El paso de las generaciones, los cambios culturales y el avance de la tecnología e informática han propiciado el uso de las modernas y sencillas aplicaciones del mundo digital (Apps de citas y Redes sociales) para la gran mayoría de sujetos que buscan relacionarse con un otro a fin de “conocerse” en un sentido más íntimo.
Éste espacio virtual que “nos conecta sin unirnos”, establece un modo de contacto que cada usuario maneja a su conveniencia, decidiendo cuándo y cómo responder. El hacerse “presente” está atado no sólo a la disponibilidad de quien escribe, sino además de un dispositivo y conexión a internet que darán cuenta de un estado “on line”.
¿Qué sucede cuando ésta interacción deja de producirse porque una de éstas personas sencillamente “desaparece” sin mediar aviso alguno? Esto es lo que denominamos hoy día Ghosting y resulta más común de lo que se cree.
¿Cómo han cambiado las relaciones?
Nos encontramos en una era digital donde el relacionamiento entre las personas se volcó más al uso de los servicios de mensajería, redes sociales y por qué no, aplicaciones de citas cuando la intención del vínculo es con fines “amorosos”, si se me permite el término.
Todas éstas son parte de un ciberespacio, un plano virtual que podemos entender y denominar como un “no lugar” que tiñe con cierta frialdad a las conexiones que se establecen. El tipo de relacionamiento pierde en éste sentido la fluidez que permitía el “cara a cara”, y propone en su lugar conversaciones asincrónicas donde la respuesta está condicionada y controlada ante un “estar disponible ó en línea”.
A través de las distintas obras de Freud (1856-1939), el concepto de pulsión sufrió distintas concepciones y asociaciones con otros términos psicoanalíticos, pero para poder introducirnos en el siguiente párrafo alcanzará con mencionar que entendemos a la “pulsión” como un “empuje de carga energética” asociada al funcionamiento psíquico del sujeto y fuente de actividad del organismo.
Conocer alguien con quien establecer un tipo de vínculo más íntimo hoy día nos lleva a pensar en dos grupos inicialmente. Cada uno de éstos tiene asociado un tipo de pulsión. Tendremos entonces por un lado a sujetos cuyas pulsiones serán aquellas de meta inhibida donde no necesariamente se busca el placer y la descarga pulsional sino que hay un interés y una apuesta sostenida en el tiempo; y por otro lado, otra cantidad de sujetos donde sus pulsiones serán aquellas de meta no inhibida que sólo apuntan a la descarga y placer pulsional, un tanto efímeras si se quiere, asociadas más al amor erótico que romántico.
En éstos encuentros fugaces, casuales, de conexiones superficiales y un amor líquido, escurridizo que no encuentra segundas ó terceras oportunidades, se suele ver reflejada un tipo de conducta virtual que denominamos “ghosting”.
¿Qué es el Ghosting?
Éste ghosteo, ó actitud un tanto “fantasma” (de allí procede el término en inglés: Ghost) se traduce en que una de las partes del vínculo inicialmente establecido (generalmente de poco tiempo) desaparece sin dejar rastro ó respuesta alguna, provocando en el otro una sensación de desconcierto, ansiedad y hasta en ocasiones, angustia. El ghosting puede manifestarse de distintas maneras.
En cuanto a su alcance, por ejemplo, puede verse acompañado además con algún tipo de restricción ó bloqueo en las aplicaciones hasta entonces utilizadas. Si lo pensamos en duración, algunas personas empiezan a demostrar una merma en el contacto, como si fuese gradual, para luego finalmente desaparecer.
Éste accionar, puede llevarnos a pensar que cuestiones de autoestima ó inseguridad se pongan en juego del lado de quien realiza el ghosteo, valiéndose de éste tipo de medios ó plataformas, que si bien puede no garantizarle el anonimato (dependiendo la información compartida hasta entonces), sí por el contrario le permite actuar de éste modo “sin dar la cara”.
Adicionalmente cabe mencionar que quien realiza el ghosting no tiene características propias de una persona empática, caso contrario no llevaría adelante ésta conducta. Este último punto se puede relacionar con el tipo de apego. ¿De que hablamos cuando decimos “apego”? Según el Psicoanalista John Bowlby (1907-1990) podemos clasificar los tipos de apego en: seguro / inseguro y ambivalente, entendiendo por apego la experiencia en términos de cuidado y afecto que un niño/a experimenta durante sus primeros años de vida por parte de quienes desempeñan el rol de padres ó personas cercanas significativas en primera instancia.
Si ésas experiencias primeras de vínculo en la infancia fueron buenas en cantidad y calidad estaremos hablando de un apego seguro. La contracara sería un apego inseguro; y en caso de haber experimentado un poco de ambas en distintos momentos de la niñez, podríamos encontrarnos con un apego ambivalente.
Ahora bien, si la experiencia de quien realiza ghosting con otro significativo, durante ése período, no lo ha provisto de cierta protección, consideración, afecto, cuidado y contención (apego inseguro), es probable que en la actualidad su comportamiento para con un otro carezca de lo mismo.
Esto no significa que quien haya vivenciado un tipo de apego seguro no pueda llevar adelante una conducta de ghosting, pero sí es más probable que tenga otras herramientas para no tener que caer en ello. Ante una situación de ésta índole es importante la siguiente recomendación:
- No intentar excusar ni buscar explicaciones de la conducta del otro (Ej. Seguro está con muchísimo trabajo…)
- No tomarlo personal, ni buscar responsabilidades en uno mismo (Ej.: no hice tal cosa, entonces por eso desapareció/se ofendió…)
- No obsesionarse con la idea de tener que averiguar ó investigar qué fue lo que sucedió.
- Saber quiénes somos y lo que valemos no nos evitará necesariamente pasar por la experiencia de un ghosteo, pero sí nos ayudará a no padecerla.
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