Hoy en día disponemos de evidencia científica más que suficiente que demuestra que todo lo que vivimos en la infancia tiene un impacto en nuestro desarrollo emocional y psicológico. ¿Qué pasa entonces cuando los padres y madres no tienen las herramientas emocionales suficientes?
Efectivamente, aprender cómo funciona el mundo de la mano de unos progenitores emocionalmente inmaduros puede llegar a ser complejo y, por desgracia, no es algo extraordinario. Aunque no haya mala intención por parte de estos padres y madres, la experiencia impacta en la forma de relacionarse con uno mismo y con el entorno incluso a largo plazo.
A lo largo de este artículo abordamos el tema en profundidad. Contextualizamos lo que entendemos por ser un padre o una madre inmaduro/a emocionalmente, cómo afecta a la crianza y al desarrollo de las criaturas.
¿Qué se considera inmadurez emocional en los padres?
En términos sencillos, podemos decir que la inmadurez emocional es la dificultad que tienen algunas personas para poder identificar, nombrar, expresar, vivenciar en el cuerpo y regular las emociones de forma adecuada.
Es importante tener en cuenta que no es una cuestión de edad cronológica, sino de falta de inteligencia emocional. Algunos de los principales rasgos que suelen mostrar los padres y las madres inmaduros a nivel emocional son:
- Egocentrismo que les lleva a priorizar de forma continuada las propias necesidades ante las de sus hijos e hijas.
- Baja tolerancia a la frustración y reacciones con un alto impacto emocional como pueden ser los gritos, los silencios prolongados o incluso las huidas de la escena.
- Tendencia a invalidar, minimizar o incluso ridiculizar las emociones de las criaturas por falta de empatía.
- Dificultades para darse cuenta de los propios errores, reconocerlos y pedir disculpas (reparar el daño).
Tipos de padres y madres inmaduros
En 2024, los autores Dobrić y Patrić publicaron una obra en la que exponían los cuatro arquetipos de padres y madres inmaduros/as. Describieron las siguientes categorías:
- Padre/madre emocional: se deja llevar por sus estados de ánimo y, como consecuencia, transmite ansiedad y genera inestabilidad en el hogar.
- Padre/madre controlador/a: impone sus metas, objetivos, creencias y valores sin escuchar las necesidades de los hijos/as.
- Padre/madre pasivo/a: distante emocionalmente, se desentiende de la crianza y deja a otros las responsabilidades de la misma.
- Padre/madre rechazante: evita el contacto a nivel emocional, prioriza su individualidad y rehúye la cercanía.
¿Por qué es importante la madurez emocional en la crianza?
Los humanos somos una especie que nace con un nivel de inmadurez muy alto. Por ello, el desarrollo físico y emocional se produce durante varios años a lo largo de nuestra vida. De hecho, el cerebro no está completamente formado y desarrollado hasta los 25 años aproximadamente.
Todo esto es importante puesto que nacemos con la capacidad de sentir emociones, pero sin habilidades ni capacidad para regularlas por nosotros mismos. Esto quiere decir que la inteligencia emocional —la capacidad de identificar, nombrar y regular la emociones— se aprende a lo largo de la infancia.
En este proceso de aprendizaje el entorno juega un papel crucial. Los niños y las niñas aprenden a regular sus emociones en base a cómo sus adultos de referencia les han regulado previamente.
En este sentido, en 2022 se publicó un estudio que mostró que la competencia emocional de los padres y las madres está relacionada con el estilo de apego y la calidad de la crianza. Se observó que los padres y madres con mayor capacidad de expresión y regulación emocional tienden a crear relaciones más cercanas y seguras.
¿Qué dice la ciencia sobre los estilos educativos y la inteligencia emocional?
La evidencia científica de la que disponemos actualmente ha confirmado en repetidas ocasiones la existencia de una relación entre cómo los padres y madres se sienten (y regulan esto que les pasa) con la forma en la que educan a sus hijos e hijas.
Se sabe que los adultos que tienen una mayor inteligencia emocional muestran también una mayor predisposición a adoptar un estilo educativo democrático. Este, también conocido como estilo autoritativo, se caracteriza por el diálogo, la flexibilidad y el respeto mutuo.
En este estilo se ha observado un manejo del estrés más adecuado, en comparación con otros estilos educativos. Como consecuencia, se han registrado estados de ánimo más equilibrados en las criaturas. Recordemos que la madurez emocional de los padres asienta las bases sobre las que los hijos aprenden y se desarrollan.
Si bien el estilo democrático —que combina normas claras y consistentes con respeto, calidez y apoyo a nivel emocional— promueve el desarrollo de habilidades emocionales y la seguridad, hay otros estilos que se alejan de esto. Tanto la crianza autoritaria como la excesiva permisividad o sobreprotección pueden llegar a dificultar o entorpecer la adquisición de dichas habilidades y herramientas de regulación emocional.
Consecuencias de la inmadurez emocional parental en los hijos
Crecer y desarrollarse en un entorno en el que los adultos/as de referencia tienen dificultades en el ámbito de la inteligencia emocional y carencias en las habilidades para regularse puede dejar un impacto considerable en el desarrollo de las criaturas.
Por un lado, la falda de validación emocional puede hacer que los niños y las niñas acaben por ocultar lo que sienten, dudar o incluso desconectarse de sus propias experiencias emocionales. Esto suele relacionarse con una baja autoestima y la sensación interna de que deben esforzarse mucho para ser amados/as.
Cuando las criaturas viven en un entorno en el que hay poca previsibilidad, es habitual que aprendan a vivir en hiperalerta con el objetivo de minimizar o evitar los conflictos. Esto es un mecanismo de supervivencia que puede afectar también a las relaciones que puedan establecer fuera del núcleo familiar.
Dependiendo de los estilos educativos que cada familia adopte, pueden verse limitadas o favorecidas ciertas áreas cruciales del desarrollo como son la autonomía, la seguridad interna, la identidad, el sentirse visto/a y aceptado/a incondicionalmente, etc.
¿Te interesa este contenido?
¡Suscríbete a “La vida con hijos”!
Nuevo newsletter de contenido exclusivo sobre crianza, educación y pareja.
Al unirte, aceptas recibir comunicaciones vía email y aceptas los Términos y Condiciones.

