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¿Cómo influyen en nuestras relaciones los Sesgos Cognitivos?

Así es como los sesgos cognitivos afectan a nuestra vida social y socioafectiva.

¿Cómo influyen en nuestras relaciones los Sesgos Cognitivos?

El filósofo inglés David Hume decía, a mediados del siglo XVIII, que “el hombre es un ser racional (...) Rara vez actúa, habla o piensa sin una finalidad o intención”. Por su parte, desde la psicología, no demasiado tiempo atrás se sostenía una visión similar acerca de la cognición humana. Se creía que la mayoría de decisiones que tomábamos siempre estaban fundadas en argumentos lógicos y coherentes y que nuestra forma de vincularnos con los pares estaba determinada puramente por la racionalidad.

Sin embargo, hace varias décadas, dentro de la psicología cognitiva emergió una perspectiva novedosa y por completo opuesta a la que enunciamos. Tal visión adquirió fuerza con rapidez dentro del campo científico y aún posee vigencia en la actualidad. Desde esta posición se postula que los seres humanos tendemos a cometer errores de forma sistemática a la hora de analizar la información con la que contamos.

Además, solemos realizar interpretaciones distorsionadas sobre nosotros mismos y el mundo bajo el efecto de los denominados sesgos cognitivos. Los sesgos cognitivos influyen en nuestras relaciones sociales de una forma mucho más significativa de lo que creemos, trastocándolas por completo. Por tal motivo, en este artículo veremos qué son los sesgos cognitivos y de qué manera influyen en nuestras relaciones sociales.

¿Por qué caemos en sesgos al procesar la información?

En primer lugar, cuando nos referimos a un sesgo en psicología cognitiva estamos aludiendo a la tendencia humana a hacer juicios erróneos acerca de un fenómeno de la realidad, incluso contando con la información necesaria para juzgarlo de forma ajustada a los datos fácticos, a los hechos reales. Por ejemplo, es común que en los juegos de azar las personas fundamenten sus juicios en interpretaciones sesgadas: “¡Como ha salido rojo en la ruleta cuatro vueltas seguidas, la siguiente tiene que salir sí o sí negro!”. Sin embargo, las probabilidades de que salga rojo o negro en una nueva vuelta es siempre del 50%, independientemente de qué haya ocurrido en las cuatro vueltas anteriores. Esto lo podemos racionalizar antes de apostar y, no obstante, todos hemos caído en este tipo de trampas en alguna ocasión.

La investigación psicológica ha demostrado que el sistema cognitivo, así como el tiempo, es tacaño. Esto quiere decir que hará todo lo posible para invertir la menor cantidad de recursos cognitivos posibles para resolver una tarea. Uno de los campos de la psicología básica donde más se estudió el modo en el que empleamos nuestros recursos cognitivos fue el área de la atención.

Una metáfora puede ser de utilidad para explicar el carácter limitado de los recursos con los que cuenta nuestra mente. Podríamos pensar la atención como un conjunto limitado de fichas que deben ser distribuidas entre diversas actividades del día a día. El sistema cognitivo tiende a apostar pocas fichas a aquellas tareas que son cotidianas y poco desafiantes, como poner la alarma de la casa antes de salir o sostener con firmeza la correa del perro para que no se escape. Los procesos ante los que el sistema cognitivo invierte pocas fichas son procesos que realizamos en automático.

Al automatizar las tareas más simples, es capaz de reservar más fichas para otras tareas más desafiantes, como podría ser discutir con alguien por teléfono cuando son incapaces de hallar una solución a un conflicto interpersonal. Esta característica propiamente humana es crucial para la adaptación al medio, ya que no seríamos capaces de resolver el problema por el cual discutimos si tuviésemos que prestar excesiva atención a pasear el perro, algo que hacemos todos los días.

Sin embargo, esta forma de distribuir nuestros recursos puede conducirnos a cometer errores. Por atender demasiado a la conversación, podemos olvidarnos de poner la alarma o aflojar la correa de nuestra mascota y dejar que se escape. Así como cometemos este tipo de equivocaciones atencionales por el mero hecho de querer ahorrar recursos, también por ahorro juzgamos de forma sesgada y errónea incluso contando con los datos necesarios para resolver un problema de forma lógica. Los sesgos son el producto indeseado, como veremos a continuación, de ciertos “atajos mentales” que toma nuestro sistema cognitivo para razonar de forma rápida y eficiente, llamados heurísticos.

Heurísticos y sesgos cognitivos

Al principio de la década de los setenta, al mismo tiempo que se producía una batería de conocimiento científico acerca de la atención, Kahneman y Tversky estudiaron la forma en la que los seres humanos juzgamos los hechos de la realidad. Concluyeron que los seres humanos hacemos cálculos y resolvemos problemas de todo tipo a partir del uso de heurísticos. Los heurísticos son estrategias o estimaciones informales e intuitivas que no garantizan precisión pero son útiles para simplificar la información y resolver tareas de forma rápida.

Son sumamente útiles. Sin embargo, el uso de heurísticos puede conducir a sesgos cognitivos en algunas ocasiones. Un sesgo cognitivo es, por lo tanto, la tendencia a atender a cierta información frente al análisis de un evento o conflicto pero desatendiendo de forma sistemática a otros aspectos de la tarea que son igual o más relevantes que los aspectos a los que se atendió. Podríamos decir que los sesgos son una suerte de talón de Aquiles de una estrategia tan útil como los heurísticos.

Los sesgos cognitivos y su implicancia en las relaciones sociales

La literatura acerca de los sesgos cognitivos se ha ampliado, modificado y cuestionado desde los aportes de Kahneman, aunque su teoría tiene hoy en día el aval de gran parte de la comunidad científica. Además, las investigaciones que retratan al sujeto de la psicología cognitiva como un sujeto imperfecto y tendiente a cometer errores han ampliado el conocimiento respecto del tema, llegando a resultados interesantísimos acerca de cómo los individuos procesan de forma limitada la información social.

Curiosamente, cuando nos vinculamos con otros seres humanos tendemos a hacer un análisis tendencioso de las situaciones sociales. Solemos elaborar juicios y realizar interpretaciones que confirmen la información que poseemos de antemano, pero también tendemos a mostrar un sobredimensionamiento de nuestras cualidades positivas y a desestimar nuestros defectos.

Las investigaciones señalan que minimizamos el tiempo que destinamos en analizar información negativa sobre nosotros mismos, y cuando lo hacemos, juzgamos que probablemente esa información sea errónea. El sesgo nos imposibilita ver las cosas tal cual son, lo que puede ser muy perjudicial en aquellas situaciones sociales en las que debemos reconocer nuestros errores o pedir disculpas para resolver un conflicto.

Por otra parte, solemos recordar nuestro rendimiento en alguna actividad del pasado como mucho mejor de lo que fue en realidad; asumimos que nuestros éxitos personales son infrecuentes en la población general pero que nuestras fallas son comunes a todos los seres humanos. La realidad es que a estas últimas aseveraciones les subyace un sesgo. Si pudiésemos comparar los datos reales de cuántas personas obtuvieron el mismo logro que nosotros, descubriríamos que no son tan pocas como pensábamos. Tendemos a obviar la frecuencia de un caso dentro de la población para utilizarlo a nuestro favor.

Por si fuera poco, algunos estudios concluyen que tendemos a juzgar las letras del alfabeto que coinciden con nuestro nombre de pila como “más positivas” que las demás. Estos datos podrían llevarnos a creer que somos egocéntricos, y podríamos decir que sí lo somos (pero no nosotros, sino todos los seres humanos). A fin de cuentas, el uso de heurísticos y la inevitable aparición de sesgos cognitivos no es más que una forma de acelerar el procesamiento de la información para asegurar la supervivencia, es un “atajo”. Nos valemos de heurísticos para hacer juicios sobre nuestros vínculos ya que, a nivel evolutivo, el campo de las relaciones sociales fue uno de los más necesarios de conservar para sobrevivir.

Los sesgos cognitivos más habituales en nuestras relaciones sociales

Los sesgos cognitivos en los que tendemos a recaer con mayor frecuencia en entornos sociales son tres: el optimismo comparativo, el enaltecimiento del yo y la falsa unicidad. A continuación señalamos cómo estos influyen en nuestras relaciones sociales.

1. Optimismo comparativo

El optimismo comparativo es el sesgo ante el que caemos cuando percibimos que tenemos más posibilidades que el individuo promedio de que nos sucedan acontecimientos sociales positivos y menos probabilidades de experimentar situaciones negativas. Es una tendencia a minimizar las consecuencias de ciertos fenómenos riesgosos para nosotros mismos.

2. Enaltecimiento del yo

El enaltecimiento del yo, también llamado sesgo de positividad, se vislumbra cuando le atribuimos el resultado positivo de una tarea que realizamos a nuestras características personales —por ejemplo, un logro personal— mientras que adjudicamos los fracasos a causas externas.

Este sesgo tiene, por una parte, su implicancia negativa en las relaciones sociales, ya que podría llevarnos a minusvalorar nuestra responsabilidad en nuestros fracasos o defectos, que en varias ocasiones podrían haber incluso dañado a otra persona. Por otro lado, esta manera de explicar los resultados de un evento cuenta con su parte beneficiosa, puesto que está relacionado con mayor confianza personal y con menores niveles de depresión.

3. Falsa unicidad

Por último, el sesgo de falsa unicidad está presente cuando nos percibimos a nosotros mismos como superiores a la media en cuanto a nuestras habilidades y capacidades. Aunque en un principio parece que podría ser sumamente problemático creernos mejores a los demás, en verdad, la investigación sugiere que analizar la información de forma sesgada puede ser equívoco si lo contrastamos con los hechos reales pero a la vez es beneficioso para sostener la propia imagen individual y social.

Las personas percibimos mayor control del mundo, organizamos el conocimiento social de forma más efectiva y explicamos nuestro funcionamiento y el de los demás de forma rápida mediante este tipo de estrategias.

Norma Conde

Norma Conde

Psicología, Psicoterapeuta Especializada en Estrés, Ansiedad, Depresión, Duelo, Autoestima, Gestión emocional, Terapia de pareja.

Profesional verificado
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Los sesgos cognitivos influyen todo el tiempo en nuestras relaciones sociales y es imposible no utilizarlos en algún momento u otro, pues su fin es adaptativo. No obstante, debemos ser capaces de reconocerlos para darnos cuenta que no todos los juicios que realizamos están fundados en la realidad estricta.

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Norma Conde es terapeuta y coach, ofrece guía y acompañamiento en los procesos de crecimiento personal y resolución de problemas del día a día. Su consulta está ubicada en Barcelona y también ofrece atención de forma online.

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