Probablemente, cuando eras pequeño, tus padres u otros familiares te contaban historias sobre seres de otra naturaleza que aparecían para asustar o llevarse a los niños que como tú se portaban mal o no querían dormir, en todas las familias de una misma zona eran los mismos personajes que venían a buscarte; seguramente te acuerdes del “coco” y del “hombre del saco”. El único fin de tus progenitores con estos relatos era que te durmieras o que dejaras de hacer algo que no les gustaba. Esto ocurre gracias a la sensación de miedo que presentamos la mayoría de personas frente a lo desconocido o lo sobrenatural, un sentimiento que se acentúa normalmente cuando somos más pequeños.
Sin embargo, esta sensación natural y común de miedo que todos experimentamos después de ver una película o escuchar una historia de terror, puede manifestarse de forma muy intensa en algunas personas, incluso llegar a ser paralizante y sumergirlos en un intenso estado de ansiedad. Este pánico exacerbado a los seres sobrenaturales o personajes inventados, es conocido como bogifobia. En este artículo explicaremos detalladamente qué es esta fobia específica, incluyendo su origen y síntomas.
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¿Qué es la bogifobia?
Se define la bogifobia como el miedo extremadamente intenso y sin fundamento a los seres de origen de desconocido y basados en leyendas, ya sean sobrenaturales (es decir, que no presentan ninguna similitud con nuestro mundo y no se rigen por las leyes de la naturaleza) o imaginarios (estos simplemente no existen, son ficciones, pero sí pueden parecerse a lo humano o acercarse al mundo que conocemos). Dentro de esta lista, si somos de ascendencia hispana, pueden sonarnos el "coco" y el "hombre del saco". El miedo patológico a los fantasmas y los monstruos también se incluyen dentro de este tipo de trastorno.
Si bien se puede resumir la bogifobia como el miedo a lo sobrenatural, se trata de una fobia específica; por lo tanto, las manifestaciones de esta (al igual que el de las otras fobias específicas, como por ejemplo, la de hablar en público) van más allá del miedo natural y la ansiedad que se producen al enfrentarse a situaciones desconocidas o inquietantes.
Las fobias específicas son un tipo de trastornos que se recogen dentro del DSM-5 (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) y pertenecen a los denominados trastornos de ansiedad. Por lo tanto, se acompañan de una serie de síntomas de origen psicofisiológicos que describiremos más adelante, pero entre los que ya podemos destacar, para la presentación del trastorno, el miedo y la ansiedad intensos.
El nombre de la enfermedad, bogifobia, deriva de la palabra griega φόβος (fobia) que significa miedo, y de la palabra anglosajona boogeyman. El boogeyman es una criatura de origen mitológico perteneciente a la cultura celta, este ser imaginario es protagonista de variedad de leyendas y cuentos en el norte del Reino Unido; sería el equivalente escocés de nuestro "hombre del saco". Es más, curiosamente, al igual que este, también se le representa como un anciano que va buscando a los niños que se portan mal y no hacen caso a los mayores para meterles en un gran saco y alejarlos de sus casas.
Al parecer existen copias del boogeyman y del hombre del saco en todo los países, simplemente cambia el nombre, en Alemania se denomina “buztemann”, que sería algo así como hombre zumbado y en Italia se conoce con el término de “Babau”. Existen muchos otros “asustadores” propios de cada cultura y tradición, aparte de los que hemos mencionado: Baba Yaga, Boogeyman, ChanchoGente, Coco, Guajona. Huesos Sangrientos, Krampus, Lamia, el Lobo feroz…
Las personas afectadas de bigofobia suelen desarrollar el trastorno durante la primera infancia. Este puede empezar de una forma leve; como una sensación de miedo y temor a encontrarse monstruos en la habitación, comúnmente debajo de la cama o en el armario, sobre todo a la hora de irse a dormir; normalmente también se acompaña de miedo a la oscuridad, estos niños prefieren dormir con una luz encendida. En su forma más leve o incluso sin llegar a ser motivo de diagnóstico, la bogifobia es bastante común y se da sobre todo en niños que presentan altas dosis de imaginación y son capaces de fabular grandes historias fantásticas, esta suele superarse normalmente en la adolescencia con la adquisición de mayores capacidades cognitivas que permiten discernir entre realidad y ficción.
La bogifobia suele ser peor vista, por la mayoría de personas, que otras fobias específicas como el miedo a volar, ya que estás sí que tendrían, aunque exagerado, un miedo fundado o racional; el avión puede efectivamente estrellarse - aunque sabemos que es algo muy poco probable que suceda-. Sin embargo, los personajes a los que tienen miedo los bogifóbicos no existen y, es más, suelen pertenecer a historias infantiles.
Por lo tanto, las reacciones de los bogifóbicos parecen más irracionales, para los demás, que las que se dan en otro tipo de miedos patológicos. Este prejuicio también se da en los propios afectados, que suman a su condición el ridículo que sienten al creer en monstruos, fantasmas u otro tipo de criaturas inventadas cuando sabemos, como seres racionales, que estos en realidad no existen.
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Causas
El origen de la bogifobia se da en los primeros años de vida a través de las historias sobre personajes mitológicos o seres sobrenaturales que se cuentan en todas las familias y lugares, entre los que se encuentran los “asustadores de niño”.
La costumbre de utilizar un “asustador de niños” como el “coco” para infundir miedo en los más pequeños tiene como objetivo que estos cumplan con ciertos comportamientos normalmente rutinarios: tomar un baño, comer, irse a dormir cuando a una hora temprana… También se pueden utilizar para asegurarse que los niños no se acerquen a lugares peligrosos o utilicen ciertos objetos, incluso alejarse de personas.
Por ejemplo, en el caso de los lugares, se puede inventar una historia de un ser sobrenatural que vive en las profundidades de un pozo y es capaz de alargar sus brazos hechos de ramas de árboles de varios metros para atrapar a los niños que merodeen por la zona y utilizarlos como alimento. Si los niños creen que en el pozo vive un monstruo capaz de hacerles daño, no se asomarán y tampoco se caerán.
Los “asusta-niños” vendrían a ser una especie de lo que se conoce en psicología como refuerzo negativo, se da un estímulo (la historia que se cuenta) para evitar o fomentar un comportamiento o actitud (irse a la cama, no acercarse al pozo).
La extensión de estos personajes están presentes en todos los países, y la cantidad de leyendas que circulan en los que estos “asusta niños” son protagonistas nos da una idea de lo común de la práctica en los niños y niñas de todos los lugares y épocas. No obstante, esta amenaza se utiliza cada vez menos por los riesgos que puede conllevar, como la del desarrollo de la bogifobia.
Como hemos explicado, la bogifobia normalmente tiene su origen en este tipo de refuerzo negativo que involucra asustar niños, pero también puede derivarse de otras causas. El visionado de una película de terror a una edad demasiado temprana, donde todavía no se puede separar la realidad de la ficción, puede hacer creer al niño o niña que el monstruo de la película es real y va a por él.
Esta puede desarrollarse también tras algún susto o broma en la infancia, como esconderse en un lugar de la casa y salir de repente gritando. Este susto puede ser puntual o repetido, la persona no se acuerda de haber vivido la situación, pero esta queda de alguna forma registrada en el inconsciente. La bogifobia puede a veces darse por un mecanismo más complejo: tras sufrir un trauma infantil, el niño en este caso no es capaz de procesar la situación traumática y crea la imagen de un monstruo malvado para protegerse.
La bogifobia se encuentra fuertemente ligada al terror patológico a la oscuridad (ligofobia), ya que los síntomas del miedo a los seres sobrenaturales se intensifican cuando la persona se encuentra a oscuras. Esto es lógico, pues al estar a oscuras, no sabemos exactamente lo que hay a nuestro alrededor, ni con qué se relacionan los ruidos y las sombras que vemos. Las personas con bogifobia convierten todos estos estímulos en amenazantes.
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Síntomas de la bogifobia
Según el DSM-5 (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) las fobias específicas forman parte de los trastornos de ansiedad. Estas condiciones patológicas pueden llegar a ser muy graves y presentar una serie de síntomas que incapacitan a la persona para el correcto desarrollo de su vida diaria.
Los pacientes con bogifobia presentan una serie de síntomas comunes de índole psicológicos, como:
- Miedo a los lugares oscuros
- Miedo a la soledad
- Cambios en la conducta
- Ansiedad y miedo intensos
- Ataques de pánico (ocasionales)
Al igual que las demás fobias específicas, existen una serie de reacciones fisiológicas que pueden darse durante la exposición a la situación o antes, por anticipación. Aunque existen diferencias, no todas las personas presentan todos los síntomas, ni estos ocurren con la misma intensidad. Comúnmente se dan las siguientes reacciones:
- Aumento de la frecuencia cardíaca
- Xerostomía (boca seca)
- Incremento de la presión sanguínea
- Sudores
- Náuseas y dolor de estómago
Los síntomas físicos pueden agravar los psíquicos, ya que la persona puede relacionar, por ejemplo, el aumento de las pulsaciones con el riesgo de sufrir un infarto y morir.
En el caso de la bogifobia las personas normalmente optan por la huida, y se van del lugar que les produce pánico e intentan evitar exponerse en el futuro a la misma situación que ha originado el cuadro de ansiedad. En el caso de los infantes, la expresión de la ansiedad y el miedo se da a través del llanto intenso que toma forma de rabietas, los niños pequeños pueden quedarse paralizados y agarrarse con fuerza a las personas que los cuidan, sin moverse.
Tratamiento
El tratamiento psicológico de la bogifobia se basa en la gestión de la ansiedad y de las creencias irracionales que mantienen esta reacción disfuncional basada en el miedo. Para ello, se usan estas formas de información psicoterapéuticas:
- Psicoeducación
- Exposición controlada
- Desensibilización sistemática
- Reestructuración cognitiva
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