La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) define este concepto como una experiencia sensorial y emocional desagradable, asociada a un daño tisular real o potencial. Desde un punto de vista médico, corresponde a una serie de variaciones neurofisiológicas en nuestro organismo y una actividad aumentada en las glándulas suprarrenales, hipófisis, páncreas y otras estructuras.
Por su parte, el dolor de tripa (mejor dicho, dolor abdominal) es una sensación que todos hemos experimentado en algún momento de nuestra vida, pues el sistema digestivo es abierto y, por ende, está relativamente expuesto a estresores mecánicos (como tragarse un objeto), intoxicaciones e invasiones por parte de patógenos (amebas, helmintos, virus, bacterias, etc.). Por ello, se estima que el dolor abdominal corresponde a casi el 6% de todas las visitas a la sala de urgencias.
Curiosamente, más del 30% de los casos de dolor abdominal o de tripa se clasifican como “no específicos” (NSAP), o lo que es lo mismo, no tienen una causa concreta. En cambio, otros se deben a cólicos renales, gastritis, gastroenteritis, úlceras, somatizaciones de trastornos psicológicos, cánceres y otras muchas cosas más.
Con base en todas estas premisas, hoy te ayudamos a que conozcas tu cuerpo y sensaciones un poco mejor: aquí tienes las diferencias entre gastritis y gastroenteritis.
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¿Cuáles son las principales diferencias entre la gastroenteritis y la gastritis?
En general, se suelen utilizar ambos términos de forma intercambiable. Cuando una persona consume un alimento en mal estado y desarrolla diarrea aguda, fiebre y temblores, le dirá al médico que sospecha tener gastritis o gastroenteritis, aunque en realidad ambas entidades son distintas. A continuación, desgranamos sus diferencias.
1. La gastritis ocurre en el estómago, pero la gastroenteritis se extiende al intestino
Quizá suene muy obvio, pero el carácter diferencial principal entre ambas condiciones se encuentra en su propio nombre. Tal y como indica el término, la gastritis hace referencia a la inflamación aguda o crónica de la mucosa gástrica. No cabe duda, por tanto, de que esta entidad clínica se circunscribe al entorno del estómago.
Por otro lado, la gastroenteritis hace referencia a la inflamación del tracto gastrointestinal, lo cual engloba al estómago (gastro) e intestino delgado (entero). Aunque esta distinción parezca muy sutil, en las siguientes líneas verás que la sintomatología varía de forma notable de un cuadro a otro.
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2. Los agentes infecciosos que provocan gastritis y gastroenteritis son muy distintos
El estómago tiene un pH de 1.0 a 3.0, mientras que en el intestino delgado, este valor aumenta a un rango de 5.0 a 7.0. En un medio tan ácido como la cavidad gástrica, la compatibilidad con la vida es prácticamente imposible. Solo una bacteria patógena puede aguantar estas condiciones tan inclementes: Helicobacter pylori.
Se estima que ⅔ de la población están infectados por esta bacteria, que con su forma de espiral y su flagelo, es capaz de taladrar la mucosa gástrica y dañar de forma lenta pero constante al epitelio del estómago. Por esta razón, este microorganismo se ha asociado con diversas patologías a nivel gástrico.
El 70% de las infecciones por H. pylori son asintomáticas, pero el 30% restante de los individuos afectados desarrollan síntomas de gastritis, que a su vez se pueden acompañar de úlceras pépticas e incluso cáncer de estómago. Sin ir más lejos, se estima que las personas con esta bacteria en su estómago son el doble de proclives a desarrollar una úlcera a lo largo de su vida, en comparación con aquellas que no la presentan.
Por otro lado, el intestino es un medio mucho más “amable”, y la prueba viviente de ello son la multitud de especies bacterianas que forman parte de nuestra microbiota intestinal. Bacterias del género Campylobacter y virus como los norovirus y rotavirus son capaces de invadir este sector del tracto digestivo y provocar la signología.
3. Los síntomas de ambas entidades son muy diferentes
El síntoma más común de la gastritis es el dolor o ardor (indigestión) en la parte superior del abdomen, específicamente en una zona que se conoce como “epigastrio”. Debido a que el dolor se circunscribe al entorno del estómago, otros síntomas comunes pueden ser las náuseas, los vómitos, la sensación de saciedad antes de terminar de comer, pérdida de peso y otros eventos clínicos.
Por otro lado, el síntoma abanderado de la gastroenteritis es la diarrea. En condiciones de normalidad, la absorción de nutrientes y líquidos en el intestino (99% del agua que entra) es mucho mayo que la secreción, de ahí que las heces suelan mostrarse compactas, duras y relativamente secas.
Para que te hagas una idea, cada día entran 9 litros de agua en el intestino, pero solo 100 mililitros son expulsados con las heces. Por desgracia, cuando los patógenos dañan la mucosa intestinal, este equilibrio se pierde.
Si se producen cambios en el equilibrio bidireccional tejido-luz intestinal (si hay mayor tasa de absorción o secreción), el volumen de líquido que llega al colon supera su capacidad absortiva y tiene lugar la diarrea, por todos conocida. Esta puede presentarse con sangre, moco e incluso sustancias purulentas, dependiendo de la enfermedad subyacente que esté provocando el cuadro.
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4. Patrones epidemiológicos diferentes
Dependiendo de dónde pongamos el foco de atención, se puede estipular que la gastritis es más común que la gastroenteritis o viceversa. Se estima que el 25% de la población mundial presenta síntomas de gastritis en cualquier momento dado y el 90% de los cuadros son propiciados por la infección de Helicobacter pylori. Recordamos que esta bacteria se encuentra instalada en el estómago de ⅔ de la población (mucho más si nos fijamos en ciertas regiones), de ahí que la gastritis sea tan común.
De todas formas, los cuadros de gastroenteritis no se quedan cortos. Las enfermedades diarréicas a nivel intestinal (provocadas por bacterias, amebas y virus) son la segunda causa de muerte en niños menores de 5 años, sobre todo en países de bajo ingreso donde la infraestructura sanitaria brilla por su ausencia. Cada año se diagnostican 1700 millones de cuadros de enfermedades diarreicas en infantes, de los cuales 525.000 acaban en muerte.
5. Las complicaciones son diferentes en cada caso
En general, la gastritis se concibe como una entidad clínica menos seria, ya que su impacto es más notable en los países de alto ingreso. Si no se trata, la gastritis puede desembocar en hemorragias y úlceras estomacales, pero la instauración de estas consecuencias es lenta y no se suele llegar a ellas. Además, en los espectros más graves (úlcera péptica), también existen tratamientos quirúrgicos y antibióticos que revierten la situación con éxito.
De nuevo, los cuadros de gastroenteritis derivados de agentes víricos o amebas reportan un pronóstico mucho peor, más por los lugares donde son más prevalentes que por su patogenia per se. Por ejemplo, una diarrea persistente (de más de 14 días) sin la atención médica adecuada se puede convertir en un cuadro de deshidratación grave.
Esta situación límite se presenta en el paciente con ojos hundidos, letargo y pérdida de conocimiento, mareos y vahídos, estreñimiento, sequedad de la piel y otros signos generales. La deshidratación grave que provoca una pérdida del 10% del peso corporal del paciente suele traducirse en muerte,a menos que se produzca un ingreso y una administración de suero intravenoso, que también busca restaurar el equilibrio electrolítico que se ha perdido durante la diarrea.
Resumen
Tras este extenso recorrido por ambas entidades clínicas, nos queda más que claro que la gastritis y la gastroenteritis no son lo mismo ni se pueden usar como términos intercambiables.
La gastritis suele manifestarse con malestar abdominal en la boca del estómago (epigastrio), mientras que la gastroenteritis se localiza “más abajo” (a nivel intestinal), con síntomas claros como diarrea acuosa y febrícula (en el caso de que la infección sea viral).
La causa principal de la gastritis es la bacteria Helicobacter pylori, el único microorganismo que se ha adaptado a vivir en nuestro entorno gástrico. Por otro lado, la gastroenteritis suele ser causada por amebas, virus, bacterias e incluso parásitos más complejos, como diversos helmintos (ascaris y tenias, por ejemplo). Además, a pesar de que las gastritis son más comunes a nivel general, las gastroenteritis tienen un pronóstico peor, debido a que son típicas de regiones de bajo ingreso con condiciones sanitarias deficientes.