Injusticia o resentimiento: ¿Por qué no perdono a ese familiar?

Explorando lo que hay detrás del conflicto y del perdón en los problemas familiares.

Injusticia o resentimiento: ¿Por qué no perdono a ese familiar?

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Antonio no puede perdonar a su abuelo. De niño, Don Paco era su héroe, el que lo llevaba a pescar y le contaba historias geniales. Ahora, en cambio, apenas se hablan. Un problema entre ellos se convirtió en un muro imposible de derribar, y aunque el tiempo ha pasado, Antonio siente que no puede dar el primer paso.

Los nombres son ficticios, el problema es real y bastante más común de lo que podríamos creer. A veces, perdonar dentro de la familia es complicado. A diferencia de otras relaciones, no siempre podemos simplemente alejarnos, olvidar y ya está.

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Vamos a hablar sobre lo que realmente significa el perdón en la familia, por qué a veces se nos hace tan difícil y cómo podríamos abordarlo sin sentir que traicionamos lo que sentimos.

Cuando el rencor habita en la familia

Los pleitos familiares pueden venir por mil razones. Algunas veces son cosas grandes, como traiciones y engaños, pero otras veces son detalles que se fueron acumulando hasta explotar. Muchas veces el problema no es tanto lo que pasó, sino cómo se manejó.

Si los conflictos no se resuelven, el dolor se convierte en rencor. Y el rencor es una carga pesada porque no solo duele lo que pasó, sino todo lo que nos decimos al respecto. Sentimos que nos fallaron, que no nos valoraron o que nos hicieron una injusticia.

Ahora, hay que hacer una diferencia entre sentir enojo y quedarse atrapado en la idea de que somos siempre la víctima. Una cosa es reconocer que nos hicieron daño y otra muy distinta es vivir con esa herida abierta para siempre.

¿Qué significa realmente perdonar?

Perdonar no es olvidar y borrar algún episodio de tu historia, como si no hubiese pasado nada. Tampoco es justificar lo que hizo la otra persona ni necesariamente volver a confiar en ella si no queremos. En la familia, el perdón no siempre implica una reconciliación total, sino que se trata de soltar el resentimiento para no seguir cargando con algo que nos hace daño.

A veces nos dicen que "la familia es lo más importante" y que debemos perdonar pase lo que pase. Pero, ojo, el perdón no significa quedarnos en una relación que no se siente sana ni honesta. Se trata de hacer algo que nos ayude a estar en paz con lo que pasó, sin que eso implique permitir que nos sigan lastimando.

¿Por qué nos cuesta tanto perdonar a un familiar?

Veamos algunas razones a continuación:

Nos duele más porque viene de alguien cercano

Cuando un extraño nos hiere, puede molestarnos, pero no nos afecta tanto. En cambio, cuando el daño viene de alguien que queremos y en quien confiamos, la herida es mucho más profunda, por lo que nos cuesta aceptar que alguien que debería habernos cuidado o respetado haya sido quien nos lastimó.

No nos piden disculpas o minimizan lo que hicieron

A veces esperamos que la otra persona reconozca el daño y nos pida perdón, pero eso no siempre sucede. Incluso, depende de la persona, puede que minimicen lo que hicieron, digan que exageramos o actúen como si nada hubiera pasado. En esos casos, el resentimiento se vuelve más fuerte porque sentimos que, además de lastimarnos, también invalidan nuestro dolor.

En otros casos, puede ser simplemente que la persona esté esperando una disculpa de nuestra parte. Y, si no hablamos para aclarar los puntos, esto probablemente jamás pasará.

Tenemos miedo de que vuelva a pasar

Perdonar implica abrirse y soltar la protección que nos da el enojo, pero si sentimos que la otra persona puede volver a hacernos daño, el perdón se vuelve una opción bastante lejana. Nos preguntamos si, al soltar el resentimiento, no estaremos dejándonos vulnerables otra vez.

Pensamos que perdonar es "rendirse"

Muchos creen que perdonar es darle la razón al otro o aceptar que lo que hizo estuvo bien. En realidad, perdonar no tiene nada que ver con justificar, sino con liberar nuestra propia mente del peso de la rabia y el rencor. Pero es difícil verlo de esa manera cuando nos sentimos heridos.

Queremos que "haya justicia"

Suele pasar que cuando alguien nos hace daño, esperamos que pague por lo que hizo, que sufra como nosotros sufrimos. El problema es que eso rara vez ocurre. La vida no funciona como una balanza perfecta, y quedarnos esperando ese "castigo" solo prolonga nuestro propio sufrimiento.

Nos cuesta soltar nuestro “papel”

No siempre se trata del otro. Es más, la gran mayoría del tiempo, se trata de nosotros mismos y de cómo nos cuesta soltar la idea que tenemos sobre quiénes somos y cómo deberíamos actuar.

Imagina, por ejemplo, que tienes esta percepción: “yo soy así, no tengo que dar el primer paso, y esta persona debe hablar conmigo”. O “este familiar me hizo daño, yo soy víctima de sus actos (y siempre lo seré)”.

Y, no me malinterpretes, hay situaciones tan extremas en las que nadie podrá sugerirte y mucho menos obligarte a retomar un vínculo con alguien que no te hizo bien. Sin embargo, existen contextos en los que simplemente una llamada telefónica podría, al menos, aliviar un poco el peso.

Incluso, no tienes que tener contacto con esa persona, puedes hacer un ejercicio en soledad, tomando en cuenta que ese perdón es un regalo para ti. Según la situación en cuestión, un psicólogo o psicóloga podrían ayudarte con ese proceso.

¿Cómo saber si ya es hora de soltar?

El perdón no es algo que pase de la noche a la mañana ni que deba forzarse. Pero si te preguntas si seguir enojado te está afectando más a ti que a la otra persona, si cada vez que piensas en el conflicto te sientes agotado o si sigues esperando una disculpa que quizás nunca llegue, tal vez sea momento de intentarlo. No por la otra persona, sino por ti.

También es importante notar si el resentimiento se ha convertido en parte de tu identidad. Si cada conversación sobre la familia termina en el mismo tema, si sientes que te define el enojo o si el recuerdo del conflicto sigue ocupando demasiado espacio en tu mente, podría ser una señal de que es momento de hacer algo al respecto.

Soltar el rencor es una decisión activa, que implica que no vas a permitir que el dolor del pasado siga dictando cómo te sientes en el presente. Pero, ojo, como todo, no se trata de un camino lineal y es importante tener esto en cuenta.

Qué ganas cuando perdonas

Perdonar tiene muchos beneficios, no porque el otro "se lo merezca", sino porque nos hace bien a nosotros mismos.

Liberarse del resentimiento reduce el estrés y la ansiedad, porque vivir con enojo constante es agotador. También nos ayuda a pensar con mayor claridad, ya que en lugar de estar atrapados en lo que pasó, podemos enfocarnos en el presente.

Además, tomar esta decisión consciente ayuda a mejorar nuestras relaciones, no necesariamente con quien nos lastimó, pero sí con quienes sí están en nuestra vida y merecen nuestra energía.

Incluso a nivel físico, perdonar ayuda, pues hay estudios que demuestran que el resentimiento prolongado afecta el corazón y el sistema inmunológico. Así que soltar esa carga no solo libera la mente, sino también el cuerpo.

No es obligación perdonar, pero puede liberarte

Nadie tiene que decirte a quién debes perdonar ni cómo hacerlo. Hay personas que nos han hecho tanto daño que lo mejor es mantener la distancia. Pero si sigues cargando con el rencor y te das cuenta de que te afecta más a ti que a la otra persona, quizá valga la pena trabajarlo.

Bety Coppola Zamarripa

Bety Coppola Zamarripa

LICENCIADA EN PSICOLOGIA CLINICA Y GENERAL

Profesional verificado
Spring
Terapia online

No hay un manual ni una receta mágica para lograrlo. Además, sabemos que hay muchos conceptos que son más sencillos en la teoría que en la práctica. Por eso, si sientes que no puedes hacerlo en soledad, puede ser una buena idea hablar con alguien de confianza o buscar ayuda de un profesional de la salud mental.

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Bety Coppola. (2025, junio 19). Injusticia o resentimiento: ¿Por qué no perdono a ese familiar?. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/social/injusticia-o-resentimiento-por-que-no-perdono-a-ese-familiar

Psicóloga

Spring

Bety Coppola Zamarripa es psicóloga especializada en Psicología Clínica, con un Master en Tanatología por la Bircham International University y un diplomado en Educación por la Universidad Complutense de Madrid. Atiende a adultos y adolescentes.

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