Las personas trans están en el centro de muchas discusiones públicas. Se habla de ellas en los medios, en redes sociales, en espacios políticos y hasta en reuniones familiares. Pero, lamentablemente, no siempre desde el respeto o la empatía. Más bien, es común que las noticias y los discursos alrededor del tema estén llenos de miedos, mitos y, en muchos casos, desprecio.
Nos encantaría poder centrarnos en celebrar cómo las personas trans sienten orgullo de ser quienes realmente son, pero para llegar ahí todavía queda mucho camino. Porque hoy, ser trans implica enfrentarse a prejuicios muy fuertes que dañan, en muchos sentidos, la vida de quien solo quiere vivir en paz.
En este artículo hablamos sobre cómo esos prejuicios afectan, especialmente, la salud mental de las personas trans y qué podemos hacer, desde nuestro espacio, para combatirlos.
Vivir siendo trans
Ser una persona trans no es una “moda”. Es una vivencia real, legítima y profundamente humana. Sin embargo, muchas personas trans tienen que enfrentarse a un mundo que parece gritar que “no está hecho para ellas”.
Desde el rechazo familiar hasta las agresiones callejeras, desde el acoso escolar hasta la dificultad para encontrar empleo o recibir atención médica adecuada. El problema es estructural.
A pesar de los avances en el reconocimiento de derechos, las personas trans siguen siendo excluidas, estigmatizadas y, en muchos lugares, incluso, criminalizadas. Y esto no pasa solo por leyes que discriminan, sino también por creencias culturales y religiosas muy arraigadas.
Muchas de estas creencias afirman que la identidad de género debe corresponderse con los genitales, o que ser trans es algo “anormal” o “pecaminoso”. Esas ideas, aunque vengan con buena intención o desde una fe sincera, terminan reforzando el rechazo y la exclusión.
Todo esto convierte a la identidad trans en una experiencia difícil. O, al menos, el entorno la hace ver como tal. Entonces, la verdadera carga no es ser trans, sino lo agotador de tener que justificar la existencia todos los días.
El peso psicológico que deja la transfobia
Los prejuicios hacia las personas trans no solo se traducen en palabras duras o miradas incómodas; también tienen efectos muy reales sobre su salud emocional y psicológica. El rechazo constante, la falta de validación y el miedo a la violencia generan un estado de alerta permanente que puede convertirse en ansiedad, depresión o estrés postraumático.
Hay estudios que lo demuestran. Por ejemplo, una investigación del Williams Institute señala que casi un tercio de las personas trans que sufren discriminación laboral o en el acceso a la vivienda desarrollan angustia psicológica grave. Y es importante entender que este malestar no aparece por ser trans, sino por tener que sobrevivir en un entorno que les rechaza.
La transfobia puede afectar también a sus parejas, amistades y familiares. Estar cerca de una persona trans puede convertirse en una lucha constante por protegerla del juicio ajeno, lo que puede generar aislamiento o culpa. Algunas personas, por miedo, eligen esconder su vínculo o evitar mostrar afecto en público, lo que impacta directamente en el bienestar emocional de ambas partes.
Además, los prejuicios pueden bloquear el acceso a servicios de salud mental adecuados. Muchas personas trans han tenido experiencias negativas con profesionales que no respetan su identidad, o que las tratan como si tuvieran un problema psicológico solo por ser quienes son. Aunque la OMS ya no considera la transexualidad como una enfermedad, esa mirada médica sigue viva en muchas consultas, y eso es profundamente dañino.
Educar, cuestionar y actuar: claves para cambiar el panorama
Para romper con los prejuicios, es importante actuar en distintos niveles. Por un lado, necesitamos políticas públicas que protejan los derechos de las personas trans. Hablamos de leyes que garanticen el reconocimiento legal de su identidad sin exigirles cirugías ni diagnósticos médicos. También de acceso a una salud integral, empleo digno, educación libre de violencia y espacios donde se respete la diversidad.
Pero, como es evidente, no todo depende del Estado. También hace falta que como sociedad revisemos nuestras ideas, nuestras palabras y nuestras actitudes. Es fácil repetir lo que escuchamos en casa o en la iglesia sin preguntarnos si eso le está haciendo daño a alguien. Las creencias religiosas o culturales no deberían ser excusa para negar la dignidad de otra persona.
Amar al prójimo, como enseñan muchas religiones, también implica respetar su identidad y su derecho a vivir con libertad. En casa, en el trabajo, en nuestras redes sociales: todos tenemos algún espacio en el que podemos hacer algo. Desde corregir a alguien que hace un comentario ofensivo hasta aprender el nombre y los pronombres que una persona trans ha elegido para sí.
Y, claro, educarnos. Leer, escuchar testimonios, hablar con personas trans sin hacerlas sentir que deben explicarlo todo. Hay muchos recursos disponibles hoy en día para entender qué significa ser trans y cómo acompañar desde el cuidado, sin invadir ni cuestionar.
Una invitación a repensarnos
Los prejuicios no se combaten solo con campañas institucionales, también con conversaciones cotidianas, con actitudes más abiertas y con un poco de humildad para decir “esto no lo entiendo del todo, pero quiero aprender”. Muchas veces, lo que parece “incomprensible” es solo algo que no te han explicado bien o que nunca te detuviste a mirar con otros ojos.
Las personas trans no necesitan que las “entiendas del todo” para vivir en paz. Lo que necesitan, como cualquiera, es respeto, acceso a oportunidades, seguridad y reconocimiento. Su salud mental se ve afectada, sí, pero no porque haya algo mal en ellas, sino porque el entorno todavía insiste en tratarlas como si fueran un error.
Es hora de dejar atrás los discursos que patologizan, que marginan y que condenan. Y empezar a construir espacios donde cada persona pueda existir como es, sin miedo, sin vergüenza y sin tener que justificarse a cada paso. Ahí sí, algún día, podremos hablar del orgullo trans desde un lugar de verdadera justicia.


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