En este artículo me gustaría hablar de las emociones, y más en detalle, de las seis emociones que menos nos gusta sentir: vergüenza, tristeza, miedo, enfado, celos y culpa.
La importancia de conocer las emociones que uno siente
Cuando estoy delante de un paciente, procuro transmitirle la importancia que tiene conocerse a sí mismo no sólo a través de lo que piensa, y a través de cómo actúa consigo mismo y con los demás, sino también a través de lo que siente. El área emocional, a veces, es un área olvidada en muchos libros de autoayuda, y sin embargo es esencial para que se produzcan los cambios.
Conocer nuestras emociones, significa que sabemos detectar cuando las sentimos, que las podemos nombrar (“Esto que siento es tristeza”), que las notamos corporalmente (“La noto en la zona del pecho”), y que podemos regular cómo queremos que salgan al exterior (Llorar, hablar, escribir sobre ella...).
Las seis emociones que peor nos hacen sentir
Casi todos los pacientes coinciden en que las emociones que menos les gusta sentir son las siguientes:
Vergüenza
Esta emoción viene acompañada de una autocrítica interna: “Qué tonterías digo”, “van a pensar que soy...”, “se van a reír de mí”… La vergüenza suele presentarse en personas con una mayor inseguridad, menos confianza en sí mismas y una baja autoestima. Es una emoción que provoca un bloqueo en las relaciones con los demás, y por tanto, imprescindible de trabajar en terapia.
Te recomiendo este post para que conozcas el crítico que llevas dentro: "¿Por qué me odio a mí mismo? Causas y soluciones"
Tristeza
Aunque no gusta sentirla, la tristeza quizá sea una de las más fáciles de detectar. Puede crear dudas con respecto a si la estamos sintiendo de manera demasiado intensa o no, y puede creerse que se está cayendo en una depresión, cuando lo que ocurre es que se está pasando un período normal de ella. Es fundamental hacer esta distinción entre tristeza y depresión. “Tengo ganas de llorar constantes”, “no me apetece hacer nada”, “sólo veo lo negativo”…
Miedo
Aparece cuando sentimos que puede haber un peligro real o imaginado. Si es real, el miedo es adaptativo, si es un peligro imaginario, ese miedo puede convertirse en una esclavitud. “Y si pasa tal cosa…”, “Y si no consigo esto…”, “Y si…”.
Para profundizar en esta emoción, puedes consultar: "¿Para qué sirve el miedo?"
Enfado
De todas las emociones de las que voy a hablar, esta es la que puede producir más ambivalencia, en el sentido de que hay personas que sí pueden tolerar el enfado, lo que ocurre, es que a veces no lo manejan de una manera adaptativa. O bien lo silencian o bien sale en forma descontrolada, en forma de ira (gritar, insultar...). El enfado es importante de cara a poder poner límites, para expresar en lo que no estoy de acuerdo o no me gusta o me hace daño de la otra persona, siempre que sea respetando al otro. “No me gusta de tu comportamiento esto, me enfada que me digas…”.
Acerca del enfado, puedo sugerirte un par de artículos que pueden ayudar a gestionarlo:
Celos
Cuando aparecen se dan frente a una tercera persona. Esa persona se considera un rival y si no se maneja la expresión de los celos, puede llegar a convertirse en un sentimiento de querer “dominar” o “poseer” a la otra persona. Suele crear un distanciamiento y es destructiva en las relaciones. “Le quiere más que a mí, le hace más caso que a mí...”.
Culpa
Sería el “Pepito Grillo” que todos tenemos en nuestro interior y que aparece cuando hemos dañado a otra persona. “Es tu culpa”, “tendrías que haberlo hecho de otra manera”…
Después de haber hecho un recorrido por todas las emociones, ¿Cuál dirías que es el emoticono que menos te gusta sentir a ti?, ¿y qué sueles hacer con él?
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