Trauma y yoga son dos términos que, por separado, han cobrado mucho nombre en los últimos años. Sin embargo, verlos juntos todavía es sorprendente y novedoso para muchas personas y pocas conocen la relación que hay entre ambos conceptos. ¿Sirve el yoga para tratar el trauma o simplemente ayuda a sentirse mejor?
A lo largo de este artículo abordaremos los principales aspectos relacionados con el yoga sensible al trauma. Responderemos a cuál es su origen, cuáles son sus principales características y los beneficios que aporta este tipo de yoga. Además, también veremos cuáles son las técnicas utilizadas y las precauciones que debemos tener en cuenta.
Origen del yoga sensible al trauma
El yoga es una disciplina que engloba aspectos físicos, espirituales y cognitivos originada hace miles de años en la India. No obstante, en el transcurso de las últimas décadas se ha popularizado y extendido en occidente por sus amplios beneficios sufriendo ciertas modificaciones.
El yoga sensible al trauma es una adaptación que se ha venido desarrollando en las últimas dos décadas. Se plantea como herramienta para abordar la intervención y el acompañamiento a personas con traumas emocionales mediante el trabajo corporal. En este tipo de intervención se da mucha importancia a que la persona pueda decidir.
El yoga sensible al trauma (YST) fue impulsado por Bessel van der Kolk, psiquiatra pionero en el trabajo y la investigación del trauma. Otra de sus grandes aportaciones es el libro titulado «El cuerpo lleva la cuenta» en el cual implica la gran importancia del cuerpo, cómo el trauma se almacena en este y la importancia del yoga.
A principios de los años 2000 se empezaron a realizar los primeros estudios en los que se evaluaban los resultados obtenidos con la aplicación del yoga sensible al trauma. Estos se llevaron a cabo con personas supervivientes a abusos sexuales, negligencias y abusos infantiles, veteranos de guerra y personas en riesgo.
Aspectos y conceptos clave sobre el YST
Se considera que el yoga sensible al trauma es una práctica terapéutica que ayuda a restaurar el sistema nervioso de las personas supervivientes de trauma. Esta modalidad se considera sensible al trauma puesto que tiene presente la complejidad que el trauma supone tanto a nivel físico, en nuestro sistema nervioso, como a nivel emocional y mental.
Uno de los principales objetivos de esta modalidad es la creación de un espacio seguro y compasivo. Mediante ciertos movimientos y prácticas de respiración se pretende que la persona pueda explorar las propias sensaciones corporales desde la seguridad.
Si bien es cierto que el profesor/a ofrece algunas opciones e invita a realizar ciertos movimientos, es la persona superviviente al trauma quien toma decisiones sobre los movimientos corporales que desea o no realizar. Estas son basadas en el momento presente, es decir, en el aquí y el ahora. Las clases pueden darse de forma individual, pero también pueden ofrecerse en pequeños grupos. Durante las prácticas de yoga sensible al trauma, el/la instructor/a realiza la práctica con la/s persona/s supervivientes.
Idealmente, se ubicará en el mismo lugar, donde se mantendrá durante toda la clase. Es decir, a diferencia de otras clases de yoga, el/la instructor/a no se desplaza por el aula. Esto contribuye en la generación de seguridad para el sistema nervioso de la persona superviviente. En esta línea, manteniendo la idea de generar seguridad en el sistema nervioso de la persona y en su organismo en general, las clases suelen ser secuencias predecibles en las que las nuevas posturas se introducen paulatinamente. No se realizan correcciones o ajustes de postura para que la persona se sienta libre de hacer el movimiento adecuado para sí misma.
Beneficios del yoga sensible al trauma
Si bien es cierto que es interesante continuar explorando, estudiando e investigando esta nueva línea de intervención, la evidencia obtenida hasta el momento es realmente esperanzadora. Son múltiples los beneficios que se han observado y obtenido al aplicar el yoga sensible al trauma.
Dado que dicha disciplina se ha desarrollado en base a las teorías sobre trauma, el apego y los datos que la neurociencia aporta, los beneficios obtenidos son en diversos ámbitos. A continuación se mencionan algunos de ellos:
- Mayor autocompasión.
- Ampliación del sentimiento de seguridad y agencia.
- Aumento de la sensación de centramiento.
- Mejora de la relación mente-cuerpo.
- Mayor sensación de relajación.
- Incremento de las habilidades sociales.
- Reducción de los síntomas relacionados con el trauma y el estrés postraumático.
- Disminución de la sintomatología ansiosa y depresiva.
- Descenso de los sentimientos de soledad y aislamiento.
Elementos y técnicas utilizadas
Como se ha comentado hasta el momento, el yoga sensible al trauma parte de la disciplina milenaria del Yoga. Por ello, los elementos y las técnicas parten de la misma. Es cierto que se realizan las adaptaciones necesarias a las necesidades de cada persona o cada grupo. El fin principal es que tanto las posturas como las técnicas de respiración sean accesibles.
Durante la práctica no se impone ninguna postura ni se emiten órdenes, se invita a la persona a realizar una postura y se le dan algunas opciones para que la persona pueda elegir qué es lo más adecuado para ella en cada momento. Se pretende fomentar la toma de decisiones de la misma forma que el conocimiento del propio sistema nervioso.
Es elemental que los/as instructores/as estén adecuadamente formados/as y acreditados/as en trauma y especialmente en yoga sensible al trauma. Es necesario que las personas que guían puedan atender las posibles reacciones que se puedan desencadenar. En el trabajo con supervivientes al trauma es crucial generar espacios de seguridad y vínculos seguros.