El ser humano es de naturaleza gregaria, e independientemente de nuestras características de personalidad necesitamos del contacto con los demás para poder alcanzar un desarrollo social adecuado, que nos permita aprender de los otros y conocernos mejor a nosotros mismos.
En este artículo vamos a ver cómo abrirse más con otras personas, de manera que podamos superar la timidez o el celo excesivo por la privacidad que muchas veces nos impide hacer contacto con los demás. También veremos algunos de los motivos por los cuales podríamos presentar problemas para socializar.
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¿Por qué me cuesta abrirme con otras personas?
Para ver cómo abrirse más con otras personas hay que entender que esta limitación psicológica a la hora de relacionarse con otros puede deberse a una variada cantidad de factores personales o sociales.
Por ejemplo, existen sujetos que son de naturaleza introvertida a los cuales les cuesta mucho más que al resto iniciar amistades o tener contacto social espontáneo, dado que sienten menos interés por los estímulos intelectuales exteriores a su cuerpo. Estas personas introvertidas se diferencian radicalmente de aquellos que son capaces de interactuar con cualquier desconocido en la parada del transporte público, o mientras esperan su turno para pagar en la fila del supermercado.
Lo ideal es tener un equilibro adecuado entre introversión y extroversión, los conflictos para relacionarse con otras personas sobrevienen muchas veces cuando el sujeto se encuentra en uno de los extremos de estas dos vertientes.
Por ejemplo, un sujeto demasiado introvertido tendrá problemas para relacionarse debido a que no se siente cómodo durante los protocolos sociales, mientras que aquellos que son demasiado extrovertidos tendrán conflictos para socializar debido a su exacerbada conducta en busca de estímulos externos.
Algunos estilos de crianza también podrían influir negativamente en la manera de abrirse a los demás. Aquellos sujetos que fueron criados bajo un estilo demasiado protector posiblemente presenten dificultades en cuanto a la seguridad en sí mismos y a su autoestima, lo cual dificulta las relaciones interpersonales.
Por otra parte, los que fueron criados en un ambiente completamente permisivo presentarán las dificultades sociales basadas en el desconocimiento de los límites; son sujetos que por lo general creen que todo se les está permitido y no comprenden fácilmente cuándo desistir o disminuir la intensidad del contacto.
¿Cómo ser más abierto socialmente?
El temor irracional a relacionarnos con los demás está motivado por la ansiedad social, que surge cuando el sujeto da por sentado que todo contacto que se genere entre él y otras personas terminará mal de alguna forma. Es decir, la persona se anticipa a su fracaso social y esto lo predispone a cometer errores.
Para disminuir este patrón de pensamiento es necesario hacer un ejercicio de lógica donde nos respondamos preguntas clave a nosotros mismos. ¿Por qué le temo al contacto con los otros? ¿Tiene sentido que sienta temor al contacto con desconocidos? ¿Por qué pienso que las cosas saldrán mal siempre?
Respondiendo a estas preguntas te darás cuenta de que en la mayoría de los casos realmente no hay nada serio que temer respecto a las relaciones sociales, y tomarás una predisposición a dejar atrás los pensamientos limitantes que te generan la sensación de ansiedad social.
Sin embargo, para aprender a abrirte más con otras personas hay que pasar de las palabras a los hechos, y esto no resulta sencillo: requiere práctica, y no solo cuestionarse ciertas creencias. Es decirm que mientras te limites a reflexionar, no realizarás avances significativos allí donde importa, que es el contexto de interacción en tiempo real con personas que hablan contigo.
En las próximas líneas vamos a examinar un listado con consejos prácticos para que puedas mejorar tu manera de abrirte a las relaciones sociales.
1. Aceptar la dificultad al contacto
El primer paso siempre debe ser aceptar que tenemos una dificultad para las relaciones sociales. Independientemente de las causas, es importante que no evadamos este hecho y nos dispongamos a reconocer en qué podemos mejorar.
Existen mecanismos de defensa inconscientes que nos dificultan el trabajo de reconocer nuestras propias limitaciones, y nos hacen mirar hacia otro lado. Por ejemplo, cuando trasladamos la culpa hacia otras personas o circunstancias estamos alejándonos del verdadero asunto.
2. Técnicas de relajación para disminuir la ansiedad social
Hay varios ejercicios sencillos que te pueden ayudar a rebajar tus niveles de ansiedad general, y que resultan útiles antes y durante ciertas interacciones sociales intensas. Por ejemplo, los ejercicios de respiración diafragmática controlada pueden ayudar, así como ciertos ejercicios de Mindfulness que solo te llevarán unos pocos minutos. Además, algunos de ellos son tan simples que puedes ponerlos en práctica sin que se note, aunque lo ideal es que los hagas disponiendo de un espacio tranquilo que te ofrezca privacidad.
3. Crear vínculos de confianza
La confianza es fundamental para que una relación de amistad trascienda. Es por ello que debemos intentar que las personas se sientan en confianza con nosotros. Esto no lo conseguiremos de una manera forzada o apresurada; lo ideal es dejar que poco a poco la relación vaya adquiriendo estos tintes.
Algunos métodos para generar confianza con los demás pueden ser; contarles algunas anécdotas personales respecto a nosotros, exponer vulnerabilidades propias y preguntar por la opinión de los demás acerca de un tema significativo para ellos.
4. Mejorar tu autoestima
Para conseguir relaciones de calidad y tener la fortaleza necesaria para abrirnos a las demás personas es necesario trabajar primero en nuestro jardín (nosotros mismos). Debemos ser capaces de ver el valor que tenemos como personas y entender que estamos en igualdad de condiciones que los demás cuando interactuamos.
Una buena manera de conseguir esto es realizar un ejercicio de afirmaciones personales; nos colocamos frente a un espejo y le decimos a la persona que tenemos enfrente varias razones por las cuales debe ser valorado. Por ejemplo, “eres noble porque te gusta ayudar a las demás personas”, etc.
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5. Evitar los prejuicios
Los prejuicios son estilos de pensamiento generalizado en los que se da una situación de todo o nada, de pensamiento categórico, a la hora de valorar a los demás. Esta clase de experiencias únicamente nos hunden más en la ansiedad y la desesperanza de relacionarnos adecuadamente con los demás, porque nos lleva a sentir que no encajamos.
Es importante tener en cuenta que no todas las personas son iguales, a pesar de que todos tengamos gustos distintos en ciertos aspectos.
6. No cambiar tu esencia
Para agradar, muchas personas llegan al punto de abandonar sus principios o sus gustos únicamente para ser aceptados en grupos. Sin embargo, esto es contraproducente, porque no tiene sentido perderse a uno mismo en el proceso de agradar a los demás.
Recuerda que los principios no se negocian, siempre debes ser tú y hacer ver a los demás que eres capaz de respetar sus opiniones aunque no estés de acuerdo con ellas, siempre y cuando ellos hagan lo mismo contigo.
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