Pongámonos en situación: llevas unos meses quedando con alguien. La interacción es buena y fluida, hablando todos los días a través de WhatsApp y quedando de vez en cuando. Pero un día, envías un mensaje y este no recibe respuesta. Pasan días y esto sigue así. Vuelves a mandar otro, y otro más, pero aunque sabes que la otra persona los ha visto, no contesta. Es más, dos días más tarde te das cuenta de que te ha bloqueado, y no vuelves a saber más.
¿Qué ha pasado? Básicamente la persona ha cortado, intencionadamente, todo contacto contigo. Esto es un caso de ghosting, un fenómeno cada vez más generalizado y que puede tener repercusiones psicológicas signicativas.
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¿Qué es el ghosting?
A nivel social (puesto que existe otro fenómeno con el mismo nombre vinculado a la superposición de imágenes) se entiende como ghosting aquella situación en la que una persona, de manera súbita, cesa voluntariamente el contacto con otra con la que tenía cierta comunicación previa como manera de dar fin a dicha relación. Se trata, dicho de otro modo, de desaparecer por completo de la vida de otra persona sin decirle nada ni avisarle del fin de las interacciones.
El ghosting es una práctica que se ha popularizado con la llegada de las redes sociales, especialmente con el surgimiento de redes como WhatsApp y Telegram o redes sociales como Facebook. Pero aunque el término se ha popularizado ahora, no es algo tan nuevo como pueda parecer: lo que ahora se hace en las redes sociales antiguamente se hacía telefónicamente, por ejemplo no contestando a llamadas.
Se trata de un fenómeno especialmente frecuente en aplicaciones para ligar o conocer gente, cansándose una de las partes de la interacción e ignorando los intentos del otro de comunicarse. Sin embargo, no se da solo en este tipo de aplicaciones, sino que también puede darse entre gente que se conoce desde hace tiempo. Para que se dé el ghosting es necesario que exista una comunicación real previa (no se consideraría como tal que nunca nos hubiese contestado o que no hubiese una comunicación fluida, por mucho que una de las partes sí hubiese intentando contactar).
El slow fade
Existe otra manera de actuar parecida, la denominada como “slow fade”, en que la personas que la practica también cesa el contacto con la otra pero de una manera mucho más gradual. Se fingen pequeños descuidos y dificultades para verse o hablar atribuibles a cosas como el trabajo o tener cosas que hacer de manera cada vez más frecuente hasta que la comunicación cesa.
Se trata de un tipo de desaparición que hace pensar a quien la practica que no ha abandonado la relación, evitando en cierta medida el sentimiento de culpa que podría causarle cesar la relación directamente. Ahora bien, esto no quiere decir que todo el que reduzca su nivel de comunicación con nosotros esté intentando desaparecer de nuestras vidas: puede ser que por diversas circunstancias realmente no pueda prestar atención o priorice otras cosas.
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Causas de este fenómeno
Definido el ghosting, uno puede llegar a preguntarse el por qué de esta actitud. Lo cierto es que los motivos que pueda tener cada persona para llevarlo a cabo pueden ser muy diferentes. Una de las principales causas es social: nos hemos acostumbrado a mantener relaciones superficiales y a tener una postura más bien individualista. Valoremos menos las relaciones y no solemos profundizar demasiado en ellas.
Además, las nuevas tecnologías nos ofrecen la posibilidad de no ofrecer respuesta como respuesta, cosa a la que la gente se ha habituado. Muchas de las personas que lo practican lo ven incluso normal, estando habituados a este tipo de comportamiento. Sin embargo, salvo excepciones, suele indicar una falta de educación o bien un intento de huir de alguna relación. También se relaciona con la cada vez mayor dificultad para la empatía de las sociedades individualistas. A continuación se reflejan algunas posibles causas del ghosting.
1. Miedo/Huir
Una de las partes implicadas puede haber hecho o dicho algo que haya dañado, ofendido o asustado a la otra, queriendo cesar inmediatamente la comunicación. Asimismo, se trata de una posible respuesta válida en casos de acoso o para terminar relaciones tóxicas. En ocasiones también puede usarse en personas que nos recuerden a dichas experiencias o a personas o situaciones que nos han hecho daño.
2. Ausencia de interés
Otra opción, mucho más frecuente, es que la persona que cesa el contacto haya perdido sin más todo interés, o que este nunca haya sido demasiado alto y no valore realmente el contacto con el otro. También que existiera otra persona a la que priorizara, o incluso que no quiera dejar claro el fin de la relación por si acaso en algún momento volviese a aparecer la oportunidad. Ello es frecuente cuando el contacto con la otra persona es reciente y no hay una verdadera vinculación entre ambos, como ocurre en las aplicaciones para ligar.
3. Evitación del conflicto
Otra de las opciones, que se da especialmente cuando el ghosting se da para finalizar una relación más o menos establecida o en personas, se basa en el miedo a hacer daño o a enfrentar y ver cómo la comunicación del cese de la relación genera malestar en la otra persona, teniendo dificultades para determinar hacer al otro ver que se quiere cesar la relación.
No saber cómo afrontar lo que el otro pueda llegar a decir, o evitarse la incomodidad de ver como el otro sufre, suelen ser motivos por las que puede aparecer el ghosting. Así pues puede ser también una manera de evitar la incomodidad de ver al otro pasarlo mal. También puede existir la creencia de que este procedimiento genera menos dolor y sentimiento de rechazo en el otro.
4. Castigo
También puede entenderse como una forma un tanto inmadura de castigo: desaparecer de la vida de alguien sin decir el porqué puede ser visto como una manera de hacer daño a la otra persona y olvidarse de ella, como ocurre en algunos casos de infidelidad.
Efectos del ghosting
El ghosting es una práctica que puede tener una serie de repercusiones en quien lo padece. Si bien en el caso de alguien poco conocido o un contacto superficial no pasa de una leve molestia y enfado, pero puede resultar muy doloroso si estamos hablando de alguien a quien realmente valoramos desde hace tiempo. Ejemplo de ello lo encontramos en el súbito cese de comunicación de parejas más o menos consolidadas o amistades muy valoradas. Y es que el hecho de que alguien cese súbitamente un contacto puede generar una gran angustia.
La persona que queda a la expectativa del contacto puede sentir un gran dolor al ser ignorada, sintiéndose alguien despreciado. Además debe hacer frente a la incertidumbre de qué ha pasado, algo que en muchos casos se desconoce, y la ausencia de respuesta y un por qué a la situación se antoja como algo injusto y desproporcionado. En casos de relaciones largas, el sujeto puede llegar a pasar por una fase de duelo.
El ghosting deja al sujeto con la incertidumbre de qué ha pasado y si la relación se ha terminado o no, dejándolo inseguro y produciendo un dolor más prolongado. También dificulta que más adelante confíe en relaciones posteriores: si me han abandonado de repente y sin que me lo esperara, puede pasar otra vez fácilmente. Además de esto, personas que padezcan depresión, ansiedad o problemas de autoestima previos pueden ver exacerbados y confirmados sus miedos y pensamientos negativos al sentirse abandonados.
Quien cesa el contacto puede llegar a tener remordimientos, o bien puede llegar a incorporar el ghosting a su repertorio conductual (si es que no lo tenía ya) y llevarlo a cabo con más frecuencia para cesar relaciones indeseadas. Por otro lado, aquellas personas que lo llevan a cabo por miedo y evitación del conflicto no se enfrentan a dicho miedo, prolongándolo e incluso empeorándolo al poder llegar a fijar esta conducta como un patrón habitual.
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¿Qué hacer ante alguien que nos ignora?
El ghosting es, hoy en día, una realidad frecuente a la que muchas personas vamos a enfrentarnos tarde o temprano. Se trata de algo a lo que puede ser difícil reaccionar. Resulta recomendable que en primer lugar no saltemos a conclusiones precipitadas, puesto que al fin y al cabo puede haber pasado algo que haga que no pueda o no se vea con ganas de contestar sin por ello querer realmente desaparecer de la vida del otro. Se puede probar de mandar tras algo de tiempo un mensaje preguntando si está bien.
Sin embargo, si pasa el tiempo y la persona sigue sin contestar llega el momento de empezar a aceptar que tal vez haya perdido el interés. Se trata de reconocerlo, y (aunque pueda ser más difícil de lo que parece) tras ello dejar de intentar contactar.
Debemos procurar pensar y trabajar para darnos cuenta de que ese final no es culpa ni decisión nuestra.. Si se produce en una relación que era fluida es fácil que necesitemos una explicación, pero tenemos que intentar dejar de buscársela: la otra persona no tiene ninguna intención de ofrecernosla y tenemos que seguir con nuestra vida. Es importante también que no identifiquemos ese comportamiento como algo normal, y que procuremos que este hecho no lastre futuras relaciones: no todo el mundo nos va a hacer lo mismo. Y aunque inicialmente podemos llegar a sentirnos muy mal, es recomendable no dejar de hacer actividades ni encerrarse, sino seguir persiguiendo nuestros objetivos y intentando disfrutar de nuestro ocio.