El manejo de vehículos es esencial para el mantenimiento de la sociedad, pues sin ellos, toda tarea mínimamente distante en el espacio se prolongaría demasiado. Gracias a un coche, podemos cruzar cualquier país en cuestión de días o semanas, con un esfuerzo monetario mínimo. Tener vehículo otorga una libertad inconmensurable, pero también una responsabilidad vital que no podemos olvidar.
La Association for Safe International Road Travel estima que cada año mueren 1,35 millones de personas en accidentes de tráfico, lo cual se traduce en casi 3.700 fallecimientos cada 24 horas. Adicionalmente, de 20 a 50 millones de pacientes sufren heridas que no son fatales en estos eventos, pero que provocan distrés emocional o discapacidad a largo plazo. Por todas estas razones, el accidente de tráfico es la primera causa de muerte entre los 5 y 29 años de edad.
Podríamos seguir citando estudios y cifras durante horas, pero todos tenemos en mente que la responsabilidad al volante es mayor que en casi cualquier otra actividad rutinaria. Con base en todas estas ideas, te mostramos aquí las consecuencias psicológicas de los accidentes de tráfico.
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El pronóstico físico tras un accidente
Sin ninguna duda, el bienestar fisiológico es lo primero que hay que tener en cuenta tras una colisión en un vehículo, pues algunas de las lesiones producidas en estos eventos pueden acabar con la vida de los involucrados en cuestión de segundos. La publicación Motor Vehicle collisions, publicada en el portal StatPearls, nos muestra algunas realidades generales en lo referente a este tema:
- Las colisiones frontales y cercanas provocan impactos en el volante (o el tablero de instrumentos) contra los pasajeros del asiento delantero.
- Las lesiones en la cabeza, cuello, pecho y abdomen son esperables y normales.
- Es necesario sospechar de contusiones pulmonares y costillas rotas si el impacto se ha producido de forma frontal o en los laterales del tronco.
- Los pacientes con un índice de masa corporal elevado (IMC) tienen más probabilidad de sufrir heridas que la población general.
- Los cinturones mal colocados promueven que el paciente sufra lesiones en las extremidades inferiores, zona pélvica y área abdominal.
- Los impactos traseros aumentan el riesgo de lesiones por flexión y extensión del cuello y la posibilidad de fracturas de la columna vertebral.
Por otro lado, todo trauma que se manifieste con síntomas y signos clínicos sistémicos debe ser considerado como potencialmente peligroso, pues siempre hay que sospechar de una fractura en la columna vertebral. Si la médula espinal (conducto nervioso central del organismo) se ve dañada de forma irreparable, es común que el paciente presente parálisis completa o incompleta. Las tetraplejias son la principal causa de ingreso (48%) en hospitales especializados en pacientes con pérdida de movilidad.
¿Cómo afectan los accidentes de tráfico a la salud mental?
Cuando un ser humano se enfrenta a un evento traumático o peligroso, es normal que adquiera miedo e inseguridad a la hora de practicarlo de nuevo. Son incontables los testimonios de personas que han sufrido accidentes mínimos con su vehículo, pero que a su vez sienten que “se van a chocar” durante un tiempo tras el evento.
Esto es completamente normal. Ya sea por constructo social o como parte de un mecanismo evolutivo, toda especie tiende a evitar lo que ha puesto en peligro su vida en primera instancia. Es un mecanismo de protección natural, pero si se extiende en el tiempo o si se expande a otros ámbitos de la vida, puede derivar en cuadro patológico. A continuación, te mostramos las principales afecciones psicológicas que experimentan las personas tras un accidente de tráfico.
1. Trastorno de estrés postraumático (TEPT o PTSD)
En contra de lo que se suele pensar, no todos los accidentes de tráfico o eventos traumáticos desembocan en PTSD. Según estudios, del 60 al 80% de las personas del mundo se enfrentan a un evento traumático durante su vida, pero solo del 5 al 10% de ellas realmente terminan desarrollando un trastorno de estrés postraumático. En el ámbito automovilístico, solo 1 de cada 10 conductores que describen el choque como “traumático” acaban manifestando signología de PTSD.
Lo que queremos decir con estas líneas es que todo paciente tras un accidente de tráfico debe centrarse en sanar físicamente, y no aumentar la carga emocional y el estrés creyendo que va a desarrollar un cuadro mayor. De todas formas, nunca viene mal conocer los síntomas intrusivos del PTSD, enunciados por la Asociación Estadounidense de Psicología:
- Pensamientos recurrentes e involuntarios asociados al evento traumático.
- Pesadillas angustiosas (que pueden ser repetitivas) basadas en el evento traumático.
- Reacciones disociativas (flashbacks) en las que el paciente siente que el evento traumático está teniendo lugar de nuevo.
- Distrés psicológico intenso y prolongado cuando se recuerda al paciente del evento.
- Reactividad fisiológica marcada (respiración rápida o incremento del ritmo cardíaco) cuando se recuerda el evento.
Sin duda alguna, todos estos síntomas son motivo de visita a un profesional de la salud mental, pues el PTSD es una entidad clínica que debe ser tratada.
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2. Ansiedad
Definir el límite entre “rasgo” y “patología” con la ansiedad es bastante complejo. Sentir ansiedad tras un accidente de tráfico es completamente normal, pues a veces la vida de los implicados ha estado en peligro.
Se estima que el 70% de las personas que han estado en un choque serio tienen ansiedad hasta un mes después del evento, mientras que el 15% desarrollan un trastorno de ansiedad generalizada (TAG). Este último se caracteriza por la duración de los síntomas, que es de mínimo 6 meses.
Además del TAG, la ansiedad tras un choque se puede manifestar con trastornos de tipo fobia. Dependiendo de lo severo que sea el golpe, la probabilidad de desarrollar aversión absoluta al vehículo puede ser mayor o menor. Aún así, fuentes argumentan que hasta el 40% de las personas involucradas en accidentes serios desarrollan fobias persistentes relacionadas con el coche.
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3. Depresión
La depresión se correlaciona con el PTSD y la ansiedad, además de la gravedad de las lesiones y del contexto del accidente. Como podrás imaginar, una persona que ha quedado tetrapléjica tras un golpe o que ha acabado con la vida de otro ser humano de forma involuntaria será mucho más proclive a desarrollar depresión que otra que ha tenido un choque mínimo.
En general, las probabilidades de desarrollar un trastorno depresivo se asocian a la gravedad de las heridas y el grado de incapacidad resultante.
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Cuidar el cuerpo tras un accidente de tráfico es primordial, pero una vez han sanado las heridas más importantes, siempre es buena idea explorar las secuelas psicológicas de un evento tan intenso. Tras un choque contra otro vehículo (sobre todo si ha implicado daños cuantificables), la visita al psicólogo será positiva en todos los casos, tanto para expresarse y relativizar la situación como para manejar posibles trastornos derivados.
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