Y así de repente, te das cuenta de que te cuesta dormir, no te apetece comer, te perciben con el corazón y el estómago acelerados cuando piensas en esa persona o quedas con ella. ¿Será que me estoy enamorando?
Lo curioso es que el enamoramiento, al igual que el amar, también afecta a nuestro organismo, nuestro cuerpo cambia desde las células hasta los órganos, incluido el cerebro. La primera vez que escuché esto siendo muy joven me sorprendió; hoy tiene todo el sentido, sobre todo cuando cada vez hay más investigaciones sobre cómo nuestra salud física se ve alterada por nuestras emociones y la manera que tenemos de hacerles frente (o no).
Pero, ¿qué es lo que realmente sucede en el cerebro cuando nos enamoramos o ya existe un sentimiento de amor?
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Los efectos del amor en el cerebro
La neurocientífica Stephanie Cacioppo dice literalmente que “el amor florece en el cerebro” y que realmente es una necesidad biológica tan necesaria para nuestro bienestar como el ejercicio, el agua y la comida. En este sentido, más de veinte años de investigación demuestran que el amor romántico intenso del comienzo de una relación activa el sistema de recompensa en el cerebro.
A través de pruebas como la resonancia magnética funcional se estudió qué zonas se activaban en el cerebro mientras los participantes veían fotos de su persona amada intercaladas con una fotografía de otro familiar. Cuando veían las fotografías de la persona amada, se activaba la parte del cerebro relacionada a las necesidades básicas, la misma que se activa cuando se tiene hambre o sed.
En la misma línea, otros estudios demuestran la activación de la zona del cerebro donde se "registra" el placer, llamada circuito de recompensa del cerebro, se iluminaba solo al hablar de la persona amada y encontraron hasta doce áreas del cerebro que liberan sustancias químicas relacionadas con sentirnos bien, como la dopamina, adrenalina u oxitocina.
Seamos conscientes de lo increíble que es nuestro cuerpo
Los millones de procesos que realiza al mismo tiempo y la forma en la que sostiene tantos procesos paralelos, que -sin lugar a dudas- se ven alterados por nuestra forma de sentir y estar en los diferentes momentos de nuestra vida.
En este sentido, el apego, la necesidad sana de estar vinculados a otras personas, también se relaciona con los cambios en la cantidad de ciertas hormonas en el cuerpo, así como con áreas del cerebro como, por ejemplo, el área límbica, la frontal y los ganglios basales. Y esto ocurre no solo con nuestro apego a las personas, sino con nuestras mascotas también; existen estudios que relacionan el cambio en diferentes hormonas no solo en la persona sino en su mascota.
No olvidemos que somos seres emocionales
Robert Neuburger, psiquiatra, psicoanalista, terapeuta de pareja y de familia decía en una entrevista que lo que le da a un bebé el sentimiento de existir no es el hecho de estar vivo, sino que es a través de la mirada de sus padres u otra persona estable que le cuida y que le transmite toda una serie de cosas porque, al fin y al cabo, las relaciones son el elemento esencial para el sentimiento de existir. Es precisamente desde que nacemos que damos forma a lo que percibimos, a lo que ocurre y cómo lo ‘manejan’ nuestros seres significativos, cómo se relacionan los demás no solo con nosotros sino entre ellos y la forma en que estas maneras de proceder y de sentir nos modelan en lo que pensamos de nosotros mismos y del mundo.
Todos tenemos anhelos de apego, necesidades no cubiertas en nuestra infancia que se han mantenido "vacías" y seguimos buscando como llenar, porque resulta complicado renunciar a lo que nunca hemos tenido. Y seguimos queriendo, muy desde adentro, y seguimos buscando en todas nuestras relaciones (y más específicamente en la de pareja) que se nos reconozca, saber que somos importantes; necesitamos tener la certeza de que la otra persona va a estar ahí para nosotros pase lo que pase. Si no hay confianza, no hay entrega. Como la existencia, amar también se construye con cada gesto, con cada palabra, con cada acto, día tras día, a lo largo de una historia común de conexiones y desconexiones.
Alia Pérez
Alia Pérez
Psicóloga y Psicoterapeuta de Pareja e individual.
Lo importante no es no desconectar, todas las parejas lo hacemos en momentos de nuestro caminar juntos, lo importante es reconocernos cada uno en esa desconexión, querer hacer para re-conectar y “volver a casa”.