Educación sexual en adolescentes: cómo prevenir conductas de riesgo desde un enfoque profesional

Cómo guiar a adolescentes en sexualidad desde un enfoque profesional y preventivo.

Educación sexual en adolescentes: cómo prevenir conductas de riesgo desde un enfoque profesional

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La adolescencia es una etapa de descubrimiento y transformación. En ella, el cuerpo cambia, la identidad se redefine y la sexualidad comienza a vivirse de forma más consciente, aunque no siempre informada. En este contexto, la educación sexual juega un papel fundamental, no solo para ofrecer información, sino para acompañar procesos, prevenir conductas de riesgo y promover relaciones más sanas, respetuosas y libres de violencia.

Sin embargo, aún hoy, hablar de educación sexual en entornos educativos, sanitarios o familiares sigue siendo un desafío. Persisten los silencios, los tabúes y los enfoques que priorizan el miedo o la prohibición frente a la autonomía y la comprensión. Frente a esto, es urgente construir un enfoque profesional, ético y basado en la evidencia, que coloque al adolescente en el centro como sujeto activo de su salud y su bienestar.

¿Qué entendemos por conductas de riesgo en la adolescencia?

Cuando hablamos de conductas de riesgo en el ámbito sexual, nos referimos a aquellas acciones que pueden implicar consecuencias negativas para la salud física, emocional o social de los y las adolescentes. Algunas de las más comunes incluyen: Iniciar relaciones sexuales sin información adecuada.

  • No utilizar métodos anticonceptivos o de protección frente a ITS.
  • Vivir relaciones marcadas por la presión, el chantaje o la falta de consentimiento.
  • Acceder o reproducir contenidos pornográficos como único referente.
  • Participar en retos o prácticas sexuales expuestas públicamente en redes sociales.

Estas conductas no surgen en el vacío. Están vinculadas a la falta de educación afectivo-sexual, la presión del grupo, la desinformación, las creencias rígidas sobre el género o la falta de modelos adultos disponibles para conversar.

Errores comunes al abordar la educación sexual

Uno de los principales errores al hablar de sexualidad con adolescentes es limitar el discurso al riesgo. Cuando el mensaje se centra únicamente en “lo que no se debe hacer”, sin atender al placer, los vínculos, los límites o la toma de decisiones informadas, se pierde una oportunidad valiosa de acompañar su desarrollo.

Otro error frecuente es evitar el tema hasta que surge un problema. En lugar de abordar la sexualidad como parte del desarrollo integral desde la infancia, muchas intervenciones llegan tarde, como respuesta reactiva ante embarazos no deseados, conductas disruptivas o situaciones de violencia.

Y por último, abordar la educación sexual sin formación específica. No basta con buena voluntad: se necesita una mirada profesional que entienda los procesos adolescentes, respete sus ritmos y trabaje desde el vínculo, no desde la imposición.

Un enfoque profesional para prevenir con sentido

Prevenir conductas de riesgo no significa controlar, vigilar o reprimir la sexualidad adolescente. Significa acompañar con información fiable, con escucha activa y con una actitud abierta, donde las preguntas sean bienvenidas y los silencios también puedan ser habitados. Desde un enfoque profesional, la prevención debe apoyarse en estos pilares:

1. Educación afectivo-sexual integral

No se trata solo de hablar de métodos anticonceptivos. Una educación sexual completa aborda también el consentimiento, la diversidad, el cuerpo, las emociones, los vínculos, la intimidad, el deseo, los mitos culturales, los límites personales y el respeto por el otro.

2. Información clara, sin juicios ni alarmismos

Los y las adolescentes necesitan saber que pueden consultar, preguntar, dudar y expresar sin ser juzgados. Esto implica ofrecer información rigurosa, adaptada a su edad, pero sin edulcorar ni dramatizar.

3. Trabajo con familias y entornos educativos

Prevenir conductas de riesgo no es tarea exclusiva del psicólogo/a, orientador/a o docente de turno. Es un trabajo en red, que involucra a las familias, el sistema educativo, el ámbito sanitario y los referentes comunitarios. Crear coherencia entre todos los mensajes que recibe el adolescente es esencial.

4. Escucha activa y vínculo de confianza

Las y los adolescentes perciben rápidamente cuándo un adulto está abierto al diálogo o solo quiere imponer su punto de vista. Construir un espacio de confianza requiere tiempo, coherencia, respeto y disposición para revisar nuestros propios prejuicios.

El papel del profesional de la psicología y la intervención social

Los y las profesionales del ámbito psicosocial juegan un rol clave en este terreno. No solo por su conocimiento técnico, sino por su capacidad de crear puentes entre generaciones, traducir información compleja en lenguaje cercano, detectar señales de alerta y diseñar estrategias de intervención individual y grupal.

En muchos casos, estos profesionales también actúan como facilitadores en centros educativos, como asesores en campañas de salud o como acompañantes terapéuticos en procesos vinculados a la sexualidad (duelo gestacional, VIH, abuso, identidad de género, entre otros).

¿Y si no se habla de sexualidad… qué pasa?

Cuando no se habla, se deja que otros ocupen el espacio: internet, redes sociales, porno, desinformación. Los y las adolescentes no se quedan sin referentes, simplemente los buscan en otros lugares. Y muchas veces, esos lugares refuerzan estereotipos, cosifican los cuerpos o normalizan dinámicas de poder que nada tienen que ver con una sexualidad sana.

Hablar de sexualidad es hablar de salud, de vínculos, de respeto y de derechos. Y es también una forma de prevenir desde el cuidado, no desde el miedo.

La prevención de conductas de riesgo en la adolescencia no se logra con discursos alarmistas ni con silencio. Se construye con presencia, formación, diálogo y coherencia. Requiere profesionales formados, instituciones comprometidas y adultos disponibles para acompañar desde la escucha, el respeto y la información.

En Psicomagister apostamos por una educación sexual profesional, basada en la evidencia, con enfoque de derechos y sensibilidad clínica. Porque acompañar a los y las adolescentes en el descubrimiento de su sexualidad es, también, una forma de promover su salud mental y su bienestar integral.

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Paloma González Aranda. (2025, noviembre 26). Educación sexual en adolescentes: cómo prevenir conductas de riesgo desde un enfoque profesional. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/psicologia/educacion-sexual-en-adolescentes-como-prevenir-conductas-de-riesgo-desde-un-enfoque-profesional

Psicóloga General Sanitaria

Paloma González Aranda es psicóloga general sanitaria integradora y acompaña a sus pacientes con un enfoque personalizado, combinando diferentes terapias basadas en evidencia científica como la Terapia Cognitivo Conductual, EMDR, Terapia Focalizada en Emociones, ACT, IFS y Mindfulness. Adapta cada intervención a las necesidades individuales, ofreciendo un tratamiento centrado en la persona, con el objetivo de facilitar su desarrollo personal y bienestar emocional. Concibe la terapia como un proceso íntimo de acompañamiento, donde la cercanía, la empatía, la escucha activa y una conexión auténtica son fundamentales.

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