Son muchos los factores que influyen en los tipos de conducción que se observan en la población. Desde el propio estilo de personalidad hasta el modelo, marca o tamaño del coche pasando también por la localización y los diferentes tipos de carretera. Estos son solo algunos ejemplos de los múltiples aspectos que podríamos mencionar.
Las consecuencias psicológicas de conducir un coche grande
A lo largo de este artículo nos centraremos en explorar los efectos psicológicos que puede llegar a tener el hecho de conducir un coche grande. Hablaremos de aspectos que se han observado en estudios como la sensación de poder y el comportamiento temerario. Además, también abordaremos otros aspectos como los efectos en la salud mental y el impacto social.
Sensación de poder
¿Has tenido alguna vez la oportunidad de conducir un coche grande? Consideramos un automóvil grande cuando son modelos como todoterrenos o camionetas, por ejemplo. Con elevada frecuencia, las personas que sí los han conducido manifiestan haber sentido una sensación de poder y superioridad en relación con el resto de conductores o vehículos.
Este hecho puede estar relacionado con la idea de que se considera que los automóviles grandes son más seguros para los ocupantes en caso de que haya un accidente o una colisión. Sin embargo, es importante tener en cuenta que, a su vez, pueden llegar a suponer un mayor riesgo tanto para viandantes como el resto de personas que se encuentren circulando.
Desde una perspectiva psicológica, este hecho podría relacionarse con la teoría de la autoeficacia. Es decir, cuando las personas se sienten en control de la situación —en este caso por el tamaño del vehículo y la supuesta mayor seguridad— suele darse un incremento de la confianza y la percepción de la propia competencia (nos sentimos más competentes).
En otras palabras, teniendo en cuenta esta teoría psicológica, podríamos suponer que las personas que se encuentran al volante de un coche grande pueden llegar a tener una mayor sensación de control, poder y dominio de la situación. Sin duda, este hecho puede influir considerablemente en la conducta del/a conductor/a y en su estilo de conducción.
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Comportamiento temerario y agresividad
En un estudio llevado a cabo en Israel y publicado recientemente en Marketing Letters se confirmó que hay relación entre el tamaño del vehículo y el comportamiento de los conductores cuando se encuentran al volante. Es decir, se considera que a mayor tamaño del automóvil, mayor probabilidad de conducir de forma peligrosa, arriesgada o temeraria.
En la investigación se puso de manifiesto que los conductores de vehículos grandes tenían más probabilidades de recibir multas por exceso de velocidad. Además, se observó también que había una mayor tendencia a realizar maniobras poco seguras y a mostrar una mayor desconsideración y un menor cuidado por el resto de conductores/as.
Desde un punto de vista psicológico, podemos explicar este acontecimiento entendiendo que el incremento de la sensación de seguridad que las personas perciben al conducir un coche grande, puede llevarles a una falsa sensación de invulnerabilidad. Se genera la creencia de que el tamaño y la robustez del vehículo proporcionan una mayor seguridad y protección que lleva a las personas a minimizar los riesgos reales.
En otras palabras, a mayor sensación de seguridad, más puede incrementar la probabilidad de llevar a cabo conductas agresivas o temerarias puesto que la percepción de riesgo y peligro disminuye considerablemente. Esto se traduce en, tal y como se expone en el estudio, un mayor número de infracciones cometidas al volante.
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Efectos en la salud mental
En los apartados anteriores, ya se han mencionado algunas de las creencias que se instauran en el cerebro (mayor seguridad y competencia, menor riesgo) y cómo estas influyen en el comportamiento de las personas (incremento de conductas temerarias al volante).
Sin embargo, es importante comprender que el hecho de conducir un coche grande puede tener efectos muy diversos en nuestra salud mental. Es cierto que puede ser que algunas personas lo disfruten—e incluso perciban una disminución de la ansiedad y el estrés— por la percepción de seguridad y control que les aporta.
No obstante, también puede ocurrir que otras personas lo vivan como una experiencia altamente estresante. Es innegable que conducir un vehículo de grandes dimensiones tiene aspectos menos positivos cuando hablamos de tráfico denso o tener que circular y maniobrar en espacios reducidos. Esto puede suponer una fuente de estrés y ansiedad considerables.
Además, puede ser que algunas personas vivan el hecho de conducir un coche grande como un incremento de responsabilidad. Son muchos/as los conductores y conductoras que sienten una mayor presión tanto por los pasajeros que viajan en su vehículo como por el resto de conductores cuando su automóvil es de estas características.
Su impacto social
No se puede obviar que, a nivel social, también se generan creencias y expectativas alrededor de este tema. De nuevo, aspectos como el modelo del coche, la marca, el color o el tamaño, entre otros, puede generar un impacto o influenciar en cómo otros individuos perciben a la persona conductora.
Innegablemente, esto es un hecho ampliamente conocido en nuestra sociedad y, por supuesto, puede ser un factor que influya a la hora de adquirir un vehículo u otro. Lamentablemente, algunas personas decidirán qué coche comprar en función del “estatus” que consideren que este les puede otorgar socialmente.
Desde un punto de vista psicológico, es importante tener en cuenta el riesgo que esto supone. Son diversas las teorías propuestas desde la psicología que señalan que las personas acaban realizando aquellas conductas que les llevan a cumplir las expectativas que otras personas tienen sobre ellas. En este tipo de casos, el riesgo para la seguridad vial es evidente.
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