Las personas tienen la necesidad de plantearse metas a corto, mediano y largo plazo. Estas pueden ser alcanzadas cuando tenemos una buena organización de nuestras actividades.
Por otra parte, no gestionar adecuadamente nuestro tiempo termina perjudicando el poder cumplir con nuestros proyectos personales en el plazo que queremos. La falacia de planificación es un peculiar fenómeno que resulta ser una variable influyente al momento de realizar una estimación para alcanzar nuestros proyectos. En este artículo te explicaremos de qué se trata la falacia de planificación, como reconocerlo y controlarlo.
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¿Qué es la falacia de planificación?
La falacia de planificación es un fenómeno que ha sido estudiado por diversas disciplinas como la economía, estadística, psicología, etc. Esta dificultad fue acuñada por primera vez por el economista y psicólogo Daniel Kahneman y Amos Tversky en el año 1979, para describir a las personas que presentan una tendencia en las organizaciones para sobrestimar el tiempo que durará una tarea, incluso teniendo en cuenta que similares tareas en el pasado ha tardado más tiempo.
La falacia de planificación resulta ser un peculiar fenómeno o sesgo, que tiende a influir cuando realizamos una estimación sobre el desarrollo de nuestros proyectos. La mayor dificultad al momento de planificar un proyecto nace al momento de estimar el coste y el tiempo que podemos tardar para poder completarlo.
La dificultad empieza durante el proceso inicial de estimación, con la aparición de un sesgo que termina influyendo en nuestra manera de percibir la realidad. Dicho con otras palabras, este sesgo tiene que ver con el alto optimismo de estimación que le damos a la duración de una actividad (creemos lo realizaremos rápidamente) tarea o proyecto que tenemos que realizar. En consecuencia, al tener expectativas que no se ajustan a la realidad, las personas no concluyen la actividad en los plazos determinados.
Por otro lado, la falacia de planificación tiene que ver con el fenómeno en el que los planes terminan no coincidiendo con los hechos, particularmente esta dificultad se da en los términos de tiempo. Es importante precisar que la falacia de planificación ocurre en el ámbito personal y laboral. Esta incoherencia entre lo que deseamos hacer (planes) y su desarrollo tiene consecuencias en términos de tiempo, eficiencia y productividad, pues la persona al no hacer una estimación real del tiempo presentará deficiencias en estas variables. Finalmente, el individuo termina siendo afectado perjudicialmente en su plano emocional al presentar las dificultades generadas por la falacia de planificación.
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Origen del término
A inicios de la era industrial se empezó hablar de la falacia de planificación, aunque no utilizándose ese nombre específicamente. Hubo un tiempo donde la producción industrial cobró mucha relevancia adicional a ello el tiempo de producción se le sumó. Es por ello que el objetivo principal de todas las industrias era producir el máximo de productos en una menor cantidad de tiempo. Desde ese entonces, tanto en el plano individual como en el organizacional, la planificación se volvió una actividad relevante. Fue así que en el año 1979 Amos Tversky y Daniel Kahneman sustentaron la existencia del fenómeno titulado “falacia de planificación”. Estos autores comprendieron que esta dificultad era muy común entre la gente y que detrás de ello existía un sesgo cognitivo, un autoengaño relacionado con las limitaciones que presenta nuestra percepción de la realidad.
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¿Cuáles son las características de la falacia de planificación?
Con el pasar del tiempo se ha ido descubriendo un detalle sobre la caracterización del fenómeno conocido como la falacia de planificación. En la actualidad se sabe que es una percepción ilusoria del tiempo que favorece al error en la planificación de las tareas, planes o proyectos. También podemos entenderla como un sesgo cognitivo o un autoengaño que nos induce al error al estimar el tiempo de una actividad. A continuación, pasaremos a detallar las características principales que presenta la falacia de planificación.
1. Tendencia a pensar en un escenario muy optimista en cuanto al transcurso el trabajo
Con el pasar del tiempo se ha podido detectar que al momento de la planificación una persona tiende a presentar una visualización muy optimista del escenario donde se van a desarrollar las actividades, plan, proyecto, etc. Dicho con otras palabras, el individuo concibe la idea y planifica o se proyecta a partir de la concepción de que todo va a transcurrir con normalidad, sin percances, sin imprevistos o eventualidades desfavorables. Esto definitivamente no se termina ajustando muchas veces a la realidad, pues como sabemos, no resulta ser inusual que en el transcurso de alguna planificación pueda presentarse un imprevisto.
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2. Prima el pensamiento ilusorio
El pensamiento ilusorio tiene que ver con el enfoque que le brinda una mayor influencia al propio deseo por encima de la realidad objetiva. Dicho en otras palabras, la persona terminará pensando con el deseo que posee, restándole mayor valor hacia las circunstancias reales del entorno o de lo que realmente costaría desarrollar la actividad, la tarea o el proyecto que tiene en mente. Podríamos también entender que la persona se deja llevar por las emociones y por el "wishful thinking", a través del fuerte deseo de poder realizar la actividad, olvidándose de las eventuales negativas posibilidades que pueden surgir en el camino.
3. Se sobreestima el propio desempeño
Al momento de que una empieza a planificar el proyecto o tarea que desea realizar se da una inadecuada interpretación de su desempeño, pues valorará positivamente o de forma muy favorable sus habilidades y/o capacidades, pensando que podrán asumir la tarea de forma muy perfecta, muy fluida y por supuesto, en muy corto tiempo. Esta dificultad de sobrestimar el propio desempeño viene a ser un factor central que se da en la falacia de planificación y termina perjudicando cuando el individuo choca con la realidad.
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Consecuencias de la falacia de planificación
La consecuencia negativa principal que promueve la falacia de planificación es una inadecuada administración y estimación del tiempo. Lo mencionado anteriormente trae consigo un inadecuado manejo de los recursos, de igual forma, implica una deficiente evaluación del propio desempeño de la persona, al igual que sus expectativas alejadas de la realidad.
1. No cumplir con los plazos establecidos
Al realizar estimaciones erróneas, lo más probable es que las personas no logren realizar y finalizar la tarea en el momento proyectado. Es por eso que no terminan cumpliendo su palabra o terminan proyectando una imagen de una persona mentirosa o irresponsable. Muchas veces el no cumplir con estos plazos genera conflicto con los otros y consigo mismo.
2. Dificultades emocionales y psicológicas
Es preciso señalar que lo más grave vendría a ser el coste sobre las consecuencias negativas en el plano emocional.
En definitiva, la falacia de planificación trae consigo un sentimiento muy elevado de frustración que muchas veces es perjudicial en la salud de la persona que lo padece. El no cumplir con las estimaciones que una persona se ha proyectado produce malestar y tensión física y psicológica.
¿Cómo evitar la falacia de planificación?
La manera de poder evitar el fenómeno de la falacia de planificación es tomar en consideración las experiencias pasadas o anteriores, con la finalidad de replantear esa sobreestimación del tiempo, nuestras habilidades y capacidades, ajustándolas más a la realidad del contexto. De esta forma podremos hacer una estimación más real del tiempo que tendríamos al poder realizar una actividad y de considerar también los imprevistos. De esta manera podremos evitar caer en este sesgo cognitivo y de igual forma evitaremos caer en frustración y tensión que causan malestar en nuestro organismo.
Al realizar una estimación es importante considerar todos los escenarios posibles, no sólo los supuestos favorables. Es importante considerar la objetividad dejando de lado nuestras emociones o buenos deseos de iniciar la actividad. De igual forma, es preciso quizá tomar de referencia aquellas experiencias en personas que ya han podido realizar esa misma actividad o proyecto, consultándoles el tiempo que les ha podido haber tomado concluir la misma tarea.