de dedicar mucho más tiempo y atención a la persona amada).
Pero existen muchas filosofías de vida con las que afrontar la infidelidad cuando se ha cometido. Muchas de ellas llevan a poner fin a la relación, al entender que ya no tiene remedio o que se basa en una mentira.
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Relaciones que se reconstruyen tras el engaño a una pareja
Por lo que se sabe actualmente, los factores que explican por qué ciertas parejas siguen existiendo después de una infidelidad conocida por ambas partes son las siguientes.
1. Preferir la felicidad a la justicia
La felicidad es algo compartido pero frágil, mientras que la justicia puede ser algo unilateral, pero no tiene por qué hacernos felices. La elección entre justicia y felicidad rige muchas de las decisiones que tienen que ver con la duda de si perdonar una infidelidad o no hacerlo.
Muchas parejas que siguen juntas después de la infidelidad apuestan por la felicidad mediante el perdón. Puede parecer la salida fácil al conflicto, pero no lo es. Perdonar a alguien de manera genuina es complicado en estos casos, y la persona que ha engañado a su pareja, muchas veces, ve en esto algo que le permite apreciar mejor el valor que tiene su noviazgo y matrimonio.
2. El inicio de un compromiso formal
Muchas veces, la infidelidad se da por una ausencia de reglas bien establecidas que rigiesen la relación. Por ejemplo, no es raro que en el inicio de las relaciones algunas personas teman tanto la posibilidad de agobiar a la otra persona que traten por todos los medios de parecer flexibles y acomodaticias. Esta situación de ambigüedad hace que sea posible cometer una infidelidad por culpa de una zona gris de la moralidad que existe entre lo claramente aceptable y lo claramente inaceptable.
Así pues, el hecho de tener que afrontar la infidelidad llama la atención sobre esta falta de comunicación y permite a la pareja tener un marco en el que hablar por primera vez de en qué consistirá su compromiso.
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3. La terapia de pareja
La terapia de pareja es efectiva a la hora de intervenir en muchos de los aspectos que causan malestar acerca de la infidelidad: por ejemplo, para disminuir el estrés asociado a las conversaciones con la pareja y para re-aprender a dialogar de manera constructiva. Esto, si bien no garantiza la total recuperación de la confianza mutua, hace que sea más fácil llegar a ella.
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4. Una filosofía de vida contra los absolutos
Las personas que vivan el amor a través de ideas absolutas del estilo "la infidelidad tiene que ir acompañada de la ruptura en todos los casos" probablemente no serán capaces de detectar esos casos en los que existe la oportunidad de reparar una relación.
Así pues, suele tener importancia adoptar la idea de que toda relación es un mundo y que, si bien hay situaciones que son insostenibles en todos los casos (como por ejemplo, el maltrato), en ciertos casos una infidelidad no es el fin del mundo.
Las personas tendemos a infravalorar nuestra capacidad de cambiar en lo que se refiere al amor, normalmente porque no somos capaces de encontrar la manera de crear la situación idónea en la que se nos permita evolucionar tanto en hábitos como en valores y creencias.