La historia que te cuentas sobre ti moldea tu vida

La forma en que te hablas puede impulsarte o mantenerte atrapado en la misma versión de ti.

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Valentina lo tiene claro: lo que se cuenta es determinante para lo que puede lograr. Ella es instructora de tenis, y con frecuencia escucha cómo sus alumnas se dicen a sí mismas: “no soy capaz”. Su tarea es recordarles que la forma en que se hablan genera un impacto significativo en sus resultados.

Y, no, esto no pasa solo en el deporte. Pasa en la vida de todos. Porque, lo creas o no, la narrativa que se desarrolla en tu cabeza tiene un poder enorme para hacer que las cosas pasen o dejen de pasar. Tiene, también, gran influencia en nuestras relaciones y en el rumbo de nuestras decisiones.

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La historia que te dices a ti mismo o a ti misma importa, y sobre esto hablaremos hoy.

Cómo nos organizamos internamente a través de las historias

Las personas no solo viven hechos, sino que los organizan mentalmente como si fueran partes de una historia. Desde que somos pequeños, empezamos a crear relatos para entender lo que nos pasa. Esto no es simplemente algo que hacemos por costumbre; se trata de una forma fundamental de pensar.

El psicólogo Jerome Bruner, por ejemplo, plantea que no contamos historias solo para entretener; las usamos para darle sentido a lo que vivimos. Esa historia interna que construimos —con causas, efectos, momentos de tensión y desenlaces— nos ayuda a entender por qué actuamos como actuamos, qué sentido tiene lo que nos pasa y qué rol jugamos en todo eso.

Según el filósofo Paul Ricoeur, también interpretamos el tiempo a través de relatos. Ordenamos los recuerdos, el presente y nuestras ideas del futuro como si fueran capítulos conectados. Esa manera de vivir el tiempo nos da estructura. Y es justo eso lo que hace que la narrativa tenga tanto impacto: no solo relata lo vivido, sino que lo interpreta, lo colorea emocionalmente y lo proyecta hacia lo que viene.

Y, ¡a ver!, no se trata solo de algo mental. Estas historias moldean también lo que sentimos, cómo nos relacionamos con otras personas y cómo actuamos. Las emociones no son respuestas aisladas. Muchas veces vienen de cómo te cuentas algo. Si piensas que fallaste porque no vales, sentirás frustración o vergüenza. Pero si te dices que fue una oportunidad para aprender, quizás sientas más motivación y tranquilidad.

¿Por qué lo que te cuentas importa tanto?

Porque la historia que te repites da forma a quién crees que eres. Esa identidad que sientes como “yo soy así” no surge de la nada. Se forma a partir de relatos que fuiste creando con el tiempo: cosas que escuchaste, interpretaciones de experiencias, comentarios que recibiste, decisiones que tomaste.

Cuando alguien dice “yo siempre arruino todo” o “yo soy malísima para esto”, no está describiendo un hecho aislado. Está repitiendo una narrativa personal que probablemente viene de otras experiencias pasadas y que ahora se activa cada vez que enfrenta algo difícil.

Lo mismo pasa con la sanación emocional. Muchas personas cargan historias que les dicen que deben “aguantar”, que “no tienen derecho a quejarse” o que “ya debería estar bien”. Esas narrativas pueden estancar procesos de recuperación. En cambio, empezar a contar lo vivido desde otro lugar (uno que incluya compasión, contexto y apertura) puede cambiar profundamente la forma de sentirse.

También influye en la resiliencia. Las personas que logran atravesar momentos difíciles suelen haber encontrado una manera de contarse lo vivido que les permite seguir adelante. No se trata de inventar un cuento feliz, sino de darle un sentido que sea habitable. Algo que permita seguir con dignidad y con posibilidad de reconstrucción.

Y ojo: no es que la historia tenga que ser “positiva”. Tiene que ser consciente, revisada y adaptada a lo que necesitas hoy.

¿Cómo empezar a contarte mejores historias?

Este no es un proceso automático. Requiere atención y práctica, pero se puede empezar desde hoy. Aquí te compartimos algunas claves que pueden ayudarte a revisar y transformar tu narrativa interna:

1. Pon atención a lo que te dices

Puede parecer obvio, pero muchas veces pasamos por alto el lenguaje con el que nos hablamos. Fíjate si usas frases como “soy un desastre” o “estas cosas siempre me pasan a mí”. Detectar esos patrones es súper importante para empezar a cambiarlos.

2. Pregúntate: ¿esta historia me ayuda o me estanca?

No todo lo que te cuentas es falso, pero puede estar incompleto. Pregúntate si tu relato actual te impulsa a tomar decisiones saludables, si te da espacio para crecer, o si más bien te mantiene en un lugar de culpa o resignación.

3. Agrega contexto y matices

Las historias simplificadas suelen ser las más limitantes. Si crees que “nunca logras lo que te propones”, detente y analiza. ¿En serio nunca? ¿Qué cosas sí lograste? ¿Qué factores influyeron en lo que no salió bien? Esto no es buscar excusas, sino reconocer la complejidad real de las cosas.

4. Cambia el rol que juegas en tu historia

Muchas veces nos ponemos en el papel de víctima, de culpable, o incluso de espectador. Si lo notaste en ti y quieres cambiar esto, intenta asumir un rol más activo. Por ejemplo, pasa de “esto me pasó” a “esto es lo que estoy haciendo con lo que me pasó”. Esa pequeña diferencia cambia mucho.

5. Busca otras formas de contar lo mismo

Una experiencia no tiene un solo significado, así que elige una vivencia que te haya marcado y trata de narrarla desde distintas perspectivas: ¿cómo lo vería alguien que te quiere? ¿cómo lo contarías dentro de cinco años? Esto te puede dar más opciones emocionales y cognitivas para interpretarla.

6. Conecta con historias compartidas

Hablar con otros sobre lo que vives puede ayudarte a reformular tu propia narrativa. Las historias también se construyen en comunidad. Escuchar otras versiones de lo vivido o simplemente compartir lo tuyo puede darte un marco distinto.

7. Reescribe lo que ya no encaja contigo

Hay historias que en algún momento te sirvieron para entenderte, pero que ahora te limitan. Reconocer eso no es negar tu pasado, sino darle una nueva forma. Puedes seguir honrando lo vivido sin quedarte atrapado o atrapada en esa versión de ti.

Conclusiones

En resumen, la historia que dices sobre ti no es un simple discurso interno sin consecuencias. Es un mapa que guía tus decisiones, una lente que filtra lo que ves y una fuente que alimenta lo que sientes.

Y, sí, tienes permiso para cambiarla. Porque la historia que estás narrando hoy puede ser muy distinta a la que necesitas mañana. Y eso está bien.

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Psicología y Psicoterapia Miguel Ángel. (2025, junio 25). La historia que te cuentas sobre ti moldea tu vida. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/psicologia/la-historia-que-te-cuentas-sobre-ti-moldea-tu-vida

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