Lo que tu dinero dice de ti: la verdad detrás de tus decisiones financieras

Exploramos la conexión entre el dinero y nuestras emociones.

Lo que tu dinero dice de ti

El dinero no solo es un recurso económico, sino también un reflejo de nuestra psicología, emociones y experiencias pasadas. A lo largo de la historia, la economía tradicional ha supuesto que los seres humanos tomamos decisiones financieras de manera racional, maximizando beneficios y minimizando pérdidas.

Sin embargo, investigaciones en neurociencia, economía conductual y psicoanálisis han demostrado que nuestras elecciones económicas están influenciadas por impulsos inconscientes, sesgos cognitivos y emociones profundas.

Empieza hoy tu viaje de bienestar

Accede a una amplia red de psicólogos calificados. Empatía y experiencia a tu servicio.

Encuentra psicólogos cerca de ti

La evaluación del valor

Desde la economía conductual, estudios de Daniel Kahneman y Richard Thaler han revelado que el cerebro humano no siempre evalúa las decisiones financieras con lógica pura, sino que está influenciado por sesgos como la aversión a la pérdida o el efecto anclaje. La neurociencia, por su parte, ha demostrado que la dopamina juega un papel clave en el consumo impulsivo, activando el sistema de recompensa del cerebro de manera similar a otras formas de placer.

El efecto anclaje es un sesgo cognitivo que describe el concepto que las personas tienden a basar sus decisiones en la primera información que reciben. A esta primera información se le llama “ancla”, y se tiene en cuenta aun si esta información es irrelevante o arbitraria. Estamos más orientados a tomar como referencia el primer precio que vemos de un producto, es decir, si un producto tiene un precio de 100 en primera vista, cuando encuentres el mismo producto por 50 vas a creer que es realmente una oferta, y no tendrás en cuenta que tal vez se trate de una estrategia de venta.

En el contexto del dinero y las decisiones económicas, el efecto anclaje nos demuestra que muchas veces no evaluamos el valor de manera objetiva, sino en relación con la primera referencia que recibimos.

El psicoanálisis, con los aportes de Sigmund Freud, nos ofrece una perspectiva desde otro ángulo. El dinero no es solo un medio de intercambio, sino un símbolo con significados inconscientes relacionados con el poder, la seguridad, la culpa y el deseo. Nuestra relación con las finanzas se configura desde la infancia y se arma progresivamente, influyendo en una serie de factores, mostrando la diferencia en que algunas personas gasten compulsivamente mientras otras ahorran de manera obsesiva.

La intención de este artículo es explorar brevemente cómo estos enfoques, desde el análisis del cerebro hasta las dinámicas del inconsciente, pueden ayudarnos a comprender por qué tomamos decisiones económicas que a veces parecen ir en contra de nuestro propio bienestar. Comprender estos mecanismos nos permitirá gestionar mejor nuestras finanzas y, al mismo tiempo, descubrir aspectos más profundos de nuestra psicología.

Thinking, Fast and Slow

A todos nos ha pasado alguna vez comprar diferentes objetos que no necesitamos, pero cuya posesión nos hace feliz, o nos vemos impulsados a ahorrar para viajar casi compulsivamente. El efecto de la compra hace que nuestro cerebro se bañe de felicidad, vertiendo al cuerpo los neurotransmisores adecuados para brindar esa sensación de bienestar. Lo que hay que tener en cuenta en estos casos es la cuestión de la inmediatez del placer, que es temporario y que, por lo tanto, en poco tiempo se desvanece.

El placer ya es un factor altamente importante a la hora de las decisiones financieras. De hecho, cuando se evalúan perfiles de riesgo financiero, es importante evaluar qué tan proclive es la persona a necesitar activar esa condición de satisfacción. También es necesario revisar si el sujeto se encuentra en algún momento de crisis vital que requiera hacer visible una de las posesiones que pudiera adquirir a modo de baluarte social. Este comportamiento financiero de la compra es bastante evidente cuando se trata de automóviles de alta gama o de la realización de fiestas o eventos.

Dicho rápidamente, Daniel Kahneman, en Thinking, Fast and Slow, explica cómo el cerebro utiliza dos sistemas para tomar decisiones: uno rápido, impulsivo y emocional, y otro más lento y racional. En temas de dinero, el sistema rápido suele dominar, llevándonos a cometer errores.

Neurocientíficos como Antonio Damasio también han encontrado que la toma de decisiones depende de emociones almacenadas en la memoria, no solo de un análisis lógico. En términos financieros, esto significa que muchas veces no elegimos la opción más rentable, sino la que nos hace sentir más seguros o cómodos.

Como dijimos, el cerebro humano está programado para buscar recompensas inmediatas, lo que influye en nuestras decisiones de gasto. En particular, el sistema de recompensa, gobernado por la dopamina, se activa cuando anticipamos una experiencia placentera, como comprar algo nuevo.

Nuestra relación con el consumismo

Un estudio de la Universidad de Stanford utilizó resonancia magnética funcional (fMRI) para analizar la actividad cerebral de personas mientras decidían si comprar productos. Los resultados mostraron que el núcleo accumbens (área asociada al placer) se activaba ante la posibilidad de una compra, mientras que la ínsula (asociada al dolor y la aversión) se activaba si el precio era demasiado alto. Esto explica por qué es más fácil gastar con tarjeta de crédito: la ausencia de dinero físico reduce la "sensación de pérdida".

Existen errores sistemáticos en nuestra forma de pensar que afectan nuestra relación con el dinero, y son los llamados sesgos cognitivos. Como dijimos, son aquellos que nos llevan a priorizar gratificaciones inmediatas en lugar de beneficios futuros, y esta conducta se encuentra arraigada en nuestra personalidad.

Este fenómeno ha sido estudiado en experimentos como el famoso Test del malvavisco, de Walter Mischel, donde se observó que los niños que podían esperar para obtener una recompensa mayor en el futuro tenían mejores resultados académicos y financieros en la adultez. Por esta razón, y por otras, es tan importante enseñar a los niños desde pequeños a manejar la gratificación inmediata, base de esta conducta y de muchas más del futuro, altamente valiosas para un desarrollo posterior menos ansioso, con mejor gusto por el proceso de nuestros objetivos o deseos, entre otros, todos muy importantes.

La mente humana se encuentra atenta a esquivar, tapar o intentar alejar el dolor. Esta conducta se encuentra favorecida porque se cree ilusoriamente que, de esta manera, el futuro o las dificultades reales que podrían aparecer en él se alejan. Por eso, a veces desechamos cualquier tipo de reparo financiero, sobre todo aquellos basados en el miedo a lo que viene: sea vejez, enfermedad o simplemente un futuro del que no tengo control. Es entonces que evitarlo y rociarlo de satisfacción inmediata muchas veces nos hace adictos a una supuesta felicidad sin sostén.

Otro sesgo, identificado por Kahneman y Tversky, explica que sentimos más dolor al perder algo que satisfacción al ganarlo. Un ejemplo de ello es cuando finalmente conseguimos eso que nos resultaba tan difícil: no le encontramos el valor de haberlo logrado, ya que el miedo a la pérdida tapa el triunfo.

En este punto ya podemos ir pensando que los humanos no somos solo un cerebro, o una emoción, o un cuerpo, y que estamos tan interconectados intra nosotros mismos que, por cualquier lado que nos pensemos, encontramos estos puntos donde todo tiene que ver con todo. A veces vemos conductas de inversionistas en donde no pueden evitar vender una acción en caída porque asumir la pérdida les resulta psicológicamente más doloroso, incluso si mantenerla implica mayores riesgos.

Sin embargo, el conocimiento de estas pocas variables nos permite encontrar medidas o caminos para enfrentarnos a estas dificultades. Si nuestras emociones influyen en la forma en que consideramos el dinero y, por ende, en su manejo, queda claro que la clave no es eliminarlas, sino aprender a gestionarlas. Utilicemos estos conocimientos para idear algunas estrategias basadas en la neurociencia y la economía conductual.

Aprendiendo a manejar el dinero

Una posibilidad frente a los problemas de manejo del dinero y las cuentas mensuales es automatizar el ahorro. Se trata de configurar transferencias automáticas para ahorrar sin esfuerzo, o con menor conciencia del mismo. Esto quiere decir que, no siendo tan consciente del ahorro o el orden, me centro en un objetivo más valioso y saludable, que es el armado de un plan para estar mejor. Con este pensamiento de mi lado, se aspira a no estar pendiente al inicio del mes de cuánto dinero voy a tener disponible, cuánto tengo que pagar y cuánto queda.

El sentido es el de restringirme, ordenarme y planificar, intentando cambiar el hábito de obtener resultado inmediato. De esta manera, intento anticiparme a mis propios manejos y hacer una jugada conociendo mis cuestiones más inconscientes. De poder sostenerlo unos meses —este período de tiempo es importante fijarlo de antemano, por ejemplo, tres meses en la primera etapa—, cuando vea el resultado de mi ahorro a más largo plazo de una manera palpable, voy a sentir y darme cuenta de mi logro, de mi ahorro, y esto tendrá sentido. Además del dinero concreto, tendré la recompensa por una inversión a largo plazo realizada por mí mismo, lo que indica: sostén de un proyecto con tiempo, reconocimiento del esfuerzo, objetivación del logro y valorización propia de la confianza sobre mí mismo para nuevos desafíos.

Otra alternativa sencilla es usar el truco de los 10 segundos: antes de hacer una compra impulsiva, preguntarte si realmente la necesitas. Tomarte ese momento para verificar si: ¿hay algo de eso en casa?, ¿es exactamente lo que querés?, ¿tiene las características que habías pensado?, ¿está sobrevaluado o en el valor correcto?, etc. Esto parece relativamente fácil de hacer, y lo es, pero cuando nos vemos frente a un gasto o compra compulsiva, esta simpleza se pierde en la perentoriedad de la fuerza interna por hacerlo.

Suelo armar para mis pacientes, en función de su historia y su caso en particular, una tabla con preguntas que llevan en sus billeteras, carteras o dentro del auto. Recurren a ella cuando se encuentran frente a adversidades que les toca encarar en una situación repentina, y para no intentar buscar en su cabeza las preguntas, la guía los ayuda a ordenarse y postergar ese tiempo. La misma lectura, y el hecho de que los remite específicamente a su propia historia, les permite tomar consciencia y espaciar esa sensación de premura. También, entre algunas de las preguntas, incorporamos alguna respiración para favorecer la relajación.

La conexión entre el dinero y las emociones

La relación entre el dinero y las emociones es mucho más profunda de lo que solemos reconocer. Nuestras decisiones financieras no son el resultado exclusivo de un análisis racional, sino —como dijimos— están moldeadas por impulsos inconscientes, sesgos cognitivos y respuestas emocionales. Desde la economía conductual y la neurociencia hasta el psicoanálisis, distintas disciplinas han demostrado que nuestra manera de gastar, ahorrar e invertir responde tanto a mecanismos biológicos como a experiencias tempranas y estructuras psíquicas complejas.

Entender este vínculo nos permite dar un primer paso hacia una gestión más consciente y saludable de nuestras finanzas. Sin embargo, tomar conciencia de estos procesos no siempre es suficiente. Muchas veces, detrás de patrones financieros disfuncionales —como el gasto compulsivo, la incapacidad de ahorrar o la aversión irracional al riesgo— hay conflictos emocionales más profundos que requieren una exploración más amplia.

Es aquí donde el acompañamiento terapéutico cobra un valor esencial. Un proceso de análisis con un profesional no solo ayuda a identificar los patrones inconscientes que gobiernan nuestras decisiones económicas, sino que también permite trabajar sobre las emociones subyacentes que los sostienen. Desde el psicoanálisis, se pueden explorar las asociaciones simbólicas que cada individuo ha construido en torno al dinero, revelando su conexión con el deseo, la culpa, el poder o la seguridad. Por otro lado, la terapia cognitivo-conductual puede ayudar a modificar patrones de pensamiento y conducta que refuercen hábitos financieros más saludables.

Más allá del enfoque terapéutico elegido, lo fundamental es reconocer que la solución a nuestros problemas financieros no radica únicamente en aprender a manejar mejor el dinero, sino en comprender nuestra relación con él. Dejar de ver el dinero solo como un recurso externo y comenzar a entenderlo como un reflejo de nuestra psicología nos permite no solo mejorar nuestras finanzas, sino también profundizar en nuestro autoconocimiento y bienestar emocional.

En última instancia, preguntarnos "¿qué significa el dinero para mí?" puede ser un ejercicio más revelador de lo que imaginamos. No se trata solo de alcanzar estabilidad económica, sino de construir una relación con el dinero que sea más libre, consciente y alineada con nuestros verdaderos valores y necesidades.

Newsletter PyM

La pasión por la psicología también en tu email

Únete y recibe artículos y contenidos exclusivos

Suscribiéndote aceptas la política de privacidad

Al citar, reconoces el trabajo original, evitas problemas de plagio y permites a tus lectores acceder a las fuentes originales para obtener más información o verificar datos. Asegúrate siempre de dar crédito a los autores y de citar de forma adecuada.

Silvana Weckesser. (2025, abril 22). Lo que tu dinero dice de ti: la verdad detrás de tus decisiones financieras. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/psicologia/la-verdad-detras-de-tus-decisiones-financieras

Psicóloga

Buenos Aires

Silvana Weckesser es psicóloga especializada en el ámbito clínico y docente universitaria, así como escritora. Su consulta se encuentra en Buenos Aires.

Psicólogo/a

¿Eres psicólogo?

Date de alta en nuestro directorio de profesionales

Artículos relacionados

Artículos nuevos

Quizás te interese