El consumo global del tabaco ha disminuido en las últimas dos décadas, pasando de alcanzar desde un 32,7% de la población mundial mayor de 15 años en el año 2000 al 22,3% en el 2020. No obstante, la Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene como objetivo reducir este porcentaje hasta un 20% para el año 2025.
Aunque afortunadamente el número de fumadores va bajando, no podemos olvidarnos de aquellas personas que son fumadoras y están intentando dejar de fumar. Ahora bien, ¿Alguna vez te has preguntado cual es el mayor temor de estos individuos cuando deciden cesar el comportamiento de fumar? Definitivamente, la ansiedad que acarrea dejar una sustancia adictiva como el tabaco es el mayor monstruo que persigue a estas personas.
Quizás te preguntes por qué es adictivo el tabaco y que ocurre en el cerebro cuando consumimos esta droga. Al inhalar pequeñas cantidades, la nicotina es capaz de causar una sensación placentera y a su vez, distrae al consumidor de sensaciones desagradables. Funciona como otras drogas adictivas al impregnar los circuitos cerebrales con un neurotransmisor llamado dopamina. Éste es el responsable de que el individuo quiera consumir más y más.
Además, la nicotina, que es el compuesto encontrado principalmente en el tabaco, actúa en la química del cerebro y el sistema nervioso central, afectando el estado de ánimo del fumador. La nicotina también provoca un “subidón” de adrenalina en una cantidad que no es suficiente como para ser notada, pero bastante como para acelerar el corazón y elevar la presión sanguínea del consumidor.
Por tanto, abandonar el tabaco por completo es un proceso complicado que conlleva mucho tiempo ya que las sustancias que se inhalan actúan en el cerebro haciendo que los fumadores asocien el fumar con una sensación de calma y bienestar y por tanto, quieran volver a conseguir dicha experiencia una y otra vez. En el artículo de hoy, nos centraremos en el síndrome de abstinencia, caracterizado por la ansiedad que genera la decisión de dejar de fumar.
¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es un sentimiento de miedo, temor e inquietud. Algunos de sus síntomas incluyen que puede hacer que la persona sude, se sienta inquieta y tensa, e incluso tenga palpitaciones. Dicho de otra forma, la ansiedad se define como un estado de agitación e inquietud que va de la mano de una tensión emocional y una combinación de distintas manifestaciones físicas y mentales. Retomando el tema del tabaquismo, algunas investigaciones han descubierto que los fumadores tienen unos niveles de estrés y ansiedad que son superiores al de las personas que no fuman. Por este motivo es fácil concluir que el tabaco y la ansiedad se encuentran estrechamente relacionados.
Si estás pensando en dejar de fumar, queremos aclarar que el estado de ansiedad es transitorio y con mucha fuerza de voluntad y con ayuda de profesionales y/o personas de tu alrededor resulta realmente necesario en este proceso complicado y largo que supone desengancharse de una sustancia adictiva como es el tabaco.
¿Cómo superar la ansiedad cuando dejas de fumar?
En torno a de 2 de cada 3 fumadores expresan que quieren dejar de fumar y aproximadamente la mitad de ellos intenta cesar el consumo cada año. No obstante, pocos lo consiguen sin ayuda. En gran parte, dejar de lado el tabaquismo es difícil porque las personas se vuelven dependientes de la nicotina tanto física como emocionalmente. Además, es importante cuando el fumador asocia dicho hábito con sus actividades sociales. Estos son algunos de los factores que hacen que el camino a dejarlo de lado se complique mucho más de lo deseado. A continuación, enlistamos algunos consejos para superar la ansiedad que genera dicho cese:
1. No te olvides de tu meta y recompensate
Siempre es importante recordarte las razones por la cual decidiste dejar de fumar. Sobre todo en los momentos de crisis en los que solo te apetece volver a inhalar tabaco. Debes recompensarte con tu comida favorita, un descanso, tu película preferida o cualquier otra cosa que te genere una sensación placentera cada vez que seas capaz de superar un intento de recaída.
2. Evita los lugares donde permitan fumar
Los centros comerciales, cines, teatros, museos, gimnasio, son algunos de los lugares apropiados para las personas que quieren dejar de fumar. Estar en ambientes libres de humo resulta sumamente efectivo para esto. Además, también es útil mantenerse activo, iniciar nuevas aficiones que te saquen de la necesidad de fumar. Puede ser que empieces a pasear por la montaña, pintar con acuarela, ir a clases de teatro, practicar algún deporte, escribir, leer, etc.
3. Lleva un estilo de vida saludable
Según los expertos en el tema, es preferible no consumir alcohol, café o cualquier otra bebida que la persona asocie con el hábito de fumar los primeros meses tras la gran decisión. Además, diversos estudios respaldan que el consumo de cafeína puede provocar trastornos de ansiedad. También es importante que la persona coma bien, consuma una dieta mediterránea rica en vegetales, fruta, vitaminas y proteínas. Esto resulta vital ya que el consumidor debe mantener los niveles de azúcar en sangre y tener la energía suficiente para así soportarla tensión que genera en el cuerpo dejar el tabaco.
4. Busca objetos que te ayuden en el proceso
Muchos fumadores resaltan la extraña sensación de necesitar tener algo en la boca o en las manos cuando dejan el cigarrillo. A este respecto, conviene utilizar sustitutos como puede ser un lápiz, bolígrafo o incluso alimentos que sirvan para chupar o masticar, como chicles sin azúcar, zanahorias o palitos de canela.
5. Haz ejercicios para relajarte
El yoga, o el entrenamiento en mindfulness pueden ser eficaces para dejar de fumar. La meditación ayuda a tomar más conciencia de nuestros pensamientos y sensaciones para así alejarnos de los impulsos que nos llevan a querer retomar el consumo y así tomar las riendas de nuestra mente y nuestras acciones. También existen técnicas de respiración que te ayudan a controlar momentos de picos de ansiedad.
Recuerda que los niveles de oxígeno en sangre alcanzan valores normales una vez transcurridas las primeras ocho horas sin fumar, el riesgo de sufrir un accidente cardiovascular disminuye hasta un 50% pasado un año y la posibilidad de tener cáncer de pulmón se reduce diez años después, entre un 30 y un 50%. Por tanto, con mucha calma y paciencia, te recomendamos comenzar este largo pero satisfactorio viaje hacia una vida libre de tabaco.