Para iniciar este artículo, primero definiremos la ansiedad como una respuesta natural del cuerpo ante situaciones de estrés o peligro percibido. Sin embargo, cuando esta reacción se vuelve persistente o desproporcionada, puede desencadenar un trastorno de ansiedad. Este fenómeno no solo afecta el bienestar emocional, sino que también puede interferir gravemente en la vida diaria de la persona.
¿De dónde emerge la ansiedad?
Identificar las causas subyacentes de la ansiedad y aplicar un tratamiento psicológico eficaz es fundamental para restaurar el equilibrio emocional de los pacientes. Por otra parte, las causas de la ansiedad son múltiples y complejas, abarcando factores genéticos, en donde la predisposición genética juega un rol importante en la aparición de trastornos de ansiedad. Al respecto, algunos estudios han demostrado que tener familiares con trastornos de ansiedad aumenta la probabilidad de que otros miembros de la familia también los desarrollen (Borkovec & Ruscio, 2020).
Algunas investigaciones, han determinado que ciertos genes que influyen en la regulación de neurotransmisores como la serotonina y el GABA están implicados en esta predisposición. así también factores biológicos, en donde el desequilibrio en neurotransmisores como la serotonina, la norepinefrina y el GABA puede afectar la forma en que el cerebro procesa la información emocional, lo que aumenta la vulnerabilidad a la ansiedad (Craske & Stein, 2016).
Además, la hiperactividad en la amígdala, una parte del cerebro que regula la respuesta al miedo, está asociada con trastornos de ansiedad. Del mismo modo, experiencias traumáticas y estrés crónico, los eventos traumáticos como el abuso infantil, accidentes o la pérdida repentina de un ser querido, pueden desencadenar trastornos de ansiedad. El estrés crónico relacionado con el trabajo, las relaciones interpersonales o problemas financieros también son un factor de riesgo significativo (Hofmann & Smits, 2008).
Sin embargo, hoy más que antes los factores psicológicos, ciertos rasgos de personalidad, como el perfeccionismo, la baja autoestima y una tendencia a preocuparse en exceso, pueden predisponer a una persona a desarrollar ansiedad (Beck & Emery, 2005). Estas características suelen llevar a un estilo de pensamiento rígido o catastrofista, donde las personas sobrestiman el peligro de las situaciones cotidianas.
Finalmente, algunos factores culturales y las presiones sociales, expectativas laborales y los ideales de éxito promovidos por las redes sociales, han generado un entorno donde la comparación constante y el temor al fracaso pueden provocar ansiedad, especialmente en los jóvenes.
El enfoque del psicólogo en la terapia de la ansiedad
Ya teniendo claridad de los diversos factores que participan en la generación de la ansiedad, el profesional en salud mental puede generar un adecuado y efectivo tratamiento manteniendo el foco en las características de cada paciente y el posible origen de esta ansiedad, ya que un buen tratamiento deberá ser adaptado a las necesidades específicas del paciente, tomando en cuenta los factores que influyen en su aparición y mantenimiento.
Para un tratamiento efectivo, el psicólogo debe adoptar un enfoque integral que combine la comprensión de la biología de la ansiedad con las herramientas psicológicas que mejor se ajusten a cada caso. A continuación, se describen algunas de las estrategias más utilizadas en la intervención psicológica de la ansiedad.
1. Evaluación exhaustiva del paciente
El primer paso en la terapia es una evaluación detallada del paciente. Esta evaluación debe incluir una revisión de la historia médica y psicológica, así como una comprensión de los síntomas actuales, su frecuencia y su impacto en la vida diaria. Los psicólogos utilizan herramientas estandarizadas, como el Inventario de Ansiedad de Beck (BAI) y el Cuestionario de Ansiedad Generalizada (GAD-7), para medir la gravedad de la ansiedad y hacer un seguimiento del progreso del tratamiento (Beck & Emery, 2005).
2. Terapia cognitivo-conductual (TCC)
Ampliamente reconocida como uno de los enfoques más eficaces para el tratamiento de los trastornos de ansiedad (Hofmann & Smits, 2008). La TCC ayuda a los pacientes a identificar y modificar patrones de pensamiento negativos o distorsionados que alimentan su ansiedad. Estos pensamientos automáticos suelen estar basados en percepciones irrealistas del peligro o la amenaza.
Mediante la reestructuración cognitiva, el paciente aprende a reemplazar estos pensamientos con interpretaciones más realistas. Además, la TCC enseña habilidades de afrontamiento, como técnicas de resolución de problemas y estrategias de exposición, para ayudar al paciente a enfrentar gradualmente las situaciones que generan ansiedad, en lugar de evitarlas.
3. Técnicas de exposición
Cuando la ansiedad está relacionada con fobias específicas o situaciones temidas, las técnicas de exposición son fundamentales para reducir la evitación y disminuir la respuesta de ansiedad. La exposición gradual, ya sea en la vida real o mediante la imaginación guiada, ayuda al paciente a confrontar sus miedos de manera controlada (Craske & Stein, 2016).
Con el tiempo, la repetida exposición reduce el miedo irracional y fortalece la confianza del paciente para manejar situaciones difíciles. Esta técnica debe utilizarse con cuidado y de manera gradual sin acelerar drásticamente el proceso ya que un error en la metodología empleada podría ser contraproducente para el paciente y obtener resultados contrarios a los esperados generando mayor reticencia a la adherencia al tratamiento.
4. Entrenamiento en técnicas de relajación
Las técnicas de relajación, como la respiración profunda, la meditación mindfulness y la relajación muscular progresiva, son herramientas útiles en el tratamiento de la ansiedad. Estas técnicas ayudan a reducir la activación fisiológica, disminuir el ritmo cardíaco y la tensión muscular, que a menudo acompañan a la ansiedad (Borkovec & Ruscio, 2020). Enseñar a los pacientes a regular su respuesta física ante el estrés es una parte crucial del tratamiento, ya que les proporciona una sensación de control sobre su cuerpo.
5. Enfoque en el autocuidado y estilo de vida
El psicólogo también debe abordar los factores relacionados con el estilo de vida que pueden estar contribuyendo a la ansiedad. Se aconseja a los pacientes que realicen ejercicio físico regular, que mejoren sus hábitos de sueño y que reduzcan el consumo de sustancias que exacerban la ansiedad, como la cafeína y el alcohol (Craske & Stein, 2016). Estas prácticas son esenciales para reducir los síntomas de ansiedad a largo plazo y promover el bienestar general.
6. Intervención psicoeducativa
La psicoeducación es una parte clave del tratamiento, ya que permite al paciente entender qué es la ansiedad y cómo se manifiesta en su vida. Comprender los procesos fisiológicos y cognitivos detrás de los síntomas de ansiedad puede ayudar al paciente a reducir su miedo a los síntomas, normalizando su experiencia y haciéndola más manejable (Beck & Emery, 2005).
7. Apoyo a largo plazo y prevención de recaídas
El tratamiento de la ansiedad no siempre es lineal, y es común que los pacientes experimenten recaídas en situaciones de estrés elevado. El psicólogo debe trabajar en la prevención de estas recaídas enseñando al paciente a identificar señales tempranas de ansiedad y aplicar las estrategias aprendidas durante la terapia (Hofmann & Smits, 2008). El seguimiento regular y la posibilidad de ajustes en el tratamiento son esenciales para garantizar que el paciente mantenga los avances logrados.
Conclusiones
Finalmente, la ansiedad es un fenómeno multifactorial que surge de la interacción entre factores biológicos, psicológicos y ambientales. Para un tratamiento efectivo, el psicólogo debe adoptar un enfoque integral que combine la evaluación cuidadosa del paciente con intervenciones basadas en evidencia, como la Terapia Cognitivo-Conductual y las técnicas de exposición. Además, es importante que el tratamiento incluya técnicas de autocuidado y prevención de recaídas para garantizar el bienestar del paciente a largo plazo, por lo tanto, la ansiedad que en algunos pacientes puede manifestarse muy intensamente puede ser controlada y algunos casos extinguida con un adecuado manejo profesional.