A pesar de la imagen idílica que se nos presenta de la navidad en películas, anuncios publicitarios y otros medios, lo cierto es que para algunas personas la Navidad es un periodo que dista mucho de esa imagen.
El recuerdo de memorias de la infancia unidas a la Navidad, el juntarnos con familiares con los que quizá no hay buena relación, la constancia de la ausencia de algunas personas que no volverán a estar con nosotros/as, el tener que ponernos en contacto para organizar la navidad con la expareja para estar con los niños/as y otras situaciones pueden llevarnos a un estado de ansiedad complicado de gestionar.
A su vez, las vacaciones y el mayor tiempo de convivencia respecto al resto del año pueden hacer que aumenten las tensiones en algunas familias. Además, la actual situación sanitaria nos obliga este año a tener que cambiar algunas formas de organizarnos en torno a estas fechas, pudiendo acrecentar algunos conflictos.
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Los conflictos y las tensiones durante la Navidad en familia: ¿qué hacer?
Cada persona tiene una situación concreta que puede ocasionar problemas o dificultades diferentes. Familias separadas, matrimonios o parejas recientes que se reúnen con la familia propia y política, personas sin familia o sin posibilidad de reunirse con sus familiares, entre otros, supondrán emociones y tesituras diferentes que abordar.
Para ello, es importante tener en cuenta algunas cuestiones que, de forma general, pueden ayudarnos a pasar este periodo de una forma más satisfactoria.
1. No es la Navidad lo que origina el conflicto
La raíz de estas tensiones es algo que seguramente tiene un largo recorrido o una preocupación que acarreamos en distintos momentos que suponen reunión. Es interesante que podamos plantearnos este momento como una oportunidad para hacer las cosas de otra forma, de manera que obtengamos resultados diferentes.
2. Aceptemos que ninguna familia es perfecta
Es normal que en las familias se produzcan conflictos, roces y desencuentros. El identificar qué suele causar esas desavenencias puede ayudarnos a que en esta ocasión podamos prevenir esas situaciones que suelen desencadenar problemas.
3. Tratemos de ser empáticos
Aunque no todos los escenarios son justificables, en algunas ocasiones podemos pensar en lo que esos conflictos suponen para otras personas. Si bien evidentemente nos provoca malestar, a veces podemos pensar en cómo puede afectar a la pareja o a los/las niños/as, por ejemplo.
También es necesario comprender que cada persona tiene sus luces y sus sombras y que habrá algunos aspectos que no veremos de la misma forma. Evitar temas polémicos y tratar de buscar otros más neutros puede ayudarnos a generar conversaciones más agradables.
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4. Poner límites
En ocasiones expresar cómo nos sentimos o lo que nos está generando la situación puede ayudarnos, tanto a que la otra persona tome conciencia de lo que está pasando, como de ayudar a que en conflicto no entre en escalada. Puede que la otra persona no vea que lo que está diciendo para nosotros es ofensivo, genera malestar o no nos hace gracia.
5. Conocer los tiempos
Seamos conscientes de que esos momentos de reunión familiar no son el momento de resolver los conflictos que tengamos con alguno/a de los/las integrantes de la reunión. Quizá sea más conveniente aplazar esa conversación o poder hablar el privado.
¿Cómo abordar el problema desde la psicoterapia?
En terapia, podemos abordar este tipo de conflictos que se puedan dar en la familia. Conocer el tipo de relación y comunicación que la persona que acude a terapia y la familia establecen nos puede ayudar a conocer las pautas y patrones en la que se asientan esos problemas. Así, se produce también un autoconocimiento sobre la posición, función y roles que uno/una desempeña en la familia, pudiendo redefinirlo si es conveniente.
Asimismo, las reglas implícitas y explícitas, lealtades, mitos y normas y/o temas tabú pueden subyacer a algunos desencadenantes en los conflictos familiares. Los conflictos de tipo personal a veces también se entremezclan en estas cuestiones, cobrando importancia la gestión que hacemos de los conflictos de forma general, nuestra forma de interpretar la realidad, preocupaciones internas, etc.
La consulta puede convertirse un escenario donde prepararnos ante estas situaciones, aprendiendo estrategias de comunicación, resolución de conflictos y habilidades que nos ayuden a disfrutar de los encuentros y reencuentros con la familia. Prevenir las escaladas, controlar las emociones y salir de las conductas y pensamientos previos disfuncionales para poner en práctica otros más adaptativos pueden ser algunas de las técnicas a utilizar.
Referencias bibliográficas:
- Castro Fernández de Lara, J. L. (2016). Navidad. Triste, costosa y comercial Navidad.
- Borisoff, D., & Victor, D. A. (1991). Gestión de conflictos. Ediciones Díaz de Santos.
- Watzlawick, P., Bavelas, J. B., & Jackson, D. D. (2011). Teoría de la comunicación humana: interacciones, patologías y paradojas. Herder Editorial.
- Boscolo, L., & Bertrando, P. (1987). La terapia sistémica de Milán. A. Roizblatt, Terapia familiar y de pareja, 224-243.
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